El buen trato en casa y una vida sin violencia son algunos mensajes incluidos en las letras de las ‘Chiquicoplas’, una versión de las tradicionales coplas...
- 16/12/2020 00:00
Formación revolucionaria
El escritor español Marcos Chicot presentó recientemente un libro denominado El asesinato de Platón y cuando le preguntaron por qué había seleccionado a este personaje para contar una historia, contestó que su obra está llena de un llamado a una conciencia revolucionaria. Es decir, que su capacidad de preparar a otros para hacer frente a las circunstancias de la vida estuvo colmada del deseo de convertir a sus interlocutores en activistas para el cambio.
El maestro Daniel Prieto Castillo contaba precisamente sobre el filósofo griego, que él había manifestado que “las palabras no son las cosas; pero, permiten ir a ellas”. Y acotaba que también hacia nosotros mismos y en dirección al otro. Cierra esta idea cuando plantea que “… ese horizonte de posibilidad humana contra el que puedes golpearte como contra piedras o llenarte de luz como contra arcoíris”. Preciosa imagen que esboza la acción educativa.
No solo ella, sino precisamente el discurso pedagógico, título de una obra en que participó Prieto Castillo y que rescata una forma particular de expresión del conjunto de mensajes que circulan en el aula y cuyos resultados logran no solo perfilar a quien aprende, sino también preparan sus potencialidades para convertirse en un agente de trasformación en todas las instancias en que se vaya a desenvolver.
Esto tiene un mayor y más profundo impacto que otras manifestaciones de la comunicación, que la política y que la religión, porque es un acercamiento a la realidad que toma como herramienta una variedad de enfoques y posibilita hasta el juego para simular y alcanzar a armar modelos que luego van a concretarse en la praxis. Como apunta Prieto Castillo; “reitera fórmulas, ordenamientos, sistemas de control, de evaluación, de clasificación”.
Se logra el robustecimiento en la mentalidad y sobre todo cuando se tiene en cuenta que, independientemente de la materia enseñada, lo importante es conseguir el enriquecimiento de la inteligencia emocional para poder procesar lo que se tiene enfrente. Esa labor la tenía, quizás en forma no tan consciente, la plantilla de profesores del Instituto Nacional durante la década de los años sesenta del siglo pasado.
Nombres como Ricaurte Soler, Héctor Peñalba, Pablo Pinilla, Julio Alcedo, Constancia K. de Escobar, Aura Alvarado, Ernesto “Macumé” Argote, Arturo Wolfschoon, Bernardo Mc Nally, Martín Alpírez, Rosa E. Mata, Gilda S. de Rovi, Adolfo Chang Wong, Mario Molina, Humberto Brugiatti, Eduardo Davidson, las hermanas Patiño, Ángel y Ricardo Jaén, Luis Vergara y Carlos Arrieta de la Hoz, entre otros, tuvieron esa influencia en una generación.
Algunos de ellos, como el espigado Arrieta, solían utilizar un lenguaje encendido para avivar los espíritus estudiantiles e inculcar una sensibilidad hacia los acontecimientos políticos que se vivían en la época. Otros, como Soler, eran más tranquilos y con un enfoque incisivo sobre el devenir histórico-filosófico del país, que superaba el clima de los incidentes coyunturales. Peñalba se llenaba del pensamiento de los clásicos de la democracia.
Cada uno de ellos resumía una pletórica conjunción de valores. “Vergarita”, desde su estudio de música, además de enseñar teoría, inspiraba la imaginación al poner grandes piezas y pedir cerrar los ojos y luego explicar qué se sentía con los acordes escuchados.
Es por eso que las oleadas de almas rebeldes egresadas del Nido de Águilas, no importa la especialización del bachillerato, tenían las competencias para comprender los síntomas socioeconómicos de los tiempos que se vivieron en esos años y los posteriores.
Carlos Arrieta resumió ese perfil mencionado por Prieto Castillo. “Ser dueño de la palabra, monopolizar los recursos de comunicación en determinado contexto es un privilegio que no muchos profesionales tienen. Privilegio y por lo mismo, responsabilidad”. Con su reciente fallecimiento, se ha ido también una época y una forma de transferencia de instrumentos para aprehender la complejidad del entorno y la oportunidad de su transformación.