• 15/01/2017 01:03

Indiferencia periodística

Se abría la puerta y, al fondo y al frente de la puerta se contemplaba siempre la figura casi inamovible de un hombre delgado

Se abría la puerta y, al fondo y al frente de la puerta se contemplaba siempre la figura casi inamovible de un hombre delgado, medio guapo, con una seriedad que infundía respeto y un cigarrillo que amagaba caerse siempre de sus labios, eran los tiempos en que aún se podía fumar donde se quisiera.

La primera vez que conversé con él, me di cuenta de que era un señor respetuoso, analítico, mesurado, sarcástico a veces, caballeroso en demasía y amigo entrañable de los colegas, casi que hermano.

Por años fue secretario general del Sindicato de Periodistas, batalló con empresas periodísticas defendiendo convenciones colectivas para hacer valer los derechos de periodistas de prensa escrita, radio y televisión.

Fue deportista, maestro de Educación Física y dedicó muchos años al periodismo nacional, en compañía de hombres de la talla de GUILLERMO RODOLFO VALDÉS, RICARDO PARDO (RIPARDO), ADOLFO BENEDETTI, ROBERTO NÚÑEZ ESCOBAR (CHICHO PUGA).

Norma Núñez Montoto, Griselda López, Ricardo Lince, Rafael Núñez Zarzavilla, José Pérez, Danilo Luna y otros tantos colegas como los De ICAZA, quienes se reunían cada año para recordar la mentira y los discos del ZORZAL CRIOLLO, CARLOS GARDEL.

Cada aniversario de la desaparición física de Gardel, había tragos, asados, tangos, milongas, discursos y cigarrillos a tutiplén para celebrar festivamente ese momento.

Cuántos discos tenía, no se sabe, cuántas piezas se sabía, tampoco, pero en materia de GARDEL, TANGOS Y MILONGAS, el CHE VOS ARDINES fue una institución, tal como lo fue en la docencia y defensa del periodismo nacional.

Luis Ardines se marchó por llamado divino, cumplió sus objetivos, años posteriores a su retiro del diario EL MATUTINO, siguió viviendo en Paraíso, modestamente, sin ostentaciones, con mucha dignidad de hombre probo y periodista cabal.

Desde su columna RELÁMPAGOS, fustigaba sin censura lo que no estaba bien, en cierta ocasión fui al restaurante de la empresa y pedí una gaseosa y un paquete de galletas de jengibre y al morder la mitad sentí una leve presión y, a la vista de los colegas que estaban en Redacción, vimos atónitos que dentro de la galleta había un alambre, de esos que se usan para los cierres plásticos. Rápidamente los colegas reaccionaron, Eliécer Santamaría tomó la foto de evidencia y todo quedó allí, pues el dueño de la empresa galletera pagaba miles de balboas en publicidad, solo Lucho Ardines tiró un relámpago desde su columna en solidaridad, expuesto a cualquier cosa. Gesto que agradecí y me sirvió mucho para comprender mejor al ser humano y los intereses económicos que muchas veces matan la dignidad del ser.

A finales de los 70 me tocó reemplazar al CHE VOS como jefa de redacción del MATUTINO, más asustada que pollo en feria y con temor de meter la pata remplazando a uno de mis maestros, con pena por remplazarlo, pero nunca averigüé por qué se iba del MATUTINO, con ayuda de los colegas y de la nunca olvidada EMMA JASPE, LA HIJA DE ANGELO JASPE, aprendí el puesto bajo lo dirección del jamás olvidado ROLANDO ARTURO TRELLES, a quien cariñosamente sus adversarios le decían el Sargento TRELLES O EL RAT, pero a Rolando eso le valía y cada vez que lo querían insultar se reía y nadie aún le ha podido desconocer que ha sido y es el mejor titulador de noticias de Panamá, con un olfato periodístico y una malicia que sorprendía.

Al despedir al CHE VOS ARDINES, el jueves 12 de enero en la Basílica Menor de Don Bosco, a las 10 de la mañana, como periodistas nos preguntamos ¿hacia dónde se ha ido la solidaridad gremial, dónde está el agradecimiento profesional hacia el periodismo nacional, qué le están enseñando a las futuras generaciones de comunicadores, a dónde se fueron las banderas, estandartes y gritos de lucha por la dignidad del periodismo?

Sabemos que algunos colegas de su generación ya no están, pero pregunto desde CHIRIQUÍ, ¿qué hacen el Sindicato, el Colegio y todas esas asociaciones periodística para visitar, llamar o saber dónde están los colegas que otrora, igual que GASPAR OCTAVIO HERNÁNDEZ, le dieron lustre y dignidad a esta patria. Reynaldo Labastida, el fotógrafo CARLOS BETHANCOURTH y el nunca olvidado Rolando Arturo Trelles Greco estuvieron allí, despidiendo al colega, al caballero, al hermano. Y en silencio, con el corazón hecho un puño, despedimos al maestro de periodistas.

Sé que José ‘Maese' Pérez está en el pabellón de varones en el Hogar Bolívar en la capital, y, ¿dónde está Guillermo Rodolfo Valdés, en otro asilo o con familiares? Pero, otrora, los periodistas sirvieron mucho y los querían, los amaban, sirvieron de escalón para que muchos mediocres fueran gente. Esta es una verdad que hay que enfrentar jóvenes, tal vez por ese convencimiento, Luis Ardines se retiró a tiempo.

Y nos despediremos como él decía: TODOS VUELVEN... Y AHORRE AGUA.

PERIODISTA

Lo Nuevo
comments powered by Disqus