• 27/04/2022 00:00

Máximos históricos en los precios de los alimentos

“El alza de los alimentos no da tregua y desde nuestros países no podremos detenerla, pero sí podemos minimizar sus efectos [...], para contribuir a garantizar una mejor vida en Panamá, en la región y en el mundo”

El alza de precios de los alimentos sigue en ascenso y las proyecciones futuras son aún más preocupantes.

En las últimas dos semanas, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo presentaron sus proyecciones económicas para 2022 y 2023.

De acuerdo con esta información, para América Latina y el Caribe se estima una inflación promedio de 6,6 % para 2022 y de 5,4 % para 2023, en gran medida por los costos de los alimentos.

Como han venido señalando los expertos de la FAO, los precios de los alimentos ya estaban altos antes de la guerra en Europa del Este, pero no cabe duda de que los acontecimientos actuales están traduciéndose en más complicaciones para la producción alimentaria, sobre todo por la caída de las importaciones de los fertilizantes y la incertidumbre respecto a las próximas campañas agrícolas y la disponibilidad de los “stocks” globales de alimentos.

A principios de abril, la FAO comunicó que su Índice de Precios de los Alimentos, que recoge los valores de los productos más comercializados, promedió 159,3 puntos en marzo frente a los 141,4 puntos revisados al alza en febrero.

Esto es 17,9 puntos arriba (12,6 % en apenas un mes), dando un salto gigante a un nuevo nivel desde la creación del Índice de Precios de los Alimentos de la FAO, en 1990.

El último aumento refleja nuevos máximos históricos para los subíndices de aceites vegetales, cereales y carne, mientras que los del azúcar y los productos lácteos también aumentaron significativamente.

El jefe economista de la FAO, Máximo Torero, ha afirmado en diversas entrevistas que el problema más serio no es este semestre, sino para la campaña agrícola de la segunda parte del año, y que afectará en todos los países de América Latina y el Caribe, ya que Ucrania y la Federación Rusa exportan el 30 % de los cereales. Eso genera como consecuencia que los precios suban y que su proyección sea que seguirán subiendo.

El subdirector general y representante regional de la FAO, Julio Berdegué, ha afirmado que la situación actual ya puede calificarse como una crisis a nivel global. “Es una crisis que todavía estamos en un momento que podría ser manejable, aunque la FAO ha dicho que no puede descartar una crisis alimentaria en América Latina y el Caribe”, así lo expresó.

Panamá no está exento de esta realidad.

En su último informe, el Instituto Nacional de Estadística y Censo, registró a los alimentos entre los grupos con más aumentos en los precios, superado apenas por los combustibles.

Por su parte, la Autoridad de Protección al Consumidor y Defensa de la Competencia señaló que el precio de la canasta básica en este país, que incluye alimentos, subió unos B/.12,46. Un incremento de 4,74 % en relación al mismo periodo del año anterior.

Sin duda, esto pone en riesgo la seguridad alimentaria y la nutrición de las panameñas y los panameños. Sin embargo, retomando las palabras del subdirector de la FAO, y con lecciones aprendidas en crisis anteriores, este riesgo todavía podría ser manejable para amortiguar el impacto.

Pero ¿cómo?

-. Sin penalizar el sector exportador de alimentos, se propone fortalecer la capacidad de la producción nacional, con especial foco en la agricultura familiar, la cual produce gran parte de los productos consumidos a nivel nacional, principalmente vegetales, frutas, leche y café. En esto Panama ha avanzado significativamente con la implementación del marco normativo en esta materia.

-. Mantener el buen funcionamiento de las medidas del comercio intrarregional y global, ampliando la circulación de productos complementarios a la dieta nacional.

-. Mejorar la eficiencia, logística y el funcionamiento de las cadenas de suministro de alimentos a nivel nacional; promoviendo circuitos cortos de producción al consumo: ferias libres y mercados municipales; mejorando y facilitando la conexión entre las centrales de abasto.

-. Es fundamental adoptar medidas para una mayor transparencia en los precios, facilitando la toma de decisión por parte de los consumidores y ofreciendo alternativas de compra y adquisición de alimentos.

-. Implementación de campañas, junto a los comerciantes y consumidores, para la reducción de las pérdidas y desperdicios de los alimentos (actualmente en América Latina y el Caribe perdemos aproximadamente 429 gramos por habitante al día).

-. Promover el consumo de productos de temporada, ya que son más económicos y pueden sustituir nutricionalmente otros alimentos; en especial a frutas, legumbres y granos.

-. Y particularmente, seguir fortaleciendo programas como Panama Solidario, Estudiar Sin Hambre y la Agricultura Familiar, fundamentales para garantizar el acceso a alimentos y el desarrollo económico de los más vulnerables en la sociedad panameña.

El alza de los alimentos no da tregua y desde nuestros países no podremos detenerla, pero sí podemos minimizar sus efectos desde nuestras acciones, desde nuestro compromiso y la respuesta oportuna que brindemos de manera articulada, para contribuir a garantizar una mejor vida en Panamá, en la región y en el mundo.

Coordinador subregional de la FAO para Mesoamérica y representante en Panamá.
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