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- 27/08/2013 02:00
¡Que siga el fiesto! III
En mis escritos mantengo la tesis de que somos un país surrealista, kafkiano, paradójico rayando en lo absurdo. Las evidencias abundan. Veamos algunas manifestaciones que dan crédito a mi tesis. El sábado pasado un periódico de la localidad publica alarmado (con razón) la cifra que los panameños nos gastamos en juegos de azar, apuestas, mejor dicho: ‘chinguía’. Indica que en los últimos 12 meses nos gastamos $1,147,000,000 en ‘chinguía’. Esta cifra no incluye lo que nos gastamos en chances y lotería, que anualizado crea un estimado de $544,000,000; lo que sumado a la cifra anterior de ‘chinguía’ representan un gasto anual de $1,691,000,000. (Imagínense lo que un gobierno serio pudiera hacer con ese monto). Tampoco incluye los chances clandestinos, rifas, juegos de azar, clandestinos, etc. Por el otro, la queja constante de la población esa misma que se gasto $1,691,000,000 en ’chinguía’, es el creciente alto costo de la vida que en el mismo periodo ha crecido en un 6,2%, mayor que la tasa de inflación ¿No es paradójica, surrealista, esta situación?
Esto se convierte aún más absurdo cuando comparamos la cifra anterior que nos gastamos en ‘chinguía’ con los pregonados ‘subsidios’ del gobierno, mejor llamados dádivas, porque no los hemos ganado con nuestros esfuerzos; de hecho, nos los han regalado. El gobiernos se gasta millones en propaganda para resaltar los miles de millones que entrega en dádivas a la población. Estoy seguro que mucho de ese dinero va a parar en ‘chinguía’.
Hay más evidencias de como buen país surrealista las prioridades y los valores están invertidos. Un país donde la mayor queja es el alto costo de la vida, como ya lo he mencionado, con una población de 3,500,0000 habitantes (mal contada, pues el último censo no fue bien organizado) posee 6,000,000 de teléfonos celulares, o sea, casi el doble de la población, el ítem de mayor venta en los supermercados es la tarjeta prepago. ¿No es paradójica esta situación?
Otras evidencias circunstanciales de prioridades traslocadas. La cerveza es el segundo ítem de mayor venta en los supermercados y cuesta menos que la leche. (Esta condición no deja de sorprender a mis visitantes extranjeros). Las ventas de automóviles continuamente rompen records. Los restaurantes, cantinas y centros de diversión se llenan aún en días no festivos. En el caso de los espectáculos, los boletos más caros se agotan primero. Y nos quejamos del alto costo de la alimentación. ¡Que siga el fiesto!
Y si hablamos de valores, solo basta con mencionar que haber sido funcionario de cierto nivel, como fue mi padre y quien escribe, y salir limpio por no robar, es ser ‘pendejo’.
Por el otro lado, hemos llegado a tal grado de apatía que ya las múltiples evidencias de degradación de nuestra sociedad, corrupción, caudillismo, clientelismo, crimen, no nos sorprenden ni nos alarman. Vivimos en lo que he aprendido a catalogar en una eterna condición de ‘apatía inducida’, obviamente favorecida por el gobierno.
Lo que es más serio, no nos percatamos de que hay fuertes señales de que el periodo de vacas gordas que hemos vividos los países emergentes ha terminado y, como ciclo histórico desde épocas bíblicas, entraremos en el periodo de las vacas flacas, que sin duda nos afectará en mayor o menor grado. Eso significa que podemos anticipar que aún podríamos seguir creciendo, pero no al ritmo actual y que será difícil a futuros gobiernos mantener el presente nivel de clientelismo.
También debemos recordar que pronto terminarán las megaobras, inclusive la ampliación del Canal, ¿qué pasará con esa masa cesante que resultará de la culminación de esas obras? Agreguemos el hecho de que esos eventos coincidirán con los pagos de las múltiples obras ‘llave en mano’. ¿Estamos preparados para estos eventos? Mi impresión es que no lo estamos ante nuestra actitud de que ‘Siga el fiesto’ en que vivimos, tanto por el lado del gobierno, los políticos, que por nosotros mismos. Para mí es muy preocupante esta situación.
La pregunta que tengo continuamente en la mente es cuándo despertaremos de nuestro letargo y regresaremos a la realidad. ¿Cuándo terminará ‘el fiesto’? Créanme ese momento llegará, es solo cuestión de tiempo. La Historia lo dictamina y ella tiene el mal hábito de repetirse; llega siempre un momento cuando los pueblos dicen ‘¡Basta ya!’. Ha ocurrido siempre y sucederá. Ruego que ese despertar social sea controlado, pacífico.
BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.