El presidente envió un ultimátum al sindicato bananero Sitraibana que mantiene protestas y cierres de calle en la provincia de Bocas del Toro

No me canso de repetirlo: Casco Viejo es fundamentalmente una comunidad de residentes. Viven en Casco —de manera permanente— alrededor de 1.300 personas, entre sus doce calles y tres avenidas. A esa cifra hay que añadirles los residentes ocasionales que ocupan los hoteles, hostales y los numerosos Airbnb. A ojo de buen cubero, calculamos que, por cada nuevo edificio remodelado, se ofrecen entre 10 y 30 apartamentos residenciales, y solo entre 2 y 4 locales comerciales. Y la tendencia es la de seguir construyendo más espacios para habitar. Por otro lado, el turismo que predomina es el cultural y esperemos que siga así, a diferencia de otros centros históricos, en donde predomina el turismo de “borrachera” o el turismo “sexual”, como en nuestra vecina Cartagena, en donde en las noches, bajo la sombra de la Torre del Reloj, podrías encontrar cientos de personas ofreciendo sexo mercenario, como si fuese un gigantesco lupanar; por muy tentador que suene para algunos, ciertamente eso es lo que no queremos para Casco.
En adición a sus iglesias, ruinas, monumentos históricos y casonas remodeladas, nuestro Casco tiene, por metro cuadrado, la mayor densidad de museos de todo el país, y una faceta de arte viva y vibrante, tanto musical como pictórica y teatral que acentúan su innegable destino cultural.
Lo que sí altera y perturba el reposo sanador, la tranquilidad y la salud de los residentes de la comunidad es el ruido ensordecedor, el ruido que sobrepasa todos los límites establecidos en las normas expedidas tanto por el Ministerio de Salud como por el Municipio de Panamá. Este ruido insalubre, además, tiene un aspecto siniestro: con él se va deteriorando la calidad de vida y se van ampliando los espacios de degradación social y hasta de violencia.
Es por ello por lo que la comunidad no debe bajar la guardia y exigir, siempre, el cumplimiento de las normas pertinentes antirruidos, así como la imposición de las sanciones a quienes su avaricia no les permite escuchar la ley. Afortunadamente, el tema se encuentra regulado tanto en el Acuerdo Municipal 141 de 2014, como en el Decreto Ejecutivo 306 de 2002, del Ministerio de Salud. Las resumimos de la manera siguiente:
1. Es prohibido a los restaurantes, bares, discotecas y cualquier otro comercio tener equipos de sonidos o audios en terrazas, balcones, aceras, patios, azoteas roof tops o cualquier área externa del establecimiento (Art. 9 del Acuerdo Municipal 141 de 2014).
2. Se prohíbe que la intensidad de los ruidos, fuera de los establecimientos, excedan los siguientes decibeles: Horario: nivel máximo: de 6:00 a.m. a 9:59 p.m. 55 decibeles (escala A) y de 10:00 p.m. a 5:59 p.m. 50 decibeles.
3. Las sanciones por el incumplimiento de estas regulaciones van desde una multa, la suspensión de sus operaciones, el decomiso de los equipos, e inclusive, en casos de desacato o reincidencia, el cierre del negocio.
¿Qué debemos hacer para que se cumpla la ley? Aquí van algunas sugerencias:
1. La naturaleza del ruido excesivo es el de ser recurrente: lo puedes aplacar un tiempo, pero en el menor descuido vuelve y aparece. Es como la basura, nunca sabes por dónde volverá a aparecer. Es por ello la necesidad de establecer una estrategia que lo mantenga dormido, sin chance de que despierte. Lo primero es nombrar una comisión contra ruido dentro de la comunidad, pero de carácter permanente.
2. Enviarles una carta a todos los bares y restaurantes, como a cualquier otro establecimiento nocturno, informándoles sobre las leyes contra ruido y la necesidad que mantengan el ruido dentro de las paredes de sus establecimientos.
3. Insistirle al Municipio la contratación de inspectores nocturnos contra ruido. El alcalde anterior los tenía. Sería interesante averiguar qué pasó con ellos.
4. Informarle al Municipio la lista de establecimientos que tienen altavoces o equipos de audio en las partes externas de sus establecimientos, incluyendo los roof tops para que los compela a retirarlos, y de no hacerlo, proceder a su decomiso.
5. Garantizar que los que vayan a hacer eventos en parques o lugares públicos tengan los respectivos permisos, tanto del Municipio como del Ministerio de Salud, con la advertencia de los decibeles máximos permitidos.
4. En los casos de reincidencia o desacato, la comunidad de residentes de Casco, representada fundamentalmente por Avaca, podrá presentar las denuncias respectivas ya sea ante el Municipio y ante el Ministerio de Salud, y en caso de conflictos entre vecinos, ante el juez de paz, para asegurar el cumplimiento de las normas.