El Festival de Debutantes se realizó el 5 de julio en el Club Unión de Panamá. Es organizado por las Damas Guadalupanas y se realiza cada año para recaudar...
- 15/03/2024 00:00
El entuerto de la democracia panameña
A pesar de sus manifiestas deformaciones en su conjunto y tomando en cuenta las variables inocultables que tiene, la democracia es el ideal fundamentado en la soberanía de la voluntad popular mediante la participación de los ciudadanos en las decisiones de interés público.
La democracia es una forma de gobierno contraria al absolutismo o dictadura, irrigada por el reconocimiento de derechos colectivos. Es el remedio contra el autoritarismo y abusos de poder, al término de generar la división de poderes en la administración pública (ejecutivo, judicial y legislativo) para garantizar independencia en el manejo del poder, aunque con articulación a la unidad armónica de su funcionamiento.
Un sistema de verdadera democracia, está intelectualmente pensado contra la unanimidad que anula el ejercicio de la deliberación y crea dogmas inapelables.
La diversidad de ideas que puedan tener los ciudadanos promueve una dinámica pluralista, la cual no anula coincidencias de utilidad común. Mediante el debate, se puede encontrar el trasmallo para atrapar consensos. Desde luego, se requiere una directriz abierta a la comprensión y la tolerancia. No se trata de estigmatizar el pensamiento contrario y más bien, asimilarlo con realismo, asignándole el valor que corresponde, sin adiciones que también puedan llevar a concesiones contrarias a la verdad.
En Panamá, su incipiente democracia, está afectada por la distorsión que proviene desde diferentes sectores de un oficialista que necesariamente no representa la propia gestión de gobierno, sino otras entidades de poder y de la rara conducta de la llamada oposición, compuesta principalmente de partidos políticos y de corporaciones independientes, quienes son del conocimiento de los disparates de las normas y reglas que hoy buscan establecer un orden en el quehacer electoral, con incomprensibles prácticas (correr para varios cargos a la vez y de partidos distintos e incluso desde posiciones de libre postulación, como alianzas sin sentido entre candidatos y partidos con pensamientos y lineamientos contrarios).
Se hace creer que el solo hecho de elegir autoridades nacionales lo es todo para su legitimación. No obstante, esos procesos avalados por el voto popular, no se cumplen con el rigor de la transparencia y en no pocos casos están ilegitimados por el tráfico clientelista, como lo confirman los distintos escándalos donde políticos de nombres rimbombantes están involucrados. Esas fallas de dirección electoral y de mayor transparencias es lo que ha venido degradando el escenario donde se deciden fundamentales asuntos de la nación como, por ejemplo, el poder legislativo, particularmente hablando.
Panamá, y por consiguiente los panameños, debe asumir el nuevo reto, el de elegir a nuevas autoridades de manera no convencional como solíamos seleccionar nuestras preferencias electorales. Ahora hay que barajar la actual oferta electoral que no se distancian los unos de los otros y que son parecidos en conceptos liberales, populistas y hasta chovinistas.