• 16/04/2022 00:00

La epopeya de Ayacucho, encuentro de nacionalidades

Frente a una visión tradicional que invisibiliza la presencia foránea, Ayacucho fue, por el contrario, una amalgama de nacionalidades que contribuyeron, en conjunto, al huracán de transformaciones que se produjo hasta en los puntos (civilizados) más alejados del continente

“El Estado no debe ser para nosotros una máquina que funciona a ciegas. No debe ser una casa rígida que se alza ahí delante mientras que dentro de ella ocurre de todo; tampoco debe ser un mero orden funcional al que se unce la vida”.

Estas palabras de Guardini (1930) definen la actitud y el pensamiento político de los combatientes que, en el ejército patriota, participaron en la batalla de Ayacucho aquel 9 de diciembre de 1824 y que, en la construcción de los nuevos Estados, intentaron expresar con sus acciones durante la vida que generosamente entregaron para el nacimiento de un vasto territorio republicano.

Frente a una visión tradicional que invisibiliza la presencia foránea, Ayacucho fue, por el contrario, una amalgama de nacionalidades que contribuyeron, en conjunto, al huracán de transformaciones que se produjo hasta en los puntos (civilizados) más alejados del continente. Corresponde rescatar la memoria de algunos de estos nombres.

Zefferino Ilario Pulini, oficial de las tropas italianas integradas a la ‘Grande Armée’ llega a Buenos Aires a inicios de 1824 desde donde pasa al norte del continente integrándose al contingente grancolombiano del ejército de Bolívar. Pelea en la batalla de Ayacucho destacándose después por sus estudios topográficos. Algunos lo sitúan entre el grupo de exploradores patriotas enviados a examinar el terreno previo a la batalla que determinó la libertad de la América española. Su amistad con el General Andrés de Santa Cruz lo lleva a integrarse al ejército boliviano donde alcanza el grado de mayor. Llevado por una oferta para trazar líneas de ferrocarril retorna al Perú en 1834 y luego pasa a Chile aceptando el cargo de director general de administración de trabajos públicos. Siempre en el ramo de la ingeniería, en 1842 realiza el trazado del ferrocarril entre Valparaíso y Santiago (Santini, 1961; Pizzi, 2009). Una mala inversión en lavaderos de oro lo aleja del continente regresando a Europa entre 1846 y 1848. Partidario de la unificación italiana, hallará la muerte combatiendo como coronel contra el ejército francés en Roma el 3 de junio de 1849.

Domingo Sabino, otro oficial italiano de pasado napoleónico, subteniente en el batallón ‘Rifles’ del ejército grancolombiano. Llega al Perú en el primer contingente que acompaña a Bolívar el 1° de setiembre de 1823. Es herido en el muslo en la batalla de Ayacucho a pesar de ser parte de la reserva, su ardor combativo lo llevó a colocarse en primera línea porque manifestaba a sus compañeros que deseaba capturar una bandera o al virrey en persona. Recibe después el grado de teniente. El historiador Manuel Rosales (1894) sostiene que Sabino nació en Cartagena (Puigmail, 2015).

Alejandro Soumastre o Saumastre, oficial naval francés que, al igual que Sabino, llega con Bolívar al Perú en el ‘Chimborazo’. Es nombrado teniente de infantería de marina con antigüedad al 11 de diciembre de 1820 (Puigmail, 2015). Recibe órdenes para trasladarse al interior del Perú y unirse al Libertador después de la batalla de Junín. Retrasos en su itinerario le impidieron participar en la batalla de Ayacucho perdiendo así la oportunidad de ser el único oficial naval en una contienda terrestre. Sus biógrafos lo sitúan en San Salvador en 1827 donde el presidente Manuel Arce lo promueve como mayor general de la artillería del ejército (Reyes, 1910), sin embargo, el historiador Puigmail (2015) señala que podría tratarse de un homónimo.

Manuel Mariano Vigil, aristócrata chileno con experiencia militar que combate en España en el seno de la ‘Grande Armée’. Regresa a América en 1818, sin embargo, siendo un declarado opositor a Bernardo O’Higgins es expulsado hacia Colombia el 6 de abril de 1820 donde se integra a las fuerzas patriotas llegando a ser edecán del Libertador Bolívar (Figueroa, 1928; Hammerluy, 1974; Rondeau, 1974). “En octubre de 1821, se encuentra como mayor en la ciudad de Guayaquil. Participa en la campaña de Ecuador y combate distinguiéndose en la batalla de Bombona el 7 de abril de 1822” (Puigmail, 2015). Al igual que a Soumastre, vicisitudes de itinerario le impidieron estar en Ayacucho.

Ludwig Friedrich Rasch, oficial de húsares de Westfalia que participa en la campaña de Rusia de 1812 al lado de las fuerzas francesas y en la batalla de Waterloo. Se incorpora al regimiento de guías del ejército patriota en Venezuela (1818) combatiendo ininterrumpidamente en diversas unidades durante la campaña bolivariana. Llega al Perú en septiembre 1823 -con Sabino, Soumastre y Vigil- como ayudante general y edecán de Simón Bolívar. “Entre 1820 y 1823 sirve bajo los generales Juan Valdez y Antonio José de Sucre, participando tanto en la batalla de Junín con los granaderos a caballo colombianos como en la de Ayacucho” (Puigmail, 2015). Es uno de los personajes en el óleo “La Capitulación de Ayacucho” (1924) del pintor peruano Daniel Hernández preparado con ocasión del centenario de la batalla.

Estos personajes liberales tuvieron un notable protagonismo en la defensa y promoción del sistema constitucional, fue un papel donde destacaron los hombres, sin embargo, también las mujeres desarrollarían una actividad pública sólida y continua, pero, por el momento, poco estudiada. Así, se esperan estudios sobre “[…] el esencial papel de la mujer [latinoamericana] en la canalización ideológica liberal dentro del seno familiar” en la década de 1820 (Díez Morras, 2020). Con la victoria de Ayacucho se aspiraba a una nueva burguesía para un nuevo continente.

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