¿A quién le cree usted?

S e dice que la democracia devora a sus hijos. Es verdad, pero cuando se puede. Hay muchas ocasiones en las cuales no se les puede devorar, porque el acto de destrucción tiene que estar vinculado a un mínimo grado de certezas. El último intento ha sido Samuel Lewis Navarro. Es una personalidad relativamente nueva de la vida pública. Su trayectoria ha estado más bien caracterizada por el ejercicio de funciones con gran transparencia y sin asomo de corrupción alguna. Administrador eficiente, con sólido sentido de organización, sincero y amable, conocedor de los problemas del país, los cuales explica con sencillez y respeto.

Lewis Navarro es un producto de la función democrática y forma parte de esta nueva generación de profesionales, empresarios, dirigentes sociales, impulsores de fundaciones para el tratamiento de temas de interés público, y que han llegado a la conclusión de que a la política no hay que verla de lejos para evitar la contaminación moral, sino acercarse a ella para inculcar nuevos valores y transformar el entorno social.

El intento de causarle daño proviene ahora de la santificación de un señor llamado José Nelson Urrego, preso en una cárcel de Panamá, acusado de lavar dinero producto del narcotráfico. Insinúa Urrego que él es inocente, que él no es delincuente, sino que, siendo dueño de una isla en Panamá, recibió la oferta de Samuel Lewis Navarro para comprarla. Al negarse a la transacción, algo sucedió que quedó preso (insinúa que por influencia de Lewis Navarro) y que con él —Urrego— se está cometiendo una injusticia.

Hace varios años, en el 2007, Urrego dijo que se había reunido con Lewis en Miami: dijo hora y lugar, versión que resultó fallida, porque Lewis Navarro demostró que estaba en Washington en funciones oficiales con el presidente Bush de los Estados Unidos. Luego dijo que se reunió con él y otro empresario y el susodicho empresario aclaró y precisó que sí se reunió con Urrego, pero que Lewis Navarro no andaba por todo eso.

Año 2011. Lewis Navarro es precandidato a la Presidencia. ¿Quién aparece de repente? Pues, ese mismo, Urrego, que sigue preso en medio de un gobierno en el que Lewis Navarro no tiene nada que ver. ¿Y qué ha sido de la isla de Urrego?: que es ahora una base naval, por decisión de un gobierno al |que Lewis Navarro no pertenece.

Hay otro aspecto de esta situación: Urrego es famoso por narcotraficante de la banda de los hermanos Rodríguez Orejuela, pero, en los últimos días, ha adquirido nueva notoriedad como si fuese un personaje puro y cristalino del mundo empresarial, ejemplo para los inversionistas locales y extranjeros interesados en el desarrollo de Panamá. A Urrego lo pintan como un egregio hombre de bien, cuya palabra merece toda la credibilidad. Ya quedaron atrás sus días con la pandilla. Ya no se le vincula con el cartel de los sapos. Ya no se recuerda cuando el gobierno colombiano le confiscó el Hotel Sunrise de la isla de San Andrés. Ya nadie menciona que, según la costumbre mafiosa del momento, Urrego era de los que pagaba fuertes sumas de dinero para codearse con bellezas famosas, entre ellas, según se dijo en la prensa colombiana, la modelo Natalia París.

El jueves 18 de febrero de 1998, los despachos de prensa señalaban: ‘La Policía colombiana ha capturado a José Nelson Urrego Cárdenas, considerado el más grande lavador de dólares y el último gran capo del narcotráfico del país, informaron fuentes oficiales’. Según las autoridades, Urrego Cárdenas era uno de los jefes del cartel de las drogas del Norte del Valle (Suroeste colombiano). El director de la Policía, general Rosso Serrano, que comandó la operación, afirmó que la captura de Urrego es un ‘nuevo triunfo en la lucha contra el narcotráfico. Urrego había asumido la jefatura del Cartel de Cali desde la captura de sus antiguos jefes, los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela’.

Entonces, ¿a quién le cree usted?

*PERIODISTA.