El Metro de Panamá detalló que la construcción de la Línea 3 cuenta con un avance del 75%. Aunque aún no se conoce una fecha para la terminación de la...
- 10/12/2020 00:00
Estar en guardia
Hace nueve meses la mayoría de los panameños conocíamos de personas contagiadas de COVID-19 por los medios de comunicación y, ciertamente, eran más una cifra que casos que nos impactaban directamente.
Las circunstancias han cambiado sustancialmente. De los poco más de cuatro millones de panameños, el 75 % habita en áreas urbanas. A este dato podemos agregar que el 68 % de los casos confirmados de COVID-19 se han concentrado en las provincias de Panamá y Panamá Oeste. Si sumamos los casos de Chiriquí y Colón, aumenta a 80 %.
Estos datos imponen la realidad que estamos viviendo, que cada día nos enteramos de algún familiar, amigo, compañero de trabajo o conocido que está contagiado.
El personal y los centros de salud hacen un gran trabajo, Ministerio de Salud, CSS y hospitales privados; sin embargo, las disponibilidades y la resistencia se agotan. En julio las autoridades supervisaban la adecuación del Centro de Convenciones Figali, en noviembre ya atendía cientos de pacientes.
Europa afrontan la denominada “segunda ola”, en algunos países ha sido más agresiva que la primera. Se apunta directamente a que durante los meses de verano y con la caída de los contagios, la población relajó las medidas de protección.
La principal fuente de relajación es el rompimiento de la “burbuja familiar” para reuniones con la familia extendida. ¿Cuántos casos conocemos de un contagio por una cena familiar o porque uno de los miembros del entorno cerrado fue a un encuentro de amigos?
¡Qué difícil! Cuando está tatuado en nuestra idiosincrasia el esperar las fiestas de fin de año, para los encuentros familiares, pedir que estos no se realicen. Pero es aquí donde se requiere la conciencia individual.
Tan importante como las decisiones que tomen las autoridades, o tal vez más, están las que de manera voluntaria asumamos cada uno. Muchas decisiones tendrán que ser contra natura, pero absolutamente necesarias para contener el virus.
Recuerdo una broma sobre el significado de la luz amarilla en los semáforos que, si se conduce en la ciudad de Panamá, a veces no es tan broma nada. Se decía que la interpretación correcta, en vez de, prepararse para detener el vehículo, era “acelere que viene la roja”. Así intentar definir la cultura del panameño. Nada menos apropiado en estos momentos.
Abocados a diciembre, debemos actuar en dirección contraria a lo que nuestra naturaleza nos manda. Extremar las medidas de protección y, casi, imponernos la cuarentena voluntaria. Cumplir con nuestras obligaciones laborales, nuestras necesidades básicas y, después de eso, limitar las salidas. No le pasamos a papá Estado el trabajo de meternos en cintura, lo asumimos con responsabilidad como ciudadanos comprometidos con nuestro país y con nuestras familias.
Hay muchos a los que se les hace más difícil cumplir con la corresponsabilidad de cuidarse, por múltiples razones. No se trata de juzgar al otro, es de aportar más. Reducir los riesgos de contagio nos ayuda personalmente, pero también impacta a la sociedad toda.
Al inicio de la pandemia expresé que no me parecía apropiado el símil de guerra (combate para acabar con otro) para aplicarlo a lo que enfrentábamos; y que lo veía más como un reto (objetivo difícil de lograr, pero que conlleva estímulo y desafío). Ahora, escuchando a muchos hacer llamados a no “bajar la guardia”, creo que es más apropiado convocar a “estar en guardia”.
Podría parecer semántica, pero no lo es. No es lo mismo, no relajarnos que, conscientemente frente a cada acción, reducir los riesgos a su mínimo, poniendo atención a lo que se nos viene encima.
Las exigencias de un 2021 muy difícil, nos obligan a detener el impacto de la enfermedad lo antes posible. No debemos poner nuestra suerte nacional exclusivamente en la vacuna y los planes de vacunación (que serán otro gran reto). Una vez más, la responsabilidad está en nosotros mismos.
Para darle empeño a ese compromiso, grabemos en nuestros pensamientos que el 75 % de los fallecidos por COVID-19 son mayores de 60 años. Mucha de esa experiencia la necesitamos -y mucho- para construir ese Panamá mejor que todos anhelamos.