• 08/08/2023 00:00

Falta de agua del Canal de Panamá e industria minera

“Si queremos que llueva, debemos reforestar y darle la oportunidad a la tierra de recuperar parte de las capacidades cortadas por la motosierra”

El Canal de Panamá, la obra de ingeniería maravillosa del siglo XX, fue inicialmente construido por los norteamericanos y posteriormente ampliado por los propios panameños a principios de este siglo XXI. Esto ha permitido aumentar la capacidad de la vía interoceánica, facilitando el paso de naves de mayor tamaño que el previsto en el diseño original de las esclusas.

El canal funciona con agua dulce y limpia, de hecho, es la empresa que mayor cantidad de agua consume en sus operaciones, al tiempo que se convierte en el nervio motor de la economía panameña de forma directa e indirecta, impactando esencialmente a las provincias de Panamá, Panamá Oeste y Colón.

En Panamá al igual que en Costa Rica, los Gobiernos han decretado la emergencia hídrica, producto de la disminución de las lluvias, que ha provocado bajos niveles de agua en ríos y lagos; en el caso de Panamá, los lagos Gatún y Alajuela son vitales para el funcionamiento del Canal.

La industria minera en Panamá solo tiene tres proyectos mineros activos y uno de ellos está en producción. Se trata de Cobre Panamá de la subsidiaría Minera Panamá, los otros dos se encuentran en etapa de diseños y desarrollo para construir las infraestructuras necesarias que garanticen procesos responsables, modernos y limpios al llegar a la etapa de producción.

No es la actividad minera lo que ha provocado la emergencia hídrica, nada más absurdo. Lo escuchamos con frecuencia, ahora más en tiempos electorales se acentúa, dado que muchos politiqueros ven cómo se agotan sus opciones de captar votos. Se inclinan por levantar la bandera de la antiminería, comprando los discursos plagados de clichés de los eternos vividores de la profecía de los desastres. Muchos intentan hacer negocios con las empresas mineras (conozco casos puntuales), al tiempo que se rasgan las vestiduras en discursos y arengas contra la industria minera. En primer lugar, los procesos productivos de los proyectos mineros funcionan con sistemas de circuito cerrado, el agua se recircula, procurando llevar al mínimo las necesidades de nuevas recargas.

Ningún proyecto minero en Panamá compite en consumo de agua con el Canal de Panamá, y tampoco ha sido la industria minera la responsable de la deforestación brutal a la que ha sido sometido el territorio nacional. Se ha explicado hasta la saciedad que, en los últimos cincuenta años, la motosierra de la expansión de la frontera agropecuaria ha sido la responsable de la deforestación de dos millones quinientas mil hectáreas; es decir, un tercio de la superficie total del país.

Por su parte, empresas mineras, como Minera Panamá, son responsables de la reforestación de más de cuatro mil hectáreas, además de la recuperación de más de mil hectáreas a través de la regeneración natural y espontánea en zonas donde los potreros son la nota característica del paisaje. El otro proyecto era Gold en Cañazas, el cual no ha deforestado ni ha cortado árboles en un entorno de potreros y rastrojos, sin dejar de contribuir paulatinamente con pequeños proyectos de reforestación a la vez que proyecta plantar cientos de hectáreas de árboles alrededor de su pequeño proyecto.

La minería no solo no compite con el Canal, la minería complementa las acciones de reforestación y protección del entorno, respetando la vida silvestre e interactuando social, cultural y económicamente con las comunidades aledañas.

Muchas personas hablan y repiten conceptos desgastados hasta que visitan los proyectos y constatan por experiencia propia, cuan equivocados han estado, reconociendo públicamente los aspectos mayormente positivos que contribuyen a elevar la calidad de vida de esas comunidades.

En Costa Rica no hay minas, pero se encuentran en medio de una emergencia hídrica, solo faltaría que responsabilicen a la industria minera panameña de la ausencia de agua en estos tiempos de sequías.

Los panameños tenemos la obligación de estar vigilantes, para que todas las actividades económicas se realicen de manera responsable, al tiempo que debemos hacer docencia para no satanizar una actividad por los daños causados por otras.

Debemos legislar con urgencia para hacer obligatorio el reforestar al menos el 15 % de los potreros existentes, en una sinergia entre la Asamblea Nacional, el MIDA, el Idiap, la facultad de Agronomía de la Universidad de Panamá, empresas privadas y sociedad civil. Esta iniciativa se la he compartido en varias ocasiones al presidente Cortizo (vía redes sociales), a diputados, a ministros y a muchos profesionales panameños, comprometidos de verdad y no de forma cosmética con la protección del ambiente.

Si queremos que llueva, debemos reforestar y darle la oportunidad a la tierra de recuperar parte de las capacidades cortadas por la motosierra.

“ACTA NON VERBA”.

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