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- 05/12/2025 00:00
¿Cisma en Panamá o el nuevo cristianismo post minería?
Escribo este segundo artículo como contraréplica al segundo artículo publicado en este medio el pasado 18 de noviembre titulado “El carácter anticristiano de la economía extractivista: el escenario panameño” en el que su autor Roberto Pinnock insiste en llamar anticristianos a todos los panameños que apoyen en alguna forma el extractivismo minero.
El mesianismo del columnista me recuerda la parábola del juicio final del capítulo 25 de San Mateo, donde se separarán las ovejas a la derecha y los cabritos a la izquierda; las primeras son los justos que dieron de comer y beber a los más pequeños, recogieron a los forasteros, vistieron a los desnudos, visitaron a los enfermos y encarcelados; los segundos son los malditos que no lo hicieron. Los primeros irán a la vida eterna y los segundos al castigo eterno. Ahora el mesianismo del columnista añade una categoría nueva a la parábola, los panameños que están en contra de la minería extractivista irán con las ovejas, y los que están a favor serán sumados a los cabritos. Al menos esto es lo que se deduce de las palabras finales de su artículo: “quienes de estos se alineen con la promoción del extractivismo minero metálico en nuestro territorio, simplemente muestran absoluta incoherencia entre su fe y su práctica de vida concreta”.
Comparto con el profesor Pinnock su preocupación por el medio ambiente en Panamá y el riesgo que para ello tiene la minería extractivista, pero es errada su condena a los que tienen una opinión diferente a la suya, llamándolos anticristianos y lanzándoles su anathema sit, como depositario de la única verdad; la suya. Probablemente el autor no ha leído las encuestas que reflejan que la mayoría de los panameños están ahora a favor de una minería ordenada.
Una minería criticada por el columnista porque solo beneficia a “grandes propietarios financieros”. No sé qué pensarán sobre cómo son calificados por este argumento los gobiernos progresistas latinoamericanos como Venezuela, Bolivia, Chile y México, grandes exportadores de petróleo, gas y cobre.
Para ser constructivos, me permito ofrecerle a los lectores la versión de la Iglesia sobre este tema, que desde luego es más autorizada que la del columnista. Para empezar, le recomiendo leer el mensaje del cardenal Michael Czerny, Prefecto del Dicasterio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, al seminario web organizado por el Consejo Episcopal Latinaomericano y Caribeño y la Red de Iglesias y Minería el pasado 17 de julio, durante la presentación oficial del documento Orientaciones pastorales de las Iglesias católicas frente a la minería. Este documento fue elaborado después de reuniones con 16 obispos latinoamericanos residentes en regiones con fuertes conflictos relacionados con la explotación minera, celebrada en Panamá en octubre de 2024. En ese mensaje el cardenal Czerny cita palabras del Papa Francisco en su Mensaje para la X Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, donde el Santo Padre recuerda que “el ser humano no debería dominar despóticamente lo creado, sino establecer una relación basada en el respeto, el equilibrio y la reciprocidad”. Esto es bonito y nos invita a todos a realizar una minería respetuosa con el medio ambiente y con los pueblos que habitan esas tierras. Todo lo contrario de la maldición que nos echa el columnista. Ciertamente la encíclica Laudato Si del Papa Francisco habla de la deuda ecológica y los daños que la actividad extractiva causa en territorios y a quienes la habitan; obligándonos a hacer una minería humana. Pero eso no significa la condena in genere de los “organismos avarientos internacionales en avanzada”, que señala el columnista. El documento del Papa invita positivamente a trabajar por un ambiente ecológico; las ideas del columnista destilan rechazo.
La propuesta cristiana de una hoja de ruta para la minería extractiva en Panamá - y los países latinoamericanos - viene en el documento que arriba cito, Orientaciones pastorales de las Iglesias católicas frente a la minería del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, una transición en tres pasos: pasar de una minería predatoria, a una necesaria y terminar en una minería esencial centrada en la justicia ecológica y social. Pero, aclara el documento, entendiendo un nivel esencial de extractivismo necesario para la tecnología, la producción y la vida cotidiana; y escuchando a las comunidades involucradas. Esta hoja de ruta para nosotros me parece más acorde y cristiana con lo que queremos. Todo lo contrario de la propuesta mesianista del columnista.
Critica nuestra estructura empresarial de banqueros y comerciantes panameños dependientes de un sistema financiero dolarizado. No sé en que país vive el columnista; le aconsejo que se lea la memoria anual de Ampyme y el documento Mipymes de la CSS para que se dé cuenta que el 97% del parque empresarial panameño es de pequeñas empresas que viven de ese sistema y hacen Panamá. Y que gracias a estar dolarizados casi no tienen inflación.
El columnista critica lo poco que gastamos en energía renovable frente a minería extractivista. Pués bien, el documento anterior también se hace eco del riesgo de las energías limpias que requieren en su fabricación una ingente cantidad de minerales críticos. Las cosas no son tan sencillas. Se propone en este documento contemplar el Evangelio de la Creación y a la Iglesia en su papel de mediadora; y a todos nosotros como custodios de la Casa Común. Me parece que ahí estamos reflejados la inmensa mayoría de los panameños -sin confrontaciones- apoyándonos en esta Casa Común que es nuestro Panama, al que queremos más próspero, con pleno empleo, y más justo.