• 15/08/2014 02:00

Lucha secular por la soberanía nacional

Es igualmente importante destacar la lucha secular histórica por nuestra soberanía nacional

Conmemoramos hoy, 15 de agosto, la primera centuria del Canal de Panamá (1914-2014). Es igualmente importante destacar la lucha secular histórica por nuestra soberanía nacional. Es decir, la tesis de la soberanía de Panamá sobre la antigua Zona del Canal, no podríamos aquí resumir ni siquiera enumerar, pues todos los argumentos que se han invocado para demostrar que Panamá nunca enajenó su soberanía sobre la antigua Zona del Canal y que ha seguido manteniendo siempre. Esta ha sido su tesis invariable. Y sus internacionalistas la han expuesto brillantemente. También ha sido la opinión de los más autorizados internacionalistas norteamericanos.

La mantuvo el Dr. Harmodio Arias en su tesis The Panama Canal, traducida de manera muy pulcra y muy castiza por el Dr. Diógenes Arosemena. La sostuvo el Dr. Ricardo J. Alfaro en innumerables documentos, ya sea como embajador en Washington, profesor de la cátedra o conferencista en distintos países del mundo. La mantuvo brillante y valientemente el Dr. Ernesto Castillero Pimentel en su documentada obra Panamá y los Estados Unidos. Por tales razones, creemos innecesario abundar más con respecto a la tesis de la soberanía panameña sobre lo que fue la Zona del Canal.

En el decurso de los 100 años del Canal de Panamá, se ha hablado de la posible construcción de otros canales: Tehuantepec y Nicaragua. Pero hasta el presente, es solo una posibilidad utópica. También, a lo largo del tiempo, se ha tratado el estatus de los canales internacionales más importantes: el de Suez y el de Panamá, físicamente idénticos. Dos canales que unen mares abiertos, dos canales indispensables para la navegación mundial, dos canales construidos en territorio de un país por el esfuerzo humano de otro país distinto. Son indispensables a la navegación mundial, como elemento básico; luego son servicio mundial, para el cual es necesario buscar la protección mundial.

Si el Canal de Panamá no hubiera sido una necesidad estratégica imprescindible de EE. UU.; si no hubiera tenido esa gran función estratégica, dificulto que EE. UU. se hubiera interesado en construirlo aquí y en esa época. Pero era indispensable e imprescindible para su desarrollo potencial como una potencia de guerra que el Canal se hiciera en esa década y se hizo. Para ellos la inversión, el esfuerzo humano representado en ese Canal, debía tener una retribución. Para nosotros el sacrificio de todas nuestras incomodidades también debía tener su retribución; pero nosotros estimamos la retribución con el criterio romántico de siempre. Cada vez que reclamábamos que nuestra soberanía estaba atropellada, que nosotros no nos daban los mismos empleos ni pagaban los mismos salarios, ellos no hacían más que sacarnos las estadísticas...

Empero, la lucha generacional por nuestras reivindicaciones y la recuperación de nuestra soberanía nacional en la antigua Zona del Canal no tuvo paréntesis de sosiego. Los panameños escogimos el camino de la lucha incesante por el derecho y la justicia con las armas de la razón y la diplomacia. Ese camino de la negociación amigable y digna es el que mantuvimos durante décadas, y el que nos condujo finalmente al logro de nuestro máximo objetivo como Nación libre y soberana: la recuperación de nuestro Canal.

La gesta del 9 y 10 de Enero de 1964 contribuyó a estimular el espíritu patriótico de los panameños todos. El presidente, Roberto F. Chiari, rompe relaciones con EE. UU., y meses después se inician negociaciones entre Panamá y EE. UU. para un nuevo tratado del Canal. Mediante la aprobación de los Tratados Torrijos-Carter, y su fiel cumplimiento integral, realizado durante la histórica ceremonia oficial de la ‘Transferencia del Canal a Panamá’, el 31 de diciembre de 1999: ‘¡Alcanzamos por fin la victoria en el campo feliz de la unión!’.

*MAESTRO DE CIUDADANOS.

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