• 27/12/2023 09:57

Esperanza de mejores tiempos

Cuando nos encontremos con una persona en esta situación, no juzguemos, cada uno tiene una historia que contar

La ciudad de Panamá tiene vistas panorámicas muy bellas y apreciadas desde la ventana de un avión proyectan porvenir como indica una de las estrofas de nuestro Himno Nacional, escrito, la letra por Jerónimo Ossa Escobar y la música por Santos Jorge Amatriaim, “el progreso acaricia tus lares, al compás de sublime canción, ves rugir a tus pies ambos mares, que dan rumbo a tu noble misión”.

Esta ilusión se desvanece cuando caminamos por las avenidas y nos percatamos que la cultura ciudadana cada día se debilita reflejándose en la deficiente rendición de cuentas, en la falta de concientización para el tratamiento de la basura, el deterioro de las infraestructuras públicas, la mendicidad, entre otros factores.

Después de la pandemia, se ha incrementado el número de personas con enfermedades mentales deambulando día y noche sin hogar. Quizás, pienses, ese no es mi problema, pero sí, es una situación que nos atañe a todos porque no es una película, es la realidad.

Si, se crece con valores endebles y la comunicación familiar es deficiente se podría carecer de resiliencia para afrontar las situaciones difíciles que se encuentran en el camino de la vida como: la baja autoestima, el desempleo, las enfermedades, etc. La salud mental podría afectarse y tener repercusiones en el estilo de vida de la persona; por ende, desmejorarlo.

Te comparto algunas líneas de la canción “No basta” interpretada por Franco de Vita. “No basta; que de afecto tú le has dado bien poco; no basta; porque cuando quiso hablar de un problema; tú le dijiste: niño será mañana; es muy tarde; estoy cansado; no basta; con comprarle curiosos objetos; no basta; cuando lo que necesita es afecto; aprender a dar valor a las cosas; porque tú; no le serás eterno.” La familia es la responsable de enseñar los valores: amor, bondad, compasión, esperanza, esfuerzo, generosidad, justicia, paciencia, perdón, respeto y responsabilidad.

Cuando nos encontremos con una persona en esta situación, no juzguemos, cada uno tiene una historia que contar. Desde su silencio y su mirada distante, en ocasiones pueden aparecer destellos de paciencia y generosidad como la que he visto en una de las calles de la ciudad, hubo un grupo de ellos, que adornaron un arbusto y en la punta colocaron una estrella. En las mañanas, los encuentras sentados alrededor del árbol conversando y compartiendo el alimento que alguna persona les ha obsequiado.

Mi lección aprendida, ellos tienen la esperanza que vendrán mejores tiempos dentro de su condición comparten y se ayudan entre sí.

Las acciones que hagamos hoy tendrán sus resultados inmediatamente o en el futuro. Una decisión errónea puede provocar un desequilibrio a nivel de nuestras vidas y de país. Reconocer nuestras faltas no es sinónimo de debilidad más bien de humildad. Vendrán mejores tiempos, si cada uno desde nuestro corazón sana todo sentimiento que nos este quitando la alegría de vivir.

Gracias a todas esas personas, héroes anónimos, por haberles brindado un desayuno o almuerzo. Gracias a las comunidades de fe por su labor en sus comedores. Gracias a las organizaciones sin fines de lucro y las empresas que coadyuvan desde sus diferentes programas de responsabilidad social conjuntamente con las autoridades gubernamentales.

La autora es docente.

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