• 24/04/2018 02:01

Héroe y rebelde

‘El director diseñó la estructura de la cinta, para recordarle a una sociedad sedienta de inspiración, que existen aún figuras inspiradoras'

Extranjeros que visitan o invierten en Panamá, me comentan que el país tiene una cultura pobre. Los rebato recordándoles el festival de jazz de Danilo Pérez celebrado cada enero, el festival de cine de Pituka Heilbron cada abril y la feria del libro cada agosto.

Pero la cultura panameña no se limita a eventos anuales. También incluye las salomas, la comida antillana, el torito guapo, las casas de quincha, el calipso, el chicheme y la mola, por ejemplo.

Quiero referirme al festival de cine que mencioné en el primer párrafo. En 2012, gracias al director Abner Benaim, proyecté su película del 2009 Chance en una universidad en Seúl. Estudiantes coreanos disfrutaron esa comedia que describe las peculiaridades de nuestras clases sociales. En 2013, con la película Invasión, Abner revisó un momento duro y vergonzoso de 1989. Hace poco, en la clausura de la 7a edición del festival, acompañado por mi hijo, vi su producción más reciente. Ahora escudriña la vida de Rubén Blades.

Al inicio, el cantante describe la precoz conversación sobre la muerte que tuvo con su abuela Emma. Con aquel intercambio a los cuatro años, la señora le sembró prisa por ser y por lograr.

Disfruté al revivir días entre 1980 y 1987, cuando conocí las canciones de Maestra Vida, uno de los varios álbumes en que Blades describe la sabiduría que habita en las esquinas de los barrios. Lo escuchaba en casa de María, mi abuela, quien me contaba sobre Anoland Bellido de Luna, madre de Rubén y madrina de mi tía Cassandra Naylor.

Sonreí al recordar la broma cómplice que mantengo con mi esposa, pues nos vemos reflejados en la historia de la niña cándida y el trompetista con el cual esta se fuga a ‘un cuarto chiquito con muy pocos muebles'. La historia descrita por Blades en la canción Ligia Elena, es un himno a la ironía y al poder del alma buena que vence prejuicios.

Más allá de las anécdotas que la música nos permita coleccionar, hay un asunto que quiero enfatizar: la inspiración. Pocos pueden inspirarse a sí mismos y muchos necesitan ser inspirados. En eso reside la importancia de contar con modelos. Carl Jung, psicólogo suizo, aduce que hay doce y los llamó arquetipos. Rubén encarna dos: al héroe y al rebelde.

Héroe por el valor de llegar limpio a New York. Se construyó un destino con la humildad de tener un título de abogado, pero aceptar un trabajo de cartero. Endulzaba su café con paciencia, seguro del inevitable encuentro que su talento tendría con la suerte y de que el sello disquero FANIA lo reclutaría.

Rebelde por preferir el camino difícil. Evitó el atajo de las canciones sonsas. Apostó a ser el juglar de la cotidianidad latinoamericana y alcanzó el éxito.

Plástico, por ejemplo, la canción que inicia describiendo la cultura del consumo excesivo y la hipocresía, termina con un llamado: ‘estudia, trabaja y sé gente primero'. Efectivamente, ‘allí esta la salvación'.

El director diseñó la estructura de la cinta, para recordarle a una sociedad sedienta de inspiración, que existen aún figuras inspiradoras. Su propósito es mostrar que podemos sentirnos realizados, si estamos dispuestos a ser fieles a nuestros talentos y a calzarnos los zapatos del esfuerzo.

También nos inspira Durán con sus puños, Mariano con su brazo y recientemente, Román con sus piernas. Competir internacionalmente nos lleva a nuestro mejor nivel.

Hay muchos otros héroes y rebeldes. Son anónimos e imperfectos. No son estrellas de la música o el deporte, pero usan la misma fórmula: talento, esfuerzo, constancia y competencia.

¡Qué bueno que la fortuna sonrió al director Benaim! A pesar de su reputación de gruñón y hombre celoso de su privacidad, Blades le abrió las puertas de su casa y de su mente. La película, un fruto cultural, está disponible.

INVESTIGADOR DE MERCADOS.

‘Pocos pueden inspirarse a sí mismos y muchos necesitan ser inspirados'

‘¡Qué bueno que la fortuna sonrió al director Benaim! [...] Blades le abrió las puertas [...]'

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