• 13/07/2025 00:00

El impacto de las ciencias en la sociedad

El conocimiento científico, forjado por la incansable búsqueda de la verdad de sus pioneros, es fundamental para el avance y bienestar de la sociedad

A lo largo de la historia de la humanidad se ha reconocido el conocimiento como una variable que genera progreso de la población, bienestar general de las personas y ofrece un horizonte de luz que ilumina los senderos de tránsito de la sociedad primitiva hasta la era contemporánea de nuestros días. Este conocimiento es creado por los seres humanos mediante la educación y la investigación científica.

Grandes personalidades dedicaron una buena parte de sus vidas a plantearse preguntas, observar la realidad, formularse hipótesis y reunir información para comprobarlas o rechazarlas, logrando aciertos y desaciertos en la búsqueda de la verdad de un saber determinado en beneficio de la sociedad. Esa fue su pasión y muchos pagaron caro esta osadía de enfrentar las creencias o mitos existentes, les costó la persecución de la iglesia o del fanatismo político y, otros, pagaron con su propia vida, como fue el caso de Galileo Galilei, condenado por la inquisición, en 1633, por mantener su pensamiento astronómico y físico. Algo similar le ocurrió a Antoine Lavoisier que fue guillotinado durante la Revolución Francesa, en 1794, por mantener sus ideas sobre la química y la biología.

La Edad Antigua contó con los aportes de Arquímedes de Siracusa (287 a.C.), matemático, físico, reconocido por sus experimentos y descubrimientos, entre ellos el del desplazamiento del agua en una bañera y su expresión Eureka. Aristóteles (388-322 a.C.) quien fundó la lógica formal, que comprende el estudio simbólico de los procesos de razonamiento aplicables a la matemática, que incluye los modelos, la demostración, los conjuntos y la computabilidad. También de esta época es Hipócrates (460-370 a.C.), el padre de la medicina. Fue el primer médico en establecer la medicina como ciencia.

Durante la edad media se desatacaron diversos científicos que dejaron un legado de mucho reconocimiento, tales como: Nicolás Copérnico (1473-1543), fundador de la teoría heliocéntrica, publicada en 1543 y, por otra parte, Galileo Galilei (1564-1642), quien fue un gran observador físico y astrónomo, que descubrió, entre otras, las cuatro lunas más grandes de júpiter, las lunas galileanas.

En el siglo XIX, Louis Pasteur (1822-1895), creó las vacunas y el proceso de pasteurización de los alimentos y el fraile agustino Gregor Mendel (1822-1884), fundó la genética. En este mismo período nace la Teoría de la Evolución a cargo de Charles Darwin (1809-1882), que causó una gran revolución en la ciencia de esa época. Unos pocos años después surgen las investigaciones de la radioactividad por parte de Marie Curie (1867-1934), una de las primeras mujeres científicas y profesora de la Universidad de la Sorbona, en París, Francia, ganadora del Premio Nobel de Física (en 1903) y de Química (en 1911). Siendo polaca fue adoptada por Francia donde hizo, junto a su esposo, Pierre Curie (francés), gran parte de su carrera científica.

En el campo de las innovaciones en la electricidad se le reconoce a Nikola Tesla (1856-1943) sus grandes contribuciones en favor del progreso en este campo del conocimiento, y a Marck Planck (1858-1947), el desarrollo de la teoría cuántica, que revolucionó la física al establecer que la energía no se emite ni se absorbe en forma continua, sino en unidades concretas llamadas “cuantos”. La teoría de la relatividad (E=M2) fue creada por Albert Einstein (1879-1955), un científico y filosofo empático, considerado por muchas personas como el mejor investigador del mundo en el campo de la física.

La psicología genética, referente de la teoría constructivista en los aprendizajes de los estudiantes, tuvo en Jean Piaget uno de sus máximos exponentes en el siglo XX. Los aspectos teóricos del cerebro humano, las sinapsis, el aprendizaje profundo y la plasticidad cerebral, fueron contribuciones importantes en la memoria de las personas, se debe en gran parte a las investigaciones realizadas por Erick Kandel, que le merecieron un Premio Nobel (2000). En el campo de la IA y la neurociencia cognitiva se destacó Geoffrey Hinton, también reconocido por sus aportes en su trabajo con Naciones Unidas y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). Timothy John Berners-Lee inventó la web en 1989, desarrolló los tres pilares de la web, el HTML (lenguaje para crear páginas web), en 1991, lanzó la primera página web.

La computación moderna fue creada por Alan Turing (1912-1954), un matemático y lógico británico, informático teórico, filósofo y biólogo. Murió a los 41 años por ingerir cianuro. La teoría del cosmos y del agujero negro fue estudiada desde la física teórica por Stephen Hawking (XX-XXI). Otro Premio Nobel de física (1918), fue Donna Strickland, por sus aportes en láseres ultrarrápidos. Hacia este último siglo, Ahmed Zewail, logró el Premio Nobel (1999), por sus aportes a la femtoquímica, conocidas como reacciones químicas a escala de femtos segundos.

En el primer cuarto de siglo XXI el interés ambiental y el cambio climático han alcanzado niveles de interés insospechados. Al menos tres investigadores son merecedores de una mención especial, James Lovelock, quien propuso la hipótesis Gaia, sobre la tierra como un sistema autorregulado, Syukuro Manabe y Klaus Hasselmann, quienes ganaron un Premio Nobel (2021) por modelar el cambio climático y el calentamiento global.

Los aportes de estas personalidades científicas condujeron siempre a fundamentar la paz, la vida y el progreso de los pueblos. Sin embargo, también hubo y existen quienes investigaron y crean conocimiento científico destinado a producir el mal en la humanidad, mediante las guerras, el genocidio, el expansionismo, el colonialismo y el exterminio de los seres humanos. Pruebas de ello son el holocausto generado por el nazi-fascismo, la desaparición de más de 200 mil almas, con el lanzamiento de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, en Japón.

En los años recientes, nuevas escaladas de violencia y muerte se observan en Europa del este, en el medio oriente y en otras regiones del mundo, creando renovados temores por el eventual uso de las armas atómicas, misiles con ojivas nucleares, drones, aviones, destructores y artillería sofisticada. Todo ello destinado a crear amenazas, destruir, masacrar, someter, esclavizar, crear pánico y hambrunas en la niñez, las mujeres, los adolescentes y los adultos mayores.

La educación debe y tiene la obligación ética de formar a las personas en una cultura de paz a escala global, en todas las regiones, territorios y países del mundo. Tal como fue enunciado por la Unesco al terminar la Segunda Guerra Mundial: “Las guerras nacen en la mente de los hombres, y es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”. La investigación científica debe ser direccionada hacia la comprensión y colaboración entre los pueblos del mundo, hacia su mejoramiento y transformación en espacios democráticos y seguros, en donde la innovación y la sostenibilidad ambiental alcancen los mejores resultados de la inteligencia humana, con dedicación y amor por sus semejantes, en condiciones de equidad y justicia social.

*El autor es docente e investigador de la Universidad de las Américas, Udelas
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