• 01/08/2021 00:00

Efecto bumerán

“La ley de la vida es certera y tajante. Todo lo que ofreces y das, tarde que temprano regresa. “Ningún cura se acuerda cuando fue sacristán”.”

En el 2005, durante la administración del presidente Martín Torrijos, el precio del petróleo se disparó a B/150.00 el barril. Por ecuación matemática, subió la cotización del diésel y la gasolina alrededor de B/ 5.00 por galón. Como es lógico y natural, el costo de vida se elevó, al incrementarse el valor de la canasta básica y los servicios del transporte público, entre otros. En el rejuego de la industria petrolera, el sube y baja del importe se mantuvo durante todo el periodo presidencial 2004-2009.

Sin embargo, el alza de precios fue supervisado y controlado por el Gobierno de turno. La popular micha de pan se mantuvo en 00.5 centavos, y el pan flauta no pasó de 0.30, ya que las panaderías reclamaron el aumento por presuntos niveles en costos de operación y materia prima. Igual ocurrió con los productos cárnicos, donde los pollos y bovinos fueron “regulados” mediante clasificación. Las autoridades competentes, Acodeco, IMA, MIDA y otras instituciones análogas, realizaron un trabajo eficaz y consecuente, a fin de evitar conflictos que pusieran en peligro la inversión privada y la seguridad alimentaria de la población. Tal política administrativa logró que hubiese un ambiente de sostenibilidad empresarial y aceptable capacidad para el consumidor.

No obstante, un cambio radical se produjo al iniciar el Gobierno del presidente Ricardo Martinelli B., en julio de 2009. A pocos meses de su Gobierno, un aumento del salario mínimo y el cambio a litros en remplazo del galón y en peso el kg por libra, fueron generando un desenfrenado y excesivo ascenso en el costo de vida. Incuestionable hecho, resulta un tormento y suplicio al ciudadano de menor poder adquisitivo en el día a día. Una situación constante y permanente, que atenta contra la tranquilidad emocional y psicológica del trabajador y ama de casa. Es algo inexplicable y de dudoso sustento, ya que el precio del barril, a menos de la mitad hoy, oscila entre 72 y 73 dólares.

Introduje el tema, porque resulta paradójico que, en el suplicio y sufrimiento de la población, se ignore imperativa y cruel realidad. Es sorprendente que actualmente se vea como presunta alternativa electoral para 2024 al autor intelectual y material de tal agonía. Realmente somos un pueblo que padece patología de amnesia emocional. Las “presas” y víctimas agredidas por el despojo y abuso de poder, hoy se han convertido en aliados y defensores de su verdugo. Igual ocurre en el Primer Órgano del Estado, cuando los Padres de la Patria, en sus discursos del 1 de julio y actuaciones posteriores, introducen un mensaje que proyecta un interés individual y personalista. Mal presagio para la garantía de justicia y democracia en el orden institucional del país.

La misma condición se le puede atribuir al expresidente. Sus argumentos de persecución política y selectividad de la Justicia son ilegítimos. Parece olvidar que, presuntamente, intervino para que su colega, Ernesto Pérez Balladares, tuviese que subir y bajar escaleras del MP y sufrir casa por cárcel. En misma forma trató a otro excompañero y colega, el expresidente Juan Carlos Varela. No solo lo “destituyó” por Twitter, sino, tengo entendido, que hasta prohibió que pudiese participar de los Consejos de Gabinete, a los cuales, por derecho propio, podía asistir. En tal sentido, parece caerle como anillo al dedo el adagio popular que dice: “¿Por qué lloras hoy, si ayer eras feliz?”.

Seguidores y acólitos defensores deben ponderar con serenidad y objetividad el coyuntural comportamiento de su líder y adalid. Las angustias y ansiedades que atraviesa el expresidente, deben ser momentos que nadie quiera experimentar o desear al peor enemigo. El escenario del señor RMB en contexto y guion personal, es una enseñanza que no debe ser desapercibida por ningún ser o individuo. La ley de la vida es certera y tajante. Todo lo que ofreces y das, tarde que temprano regresa. “Ningún cura se acuerda cuando fue sacristán”. Considerar certeza de fábulas y moralejas en la existencia terrenal es deber moral y razonable.

“Los pueblos que olvidan su historia, están condenados a repetir los mismos errores” …

Político partidista.
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