• 15/03/2024 00:00

La realidad educativa, un compromiso de todos

El derecho a la educación es un compromiso y obligación básica de todo país, consignados en una carta magna de derechos y deberes humanos, de la cual Panamá es suscriptor [...]

Es imposible soñar con emular un sistema educativo tal como el que han logrado y construido países como Singapur, Finlandia, Canadá, entre otros primeros lugares, según los resultados obtenidos en los exámenes aplicados por PISA, por mucho que las sugerentes ideas de autores nos nutran con sus postulados como la ley de la atracción. Por cierto una ley física, perteneciente al mundo de lo etéreo y abstracto con aplicación real en nuestro diario vivir y que es en donde obtiene verdadera utilidad y valor, no en los sueños de quienes no han entendido aún que para soñar es necesario construir sobre bases sólidas, fuertes y concretas, basadas en la realidad.

La nuestra es el reflejo de las grandes desigualdades en nuestro país, tal como expresara Jonathan Kozol en su libro Desigualdades salvajes, una descripción y análisis crítico de East St. Louis en Estados Unidos, descripción que dista muy poco de la realidad de las grandes mayorías en nuestros barrios populares, en lugares de difícil acceso en provincias, como poblaciones comarcales.

El sistema educativo panameño, en su sector público, objeto y sujeto de este artículo, requiere de su atención con un compromiso nacional de todas las partes involucradas, principalmente de la atención del estado. Gobierno tras gobierno, torna sus políticas en meros eslóganes que no llegan a consolidarse en una visión y misión de política educativa basada en el análisis realista y a conciencia de la insuficiente y deficiente preparación que se ofrece a un número importante de ciudadanos, nuestros niños y jóvenes, futuros ciudadanos y recurso humano del país, cuya única opción educativa es la escuela pública.

Tales disparidades deben, es imperante y urgente, ser atendidas para que la niñez y juventud panameña tenga opciones reales de una preparación que le permita también ser competitivos (entiéndase competencia en su acepción cognitiva, no únicamente deportiva) donde la aprehensión de saberes, les empoderen y les doten de destrezas y herramientas de pensamiento y conocimientos desarrollados con métodos y estratégicas pedagógicas impartidas por personal calificado y comprometido con la educación; conscientes de su rol docente y ciudadano. Que comprendan que su labor es importante y fundamental cuando es transmitida de manera responsable, basada en el valor intrínseco que tiene su función.

El derecho a la educación es un compromiso y obligación básica de todo país, consignada en una carta magna de derechos y deberes humanos, del cual Panamá es suscriptor. Derecho que tienen nuestros niños y jóvenes, sin excepción, que les permita aspirar y optar también por un puesto de trabajo digno, en ser elegibles para becas, ser competitivos para concursar en las distintas áreas de habilidades en donde sobresalgan por su aptitud y preparación, al igual que sus congéneres de colegios insignia, o de colegios privados, donde los programas educativos, su personal docente, junto con buena administración han logrado máximos rendimientos y desempeños.

Próximos a unas elecciones presidenciales en mayo, en el transcurso de los debates realizados, donde los candidatos han tenido la oportunidad de exponer sus programas e ideas, invito a una reflexión de todas las partes y a no conformarnos con buenas intenciones únicamente, que de ellas, tal como reza el dicho, está lleno el cielo; tenemos y debemos dar atención con acción y obras aquí en la tierra. Creo que podemos lograrlo.

La autora es docente
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