• 08/12/2023 11:54

El corredor mesoamericano

“Solo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado y el último pez atrapado, te darás cuenta que no puedes comer dinero”, proverbio indoamericano

La idea de crear un sistema territorial continuo de áreas naturales interconectadas por áreas protegidas en Mesoamérica, nace a mediados de los años ochenta, pero se consolidó durante la XIX Cumbre de Presidentes Centroamericanos, realizada en Panamá en 1997, en ella se aprobó formalmente la iniciativa para el establecimiento del Corredor Biológico Mesoamericano (CBM), y se definió el Corredor Biológico Mesoamericano CBM como: “...un sistema de ordenamiento territorial, compuesto por la interconexión del Sistema Centroamericano de Áreas Protegidas, con (sus) zonas aledañas de amortiguamiento y uso múltiple, que brinda un conjunto de bienes y servicios ambientales a la sociedad centroamericana y mundial, y promueve la inversión en la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales; todo a través de una amplia concertación social, con el fin de contribuir a mejorar la calidad de vida de los habitantes de la región”.

El Corredor Biológico Mesoamericano se convirtió en el referente de una agenda conjunta de conservación y desarrollo sostenible que aglutina a los países de Centroamérica, entre ellos Panamá y los estados del sur-sureste de México. Sirve de marco orientador para la cooperación y coordinación entre ocho países y con una población de cerca de 45 millones de personas.

La columna vertebral de la iniciativa la constituye el sistema regional de áreas protegidas y sus áreas de conectividad ecológica, terrestre y marinocostera, incluye territorios que mantienen ecosistemas naturales, albergan comunidades ancestrales y tienen actividades productivas, generando un agregado de bienes y servicios ambientales. El Corredor Biológico representa el 12% de la riqueza biológica del mundo. Su estratégica posición geopolítica y geográfica del istmo de Panamá le permite constituirse en puente biológico de gran importancia histórica y social desde tiempos remotos, pues enlaza las dos grandes masas continentales del norte y el sur de América. Su configuración ístmica y su ubicación biogeográfica le han concedido una gran diversidad biológica. En tan pequeño espacio están representadas 22 ecorregiones naturales y más de 200 tipos de ecosistemas. Posee la segunda barrera coralina más importante del mundo y alberga casi el 8% de los manglares remanentes en el planeta. La deforestación es un factor de origen humano que representan una amenaza para la existencia de la biodiversidad y los recursos naturales, provocando la pérdida y fragmentación de los hábitats, incrementando los procesos de deterioro ambiental, la degradación de los ecosistemas y mayores niveles de vulnerabilidad ambiental y social. Es necesario que los bienes y servicios ambientales que generan los ecosistemas y procesos ecológicos sean adecuadamente internalizados en los análisis económicos que guían las decisiones sobre política macroeconómica y de inversión social. Condiciones del entorno consideradas como inherentes e inmutables, tales como la habitabilidad del territorio, la disponibilidad de agua usable para los diferentes fines humanos y la seguridad ambiental, son formas en las que el medio natural contribuye y sustenta el progreso social y el bienestar económico.

En ese contexto, los retos que enfrentamos como miembro de Mesoamérica ante las grandes potencias y fuerzas económicas dominantes deben ser abordados a conciencia y de manera responsable donde podamos dejarles a nuestras futuras generaciones un medioambiente sano.

La autora es historiadora y docente.

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