• 01/08/2013 02:00

Termina luna de miel del papa

El papa Francisco está haciendo su trabajo de reforma y despertando un nuevo espíritu entre los feligreses católicos, como los tres mill...

El papa Francisco está haciendo su trabajo de reforma y despertando un nuevo espíritu entre los feligreses católicos, como los tres millones que logró congregar en su última misa en Brasil. En la playa de Copacabana pidió ‘arrancar y arrasar el mal y la violencia, destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio, para edificar un mundo nuevo’.

Más que el anciano jefe de una iglesia milenaria, parecía un líder radical, una agitador de las masas. Es la voz de un papa con ganas de pelear, que tira a dar en el blanco.

Pero su llamado parece no haber calado aún en la jerarquía del Vaticano que, al igual que la mayoría de los obispos latinoamericanos, están atrasados frente a la sociedad del siglo XXI. Están carentes de humildad y su comportamiento proyecta el elitismo de una ‘psicología de príncipes’, que entorpece la renovación y actualización de la iglesia católica.

Las celebraciones jubilosas en Brasil podrían ser sus últimas ocasiones de regocijo antes de la batalla que se está urdiendo en el Vaticano. En la víspera de su primer viaje al exterior, el semanario italiano L’Espresso publicó que monseñor Battista Ricca, el prelado nombrado el pasado 15 de junio para vigilar el funcionamiento del Instituto para las Obras de Religión (IOR), tenía un pasado homosexual. Pero el expediente de Ricca fue blanqueado para hacerlo parecer intachable y luego airear hasta el último detalle de la vida libertina del hombre elegido por Bergoglio para frenar la corrupción, el lavado de dinero y la complicidad con mafiosos en el banco del Vaticano.

La curia romana conspira en la sombra para debilitar al papa, ante las inminentes reformas que reducirán su poder. Una iglesia con pobreza franciscana alarma a los grupos ultraconservadores en retirada, más la vieja guardia del poder en el Vaticano, que todavía sigue conspirando. De allí deben venir las filtraciones que hacen re cordar al escándalo VatiLeaks con revelaciones que causaron daños letales que obligaron a renunciar al papa Benedicto XVI. Ahora Francisco debe reaccionar y hacer rodar más cabezas conspiradoras de las que esperaba.

Desde Brasil, el papa regresó a Roma más fuerte. Pero su retorno no fue tan placentero. La reforma de la Curia y, sobre todo, del banco del Vaticano, se presentan como una auténtica incursión en el lado oscuro. Los críticos conservadores dentro de la iglesia desconfían del ‘estilo Francisco’. Hay quienes creen que se entró en una suerte de ‘papolatría’, potenciada por los medios de comunicación.

Francisco sabe que, en un mundo mediático, el carisma juega un papel importante en la transmisión del mensaje. Que los gestos y las palabras ayudan a entusiasmar, sobre todo cuando brotan del corazón. Sin embargo, existe el peligro de idealizar al papa y pedirle lo que no es. Existe un riesgo frente a la apreciación popular acerca del papa Francisco. Una cierta idolatrización de su persona debido a sus gestos de despojarse de símbolos e insignias del poder y de hacer suya la causa de los más pobres y olvidados.

Es cierto, sin embargo, como escribe Clovis Rossi, uno de los más lúcidos analistas político-sociales de Brasil, que hasta ahora Francisco ‘no ha ofrecido substancia’.

Claro que Francisco tiene en sus manos el poder de hacer ese deseo realidad, es decir, ‘substancia’. En Brasil, rechazó coches de lujo, dormitorios especiales y hasta al chef de cocina del hotel más famoso de Río de Janeiro, el Copacabana Palace, y prefirió que le cocinaran unas monjas.

Sin duda que le está dando coherencia a su papado y esperanza a quienes todavía siguen luchando por la justicia social en América Latina y el resto del mundo. Pero decepcionó cuando no respaldó la legalización de las drogas y mantuvo su posición en contra del aborto, el celibato, el matrimonio entre el mismo sexo y que adopten niños, que la mujer pueda acceder al sacerdocio. Francisco no es un progresista en asuntos de ética sexual o feminismo.

El futuro dirá si Francisco, que en cuatro meses de pontificado hizo ya más ruido que algunos papas durante todo el suyo, es más importante por lo que es que por lo que no es y que algunos se empeñan en que sea.

PERIODISTA.

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