• 20/12/2023 14:09

Lobos vestidos de oveja en manejo de recursos naturales

La civilización occidental fundamentada en el cristianismo tiene una visión donde el ser humano es un ser libre con potestad de explotar recursos

La crisis social entre octubre y diciembre de 2023, producto de la renovación de explotación minera para el proyecto Cobre Panamá, dejó ver un sentimiento pasional increíble de preocupación y protección del ambiente y la biodiversidad del país (además del hastío por corrupción). En las calles y redes sociales se veían consignas, eslóganes y discursos relacionados al impacto de la actividad minera y las supuestas repercusiones negativas sobre la biodiversidad. Ese gran activismo y movilización de masas se dio por la promoción e instauración de discursos y narrativas hegemónicas provenientes de agentes y grupos de diversos sectores de la sociedad con ideas políticas afines, que usando el sentimiento pasional del pueblo panameño en general como caldo de cultivo, lideraron la movilización para el logro de los “intereses sociales”. ¿Qué se puede sacar de estos discursos y narrativas? Destacan movimientos políticos en diversas formas; de esto va esta columna.

El ser humano por obligaciones inherentes (naturales) vive y se sostiene por el ambiente, mediante el manejo de recursos naturales. Dicho manejo, en sus diversas formas construidas como método, resuena una en particular que se ha establecido como dominante en espacios sociales, económicos y políticos, nacionales e internacionales: el ecologismo.

El ecologismo, nacido de la ecología (disciplina científica), sin identidad clara, puede definirse como una ideología política que propone una transformación dramática del sistema social y económico basado en sostenibilidad y equidad. Entre sus variantes a nivel nacional e internacional, tocaré las dos más populares, ambas identificables: ecologismo marxista y corporativismo verde; lobos vestidos de oveja.

La civilización occidental fundamentada en el cristianismo tiene una visión donde el ser humano es un ser libre con potestad de explotar recursos, y, donde el carácter de su esencia como ser establece límites que le diferencian de cualquier otro ser. Cuando nos fijamos en las cosas con una visión micro y macro del cosmo, encontramos “orden”: los límites. Aparece una proyección de verdad y bien detrás de la existencia del hombre por la trascendencia del alma y la razón de propósito en la vida, diferente a cualquier otro ser en la historia de la vida.

Lo anterior es el objetivo primario de ecologismos con bases marxistas. Sus ideas giran sobre que “todo es un solo ente”, donde la “comunidad” en lo social lo absorbe todo. El hombre pasa a ser un ser vivo “más” en la historia del planeta y la naturaleza (“comunidad”) recibe un valor intrínseco mayor sobre cualquier cosa, como ente supremo. Este ecologismo se mueve por la lógica del rompimiento de los límites de cada ser vivo y objeto, degradando al ser humano como ser, su valor y propósito. Mueve al hombre a la privación e incapacidad de expresión de su sentido de libertad y potestad. George Reisman, economista, dice sobre esto: “si el hombre no ha de extinguir su existencia por completo, está obligado por la doctrina del valor intrínseco a minimizar su existencia minimizando su impacto en el resto del mundo, y a sentirse culpable por cada acción que realiza en apoyo de su existencia”.

El “boom” del ecologismo se dio en la década de 1960, con todos los intelectuales que le dieron forma, críticos acérrimos de la sociedad occidental. Todos buscaban destruir: estado de derecho, religión, la familia y, además, el capitalismo (sistema económico). Sobre este último, no vale la pena discutir su clara superioridad sobre el socialismo (propuesto por estos intelectuales). Pero vale citar algunos intelectuales del ecologismo. “La lógica ecológica es la negación pura y simple de la lógica capitalista, no se puede salvar la Tierra en el marco del capitalismo” Herbert Marcuse, filósofo; y el sonante entomólogo actual Paul Ehrlich dice que el crecimiento económico de los países por el capitalismo es una “enfermedad”.

El corporativismo verde (no necesariamente marxista) es catastrofista ambiental, moviéndose en las sociedades capitalistas aprovechando el proteccionismo estatal en la economía. Su aparición y efecto es igual al mercantilismo y “capitalismo de amigotes o empresaurios” (si, empresaurios) que vemos en Panamá: ocasionante de la crisis social por la degradación del derecho contractual y la propiedad; concesiones de terrenos fiscales a precios bajos, no determinados por el mercado, donde no hay exigencias de buen manejo de recursos por no representar el verdadero costo del mismo.

Finalmente, ¿soluciones para Panamá? El derecho de propiedad. Exhorto a revisar trabajos sobre esta materia de economistas, como Alberto B. Lynch (h.), T. L. Anderson, George Reisman o Edwin Dolan. También a que tengamos cuidado, porque no todo lo que parece “salvación y solución” es bueno, y bendiciones a todos.

El autor es estudiante de biología .

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