• 24/06/2013 02:00

Escuchas y seguridad

El tema de las escuchas y grabaciones telefónicas es de vieja data. Los países que tienen por qué tener los equipos, los utiliza supuest...

El tema de las escuchas y grabaciones telefónicas es de vieja data. Los países que tienen por qué tener los equipos, los utiliza supuestamente para ‘asuntos de seguridad’. Todos dicen lo mismo. Cada generación de organizaciones de seguridad, en todas las naciones, encontraba la manera de poder darle seguimiento a sus objetivos de interés. El asunto es cuando se desvía de los propósitos señalados para convertirse en una herramienta de persecución política y de violación a intimidad de las personas. Publiqué ‘Ya nadie quiere hablar’ hace unos años cuando inicialmente el tema era tratado en nuestro medio. De seguido reproduzco algunos párrafos.

El mensajero de la empresa donde trabaja la vecina, es del interior. Tiene cinco años de haber llegado a la capital. Terminó la secundaria y quiere seguir la universidad, pero aún no se matricula. Es cordial y amable. Hace bien su trabajo. Le gusta el coqueteo con las chicas con que hace amistad en Cerro Batea, donde vive con su hermana mayor, el esposo de esta y sus tres hijos. En la empresa le dieron un celular para comunicarse con él durante el día y para darle seguimiento a las encomiendas que debe realizar durante su jornada de trabajo, pero por ese celular no puede hablar con las chicas, así que se compró otro celular, a un precio módico y con todos los minutos que le ofrecen en la competencia que llevan todos los días las telefónicas en la captura de clientes.

Con su celular nuevo puede hablar con Diana, la vecina de la otra calle que se dejó hace 10 meses con un albañil, que trabaja en la construcción de uno de esos rascacielos en Costa del Este. Diana le dio su número de celular al mensajero para que la llamara cuando quisiera, pero él mensajero no se atreve. El albañil le dijo que se alejara de su exmujer sino se busca un lío. El mensajero, desde hace una semana, solo atiende el celular del trabajo para cumplir con sus obligaciones.

La señora Justina dejó que se le acabaran los minutos del celular prepago que le dio el señor Carballo, el de la casa grande. Se lo regresó y le dijo que se iba por un tiempo a Chiriquí a ver a un familiar; pero, no es cierto, no quiere que nadie sepa que también vendía los chances clandestinos para Carballo, la lotería de Miami y todos las rifas y one-two’s que se le ocurrían. Una billetera rival amenazó en denunciarla. La rival, usó ese mismo celular por más de ocho años y había logrado formar una larga lista de clientes para vender para la casa grande de Carballo todos los ‘tiempos’ posibles de los números bajitos que la gente quería, aún siendo billetera oficial de la Lotería Nacional. Ese número de celular ya es un peligro por eso Justina lo dejó.

La niña Ángela, de 15 años, ya no habla con su novio Rubén, de 16, tarde en las noches cuando sus padres la creen dormida. ‘No hables esas cosas Rubén, que alguien puede escuchar’. También está considerando dejar de chatear por la computadora. El viejo Edgardo le pidió a su mujer que vendieran la casa y que se fuera a vivir al interior. No confía en las antenas satelitales que una empresa de cable televisión tiene en un lote cerca del barrio: ‘Esos aparatos le dicen a todo el mundo lo que está pasando en la casa de uno’, dice.

El asunto de las escuchas telefónicas es de temer, realmente de temer. Frente a los peligros que amenazan a las sociedades en estos tiempos, puedo, en principio, estar de acuerdo con que los estados (no los gobiernos) utilicen estos sistemas para protegerse contra el crimen organizado que atenta cada día contra la integridad de la sociedad. Creo que a nivel mundial estamos viviendo tiempos muy peligrosos y debe haber mecanismos de inteligencia y de cooperación entre las naciones para salvaguardar y proteger una sociedad de paz.

El tráfico de armas y de drogas; los negocios turbios en materia de blanqueo de capitales y transacciones financieras dudosas. El tráfico de seres humanos marca los más horrendos de los crímenes que, dado sus características y su modus operandi, deben ser combatidos con las últimas tecnologías de inteligencia para, por lo menos, disminuirlos y salvar vidas.

Por ejemplo, el director de la Fuerza de Tarea Interagencial Conjunta Sur, el almirante Charles Michel, señaló ante un panel del Comité de Seguridad Nacional de los Estados Unidos el año pasado que: ‘El corredor México—Centroamérica, incluidas aguas del Océano Pacífico Oriental y del Caribe, es el ‘vector principal de amenaza’ de tráfico de drogas a Estados Unidos.’.

El ‘World Factbook’ de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, continua señalando que Panamá es un ‘punto importante de trasiego de cocaína (...) actividades de lavado de dinero es especialmente pesado en la Zona Libre de Colón’ y que ‘la corrupción oficial sigue siendo un problema mayor’.

Creo que hay suficiente que hacer en materia de vigilancia y seguimiento, como para que nuestros especialistas en inteligencia se la pasen vigilando al mensajero, a la señora Justina, a la pobre Ángela de 15 años o al Sr. Edgardo. Ya ninguno se atreve a hablar por un aparato electrónico, mientras que el crimen organizado sigue ganando terreno en nuestro país.

COMUNICADOR SOCIAL.

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