• 17/03/2024 00:00

La ruta

La era disruptiva requiere de nuevas prioridades estratégicas y objetivos a mediano plazo, centrados en nuestro entorno inmediato y que priorice la región

Los países exitosos estudian y planifican lo conveniente para ellos, trazan sus metas a largo plazo y en lo posible, ejecutan o adaptan. En esas consideraciones, la geografía y estabilidad demográfica son factores importantes. No hay duda que la República de Panamá es bendita en ambos. Un istmo que corre oeste a este, en un continente que corre norte a sur, sus costas colindan con dos grandes océanos. Nuestra demografía, de proyecciones estables, apalancada por una sana política migratoria que se inició en el 2009 y se mantiene. El crecimiento poblacional anual del país se ha estabilizado, sus proyecciones manejables. El país censó una población de aproximadamente 4.4 millones de personas en el 2023, proyecta 6.44 millones en el 2100.

Comparemos con otras regiones importantes, con las cuales históricamente hemos interactuado. China 2022, 1.462 billones en el 2022, proyecta 766.6 millones al 2100; Unión Europea, 448.4 millones en el 2023, proyecta 420 millones al 2100; Japón, 123.4 millones en el 2020, proyecta 75 millones en el 2100; Corea del Sur, 51.8 millones en el 2021, proyecta 19.2 millones en el 2100; Estados Unidos de América, 331.9 millones en el 2021, proyecta 366 millones en el 2100; México, 126.7 millones en el 2021, proyecta 142 millones en el 2100; Colombia, 51.5 millones, proyecta 53.1 en el 2100.

En este análisis los factores de índole geográfico y demográfico expuestos, aunado a consideraciones históricas, indican que la estrategia nacional panameña para la segunda mitad del Siglo XXI debe priorizar nuestra región inmediata, con especial énfasis en los tres países que conforman la gran zona del Tratado de Libre Comercio de Norte América (Nafta), siendo estos Canadá, Estados Unidos de América y México. Esa priorización incluye los países que integran la región de Centroamérica y Colombia, así como las principales islas, países del mar Caribe con que mantenemos intercambio comercial, intereses diplomáticos regionales o ambos.

La realidad del presente es que el orden mundial impuesto a partir de 1945, producto de la postguerra, ha agotado su tiempo de utilidad práctica. De bloques regionales de control, caracterizados a partir de 1970 por la conectividad, cooperación y el intercambio comercial, hemos pasado a la disrupción e incertidumbre en perjuicio del sistema global que imperó en esta materia durante los últimos cincuenta años. Desde los estrechos de Taiwán, Malaca, y Ormuz, hasta el mar Mediterráneo por el Canal de Suez; los mares Báltico y Negro; y el canal de Panamá, se incrementa la disrupción producto de guerras, terrorismo, el cambio climático o una combinación de estos factores. Las consideraciones del presente y de cara al futuro las imponen factores climáticos, las confrontaciones entre naciones y bloques, o grupos desconocidos hasta que irrumpen, siendo los Hutíes un ejemplo perfecto de esa realidad. Todo lo anterior agravado por redes electrónicas al alcance de todos, en perjuicio de los factores de control político nacional o territorial; y explosivos de fácil movilización, alcance y precisión transportados en drones teledirigidos.

La era disruptiva requiere de nuevas prioridades estratégicas y objetivos a mediano plazo, centrados en nuestro entorno inmediato y que priorice la región. Por ejemplo, la interconexión terrestre y energética con Colombia vía Medellín; la logística portuaria y terrestre de productos comerciales de toda índole, incluyendo el gas natural u otras fuentes de energía. En síntesis, el perfeccionamiento de nuestro intercambio con la región inmediata de influencia, léase Colombia, el Caribe, Centro y Norte América, es vital en el objetivo nacional de garantizar el pleno empleo y crecimiento económico.

Ello sin perjuicio y en coexistencia con otras actividades productivas, que en su conjunto impulsan el bienestar nacional y retos importantes por culminar, tales como el óptimo aprovechamiento de nuestros recursos naturales en armonía con el medio ambiente; y la ampliación de la cuenca hídrica de nuestra gran región metropolitana.

El autor es exministro de relaciones exteriores
Lo Nuevo
comments powered by Disqus