El desafío del biofouling

  • 21/06/2025 00:00
Miles de especies marinas viajan cada año adheridas a cascos de buques, cruzando océanos e invadiendo nuevos ecosistemas. Panamá no escapa a esta amenaza

Imagina millares de pequeños universos, viajando cientos de kilómetros adheridos al casco de un portacontenedores. No es ciencia ficción. Esto sucede todos los días en todos los puertos del mundo. Son miles las embarcaciones comerciales que anualmente transitan por el Canal de Panamá o que atracan en nuestros puertos transportando inadvertidamente una diversidad de microrganismos, plantas y animales adheridos a su estructura o inmersos en sus aguas de lastre.

Panamá no solo une dos océanos: es también un puente biológico que conecta mundos submarinos distantes. Muchas especies foráneas logran establecerse en nuestras aguas territoriales y se convierten en invasoras, desplazando a la fauna nativa y alterando el delicado equilibrio de los ecosistemas locales. En esto consiste el biofouling.

Haciendo ciencia

Ervin Vargas Wilson, director del Centro de Cooperación en Tecnología Marítima para la Región Latinoamericana (MTCC Latinoamérica por sus siglas en inglés), se refirió a algunas de las acciones de cooperación técnica que actualmente se llevan a cabo en nuestro país para la prevención de la contaminación marina y reducción de especies invasoras.

Se trata de una investigación que se inició desde hace un año, a través de la Facultad de Ciencias del Mar de la UMIP, en conjunto con el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), cuyo resultado permitirá contabilizar el número de especies invasoras en aguas nacionales.

El estudio se lleva a cabo en el muelle concesionado a PSA Panama International Terminal S.A., ubicada en Rodman, Arraiján. A través de unas placas colocadas en el fondo y costados de la estructura portuaria, se espera obtener una medición sobre la cantidad de especies, microorganismos o incrustaciones marinas que se están adhiriendo en este punto de observación. Estos resultados serán de gran utilidad para generar futuras acciones preventivas.

Se está usando ciencia aplicada avanzada para que la flota mercante que transita por la región minimice estos riesgos. Se trata de tecnología robótica sumergible y controlada a distancia, que se encarga de la limpieza de los cascos de los buques. Estos robots son amigables con el ambiente marino, ahorran tiempo y mano de obra y no interrumpen la operatividad de las naves, lo que se traduce en mayor rentabilidad para las embarcaciones.

También podemos mencionar otras técnicas preventivas y reactivas que se manejan para la reducción del biofouling, como recubrimientos antiincrustantes (biocidas y no biocidas), anitiincrustantes ultrasónicos, luz ultravioleta (UV), modificación de la textura de la superficie del casco, desarrollo de materiales que resistan naturalmente la adherencia de los organismos marinos, métodos electroquímicos y métodos basados en el buceo (limpieza manual, monitoreo visual).

Un Estado más verde

La República de Panamá es signataria de dos instrumentos internacionales que van en línea con esta materia. La Ley No. 30 de 11 de julio de 2007, adoptó el Convenio Internacional sobre el Control de los Sistemas Antiincrustantes Perjudiciales en los Buques (Londres, UK, 2001). Por su lado la Ley 41 de 12 de septiembre de 2016 incorpora a Panamá al Convenio Internacional para el Control y la Gestión del Agua de Lastre y los Sedimentos de los Buques (OMI, 2004).

La eficaz prevención y gestión de aguas de lastre para minimizar la transferencia de especies invasoras marinas exige una cooperación multisectorial que involucre a gobiernos, industrias, organizaciones no gubernamentales y organismos internacionales.

En materia de cumplimiento de la normativa sobre la gestión de agua de lastre, la subdirectora de Marina Mercante de la Autoridad Marítima de Panamá, Rina Berrocal confirmó que a través de las Organizaciones Reconocidas se da seguimiento y se certifica que los buques con bandera panameña cumplen con estas normas. A la fecha más del 98% de los barcos que enarbolan nuestra bandera han sido certificados favorablemente en su gestión de agua de lastre, una estadística nada despreciable.

En lo que se refiere a las medidas antiincrustantes, la flota panameña utiliza pintura diseñada bajo condiciones eco-amigables para evitar que los microorganismos se adhieran a los cascos.

La actual administración, considera la reinstalación de comités técnicos para analizar, junto a los diferentes actores del sector, los desafíos que tiene Panamá en virtud de las recomendaciones de la Organización Marítima de Panamá (OMI), en materia de lucha contra el biofouling.

Encontrando soluciones

El impacto ecológico que produce la transferencia de estas especies invasivas, no solo en Panamá sino en los diferentes puertos del mundo ha sido tema de preocupación para los científicos, ambientalistas y la comunidad internacional.

En Panamá, científicos, formuladores de políticas públicas, funcionarios portuarios y gestores medioambientales de toda América se reunieron a mediados de año para evaluar las estrategias de mitigación de este riesgo, en el foro “Fouling Focus” organizado en la Universidad Marítima de Panamá (UMIP), en colaboración con MTCC Caribbean y MTCC Latin América, como parte de los proyectos IMO-NORAD TEST Biofouling y GEF-UNDP-IMO GloFouling Partnerships, aliados del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Fondo para el Medioambiente Mundial (GEF) y la OMI.

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