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- 04/09/2024 01:00
Género en peligro
Agentes de la Policía lograron rescatar a una mujer que había sido maltratada por su pareja y que la mantenía herida y maniatada dentro de una vivienda, en uno de los más recientes capítulos de violencia de género en el país. Noticias semejantes han aparecido en los medios de comunicación y se resalta que estos casos han aumentado durante los últimos meses y causan preocupación a las entidades con competencia en esta situación de implicaciones sociales.
Lo preocupante es que las medidas de prevención no terminan de esclarecer el panorama y las cifras demuestran la irregularidad del fenómeno. En 2023 hubo 15 femicidios, 19 tentativas y 31 muertes violentas. Todos estos indicadores mostraron un descenso con relación al año anterior. Sin embargo, a julio de 2024, el Ministerio Público informa que hay 11 femicidios, 0 intentos y 16 muertes violentas.
Los hechos que recogen malas experiencias entre quienes comparten una relación sentimental suelen llamar la atención por la crudeza que en ocasiones presentan y donde por lo general, son las mujeres las que llevan la peor parte. Con frecuencia la etapa violenta es la culminación de una secuencia de malas interpretaciones, irrespeto, acoso, actos caracterizados por la fuerza y la presión psicológica.
Los protocolos a seguir ante tales circunstancias suelen no estar muy divulgados. Por lo general, la dama involucrada presenta una mayor vulnerabilidad porque en el seno del vínculo, a ella se le enseñó de la “total obediencia y respeto” y muchas veces interpreta que, no obstante, sufrir vejaciones, en el fondo “la quieren” y prosigue ocupando el rol en que se presentan los síntomas.
Cuando la persona que lleva la peor parte decide quejarse en las oficinas encargadas de atender las anomalías, empieza un ejercicio burocrático y la justicia procura enmendar dicho estado de cosas. Documentos, despachos, instancias y un tiempo en que todo avanza lentamente. Aquí el espaciamiento opera en contra de las afectadas, que deben someterse a la velocidad que suponen estos procesos.
En ocasiones, las consecuencias van a ser fatales para el elemento más vulnerable, como le ocurrió a una señora que acudía todos los días a un juzgado a buscar medidas para que la pusieran fuera del alcance de su agresor. Un día dejó de presentarse en el lugar y alguno de los funcionarios se extrañó; entonces se escuchó que otro dio la información de que la infortunada había fallecido, pues el marido la localizó y acabó con ella.
Abundan los casos como estos con fallidas acciones de separar y proteger a las víctimas del despropósito y la conducta agresiva de individuos que no tienen un sentido claro del papel de la unión matrimonial o de las experiencias amorosas. Intervenir en medio de un clima de consecuencias improbables no constituye una garantía eficiente de salir con éxitos en la protección de quienes están afectados.
De los 11 casos de femicidio que se han presentado de enero a julio de 2024, siete corresponden a mujeres entre 18 y 29 años de edad. Esto implica que, por lo general, en el inicio de la vida conyugal o del establecimiento de nuevos hogares se presentan los primeros indicios de que la realidad no tendrá un normal desenvolvimiento. Se requiere, entonces, crear condiciones y una formación adecuada en los primeros años de la adolescencia.
¿Es necesario enseñar a los jóvenes sobre cómo desenvolverse en la vida matrimonial? ¿Cómo enseñar a ver y determinar las claves de lo que ocurrirá?
Las uniones son además de un vínculo civil, una construcción social en que se parte de una unidad de ambos cónyuges. Pero sucede que no se prepara a los futuros adultos para tal estado y la cultura adquirida actúa en perjuicio de ellos.
Es necesario fortalecer la fase previa al matrimonio mediante programas que contribuyan a cambiar esas conductas y a terminar con la violencia y muertes de las mujeres.