• 02/06/2025 00:00

Informar con honestidad en tiempos de crisis

Lo primero que debo reafirmar es mi total desacuerdo con que los educadores, con sus protestas, lo hagan a merced de la preparación y el futuro de los estudiantes. Como expresé en la columna de la semana pasada, el futuro de la nación está en peligro y las posibilidades de rectificación son casi nulas. Deben retornar de inmediato a las aulas de clases.

Pero eso no debe distraernos de los malestares que la población manifiesta. Independientemente de las consignas contra la ley del Seguro Social, hay un descontento de arrastre. Lo que ocurre es un nuevo intento por llevar la indignación a las calles. Salir de la comodidad de la pantallita del celular o de la computadora para hacerle entender a las autoridades, los de hoy y del pasado, que estamos muy molestos.

Lo que ocurre en las calles del país, es un intento necesario para reafirmar los mensajes de que todos los involucrados en actos de corrupción deben rendir cuentas y pagar sus culpas. Igualmente, mandan un mensaje a los de ahora y los del futuro, de que esta sociedad no permitirá que se vuelva a dar situaciones que riñen con la moral y el bienestar ciudadano. Por ejemplo: eso de que devuelven algunos millones a las cuentas del Estado como si nada hubiera ocurrido, le agrega dolor al espanto. Es decir, al ladrón de un celular en la calle, solo basta con que devuelva lo robado y listo: pa’ su casa. Y la ofensa, ¿qué? El jamaqueo por arrancarte el celular de las manos o sacarlo de la cartera, ¿qué? ¿El susto?

Hay que contextualizar los eventos y colocar los millones y millones de balboas que se estiman robados en el mismo escenario en donde no había dinero para reparar escuelas, o para comprar medicamentos, o máquinas especiales para atender a los necesitados en los hospitales. ¿Y cuánta gente murió en el camino por falta de alguno de estos equipos o medicamentos? Las causas y efectos están interrelacionados y no hay que perder de vista eso.

Noam Chomsky, contextualizando las protestas de los indignados de Wall Street hace unos 15 años, manifestó que: “cualquier persona con ojos sabe que el gansterismo de las instituciones financieras en Wall Street, ha causado daños severos al pueblo de los Estados Unidos (y del mundo). Y, deberán saber que lo han estado causando de manera sostenida durante los últimos treinta años, a medida que su poder económico ha radicalmente crecido, así como su poder político. Eso ha puesto en movimiento un círculo vicioso que ha concentrado inmensas riquezas y poder político en un pequeño sector de la población, un uno por ciento, mientras el resto de la población busca sobrevivir en precarias condiciones”. El “gansterismo” criollo tiene al país en una situación en donde los que más son afectados son las capas medias, trabajadores y las clases populares. Hay que entender que esa es parte de las protestas que ocurre en este momento.

Por otro lado, como observador de los temas de comunicación y medios, reflexiono sobre la forma en que los medios tradicionales, en particular los noticieros de televisión tratan y presentan los acontecimientos que a todos nos tienen preocupados. Es perfectamente entendible la razón por la cual gran parte de la población obtiene sus informaciones – reales o falsas (fake news) – por medio de las redes sociales.

En muchas entregas en las últimas semanas los noticieros de televisión han sido tímidos en presentar lo que ocurre alrededor del país con respecto a las protestas. Y, en otros casos, han servido de plataforma para acomodar la verdad. Lo transmitido en las redes y corroborado con otras fuentes, no corresponde con lo presentado en los noticieros y eso deja mucho que desear de instituciones que tienen la obligación social de informar los hechos tal como se van dando y con honestidad. No significa que están a favor o en contra de una parte o la otra, es solo informarle a la comunidad los hechos. Eso no se está dando y en algunos eventos los periodistas de estos medios no son bien recibidos.

Ante la burla y todo lo vivido por nuestra sociedad, es de suma importancia que la gente salga a las calles para protestar, ganar espacio mediático sin afectar a terceros ni el futuro de la nación. La indignación y las protestas son actos que deben forzar las rectificaciones a falta de líderes y gobiernos que asuman la responsabilidad.

En todo esfuerzo correctivo de desarrollo (humano, social o cultural), y particularmente en tiempos de crisis, los medios tradicionales de comunicación son esenciales en la tarea de difusión de información que ayude en la formulación de estrategias y actividades puntuales para la acción. Conjuntamente con los indignados, al informar la verdad los medios de comunicación masiva son herramientas de poder y deben desempeñar ese poder en su justa medida.

*El autor es comunicador social
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