• 24/12/2008 01:00

Las tres arcas y media I

En el reino de las garzas transcurrieron cuatro años, con cuatro meses, con cuatro días y cuatro noches donde todo fue tranquilidad, paz...

En el reino de las garzas transcurrieron cuatro años, con cuatro meses, con cuatro días y cuatro noches donde todo fue tranquilidad, paz y fortuna, aunque esta última no siempre alcanzaba a todos los pobladores del reino. Fue cuando, sin ningún aviso y contra todos los pronósticos de los sabios que presagiaban quinquenios de abundancia, se desató una feroz tormenta que azotaba la existencia de los habitantes de las tierras bajas y comenzaba a amenazar también a los habitantes de la tierra media, pues los habitantes de las tierras altas no temían ser afectados. Los altos muros de sus palacios los protegían contra las inclemencias y el desasosiego.

No fue solo la naturaleza que se ensañó contra el reino, este tiempo caótico fue aprovechado por los descarriados malandrines para realizar fechorías sin importar quiénes fueran quiénes. En medio de la turbulencia eran atacados, pobres y ricos, altos y bajos sin el menor escrúpulo, a la luz del día o en la oscuridad de la noche. Nadie estaba a salvo. Solo podrían escapar hacia otras tierras y esperar que pasase el mal tiempo y la violencia. Para alcanzar un futuro mejor quedaba la esperanza de las tres arcas y una que no llegaba a arca, porque estaba destartalada. Los habitantes desesperados corrieron por miles para intentar abordarlas. Cada quien acudía a su arca de preferencia, la cual se ajustara a sus necesidades y donde pudiera convivir pacíficamente durante algún tiempo con habitantes que comulgaran con sus creencias.

Fue así que el arca que llevaba por emblema el tricolor se llenó primero, ahí no discriminaban por el color del pelaje o el peso, cualquiera podía subirse sin invitación y sin pertenecer a ningún grupo selecto de la comunidad, era un grupo unido y todos remaban a buen brazo, se vanagloriaban ser hombres y mujeres de corazón.

Había otra arca en un cañaveral a la cual también acudieron muchos, todos animados porque ahí se la pasaba bien, siempre había buen licor con que calentarse y en medio del sufrimiento tenían cómo ahogar las penas. Aunque en esa arca habían ocurrido algunos incidentes bochornosos, que nunca fueron investigados y que empañaban su buen desempeño, parecía segura. En la media arca nadie quería subirse, porque sospechaban que esta al hacerse a la mar, comenzaría a hacer agua a borbotones y ninguno estaba dispuesto a semejante travesía tan incierta, solo unos pocos testarudos y valientes amantes de la aventura.

En la arca de la tierra de los comerciantes donde se rumoraba que solo cabían 99, quedaba mucho espacio. Esta arca estaba llena de anaqueles, víveres y enseres, pero nada era gratis en ella, todo estaba a la venta, era cómoda y no escatimaba en recibir a cualquiera que tuviera algo que ofrecer a cambio de un buen espacio. Ahí se subieron solo los que pudieron pagar y aquellos que no se sintieron cómodos en las otras arcas.

Las tres arcas y media se hicieron a la mar en busca de mejores tiempos.

-El autor es M. Sc. Administración Industrial.gperear@cableonda.net

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