• 25/06/2018 02:03

La línea entre noticia y espectáculo

En un perfil sobre Robert Mueller, el fiscal especial que dirige las investigaciones sobre la interferencia de Rusia en las Elecciones de 2016

En un perfil sobre Robert Mueller, el fiscal especial que dirige las investigaciones sobre la interferencia de Rusia en las Elecciones de 2016 en los Estados Unidos (Special Counsel for the Russion Investigation), la revista digital Político Magazine, mencionó lo siguiente: ‘Después de dejar la administración Bush (hijo) como jefe de la división criminal del Departamento de Justicia, Mueller pasó un año infelizmente en la práctica privada. (Una vez, cuando un posible cliente le explicó a qué se enfrentaba, Mueller simplemente concluyó: ‘Recomiendo que se declare culpable'). Su integridad no le permitía defender a alguien claramente culpable.

Todos los oficios del quehacer humano deben considerar el efecto en el desarrollo sociocultural de la comunidad. Conozco los argumentos que esgrimen algunos abogados sobre la responsabilidad de defender a un cliente; pero creo que en lo citado sobre Mueller, hay lecciones que deben considerar seriamente.

En un tema relacionado, hay muchas formas en que se contribuye a desmejorar la conducta social por medio de espectáculos mediáticos de poco valor cultural o informativo. El martes en la noche, cambiaba de un canal a otro cuando, en pleno ‘primetime' en una televisora local dedicado a la farándula, las interlocutoras intercambiaban impresiones sobre dormir al lado de sus parejas si no se habían bañado por varios días.

Cuando me repuse de haber escuchado y visto esos breves segundos de tan insignificante y banal intercambio de ideas sobre un tema igualmente baladí, regresé a los canales que cubrían la sesión de la Corte Suprema de Justicia que revisaba la solicitud de cambio de medida cautelar al expresidente Ricardo Martinelli. Los magistrados decidieron y de una vez las autoridades trasladaron al acusado al vehículo que lo transportaría a la cárcel El Renacer en Gamboa.

En tiempo real, montados en motocicletas, personal de dos de las televisoras más importantes del país dieron seguimiento al traslado que, evidentemente, y como ellos mismos documentaban, se daba a gran velocidad por las avenidas en dirección a la cárcel. Minutos después, se dio un incidente transmitido por ambas televisoras: ‘Están manejando desordenadamente, van a causar un accidente' más o menos fue lo que dijo el policía cuando paró a los motorizados de las dos televisoras a la altura de Clayton en las áreas revertidas. La caravana que llevada al expresidente de vuelta a la cárcel siguió su camino.

Se han dado pronunciamientos y comunicados de apoyo desde varias instituciones ligadas a los gremios periodísticos y a los medios de comunicación… y las mismas televisoras alegaron que las autoridades les estaban ‘coartando la libertad de expresión' o información. Ya se han dado situaciones similares en el pasado. Le he dado vueltas en la mente cientos de veces a este asunto de perseguir caravanas, incluso desde que regresó Noriega a Panamá el 11 de diciembre de 2011.

Como estudioso del tema de la comunicación, muy pocos lo miramos desde las perspectivas profesionales y sopesamos el valor de algunas decisiones que se toman a niveles editoriales por la pureza en la responsabilidad de informar a la comunidad. Sigo pensando, pero por el momento solo encontré una razón de valor para que las televisoras transmitan en vivo el desplazamiento de un detenido desde un punto a otro, y a mi parecer, esa razón no es periodístico ni informativo. En países en donde la violencia es extrema y de temer, la protección de una figura pública o un líder (puede ser político o de una banda de maleantes) es, y deber ser, de sumo cuidado cuando su vida corre peligro. Me sumo con gusto y determinación para que la comunidad conozca, a cada segundo, dónde está el reo y que fue trasladado con seguridad de un punto a otro sin que haya desaparecido para siempre en manos de las autoridades. Por fortuna esa razón no preocupa en nuestro país.

Por pura sensatez, tiendo a aceptar lo que dijo el policía, de que estaban manejando con descuido y que podían causar un accidente y no un acto deliberado por ‘coartar la libertad de informar'. Ya todos conocemos lo de la lucha por los ratings que se fundamenta única y exclusivamente en el beneficio económico: vender más publicidad. Borrar la línea entre noticia y espectáculo ya se concretiza. Lo de ser puntales y verídicos con la información es otra cosa... es secundario.

COMUNICADOR SOCIAL.

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