• 24/09/2023 00:00

Minería y progreso

El yacimiento cuprífero que se desarrolla en el área de Donoso es una realidad que nos coloca en el liderazgo internacional de la minería [...]

Por décadas se ha afirmado correctamente que el desarrollo nacional es desigual, una gran zona urbana colindante con el área del Canal de Panamá, que hoy día incluye la capital del país y distritos aledaños, los puertos, la Zona Libre de Colón, Panamá Pacífico, el aeropuerto de Tocumen, el centro financiero y la economía de servicios como sus principales motores; y las demás regiones, dedicadas principalmente a las actividades agrícolas y turísticas de playa y montaña, que sin bien son loables, por limitantes propias de nuestro país no tienen la capacidad de generar la mano de obra especializada y mejor remunerada que caracteriza la gran zona urbana.

Motivado por diversos factores, principalmente su requerimiento como elementos esenciales de la tecnología y la transformación de la generación eléctrica y motriz del hidrocarburo a la matriz renovable, se ha disparado la demanda del cobre y otros metales. Estos elementos de transformación abundan en nuestro territorio, cuyo subsuelo contiene importantes yacimientos relativamente sencillos de explotar, dado los avances de la industria minera en materia de extracción y protección del medio ambiente. En síntesis, sin cobre no hay tecnología ni solución efectiva al calentamiento global, o dicho de otra manera más cruda, sin cobre, el mundo que conocemos no es viable.

El yacimiento cuprífero que se desarrolla en el área de Donoso es una realidad que nos coloca en el liderazgo internacional de la minería, siendo su socio gestor una empresa de trayectoria global, experiencia, capacidad financiera, tecnológica y mejores prácticas ambientales dignas de ponderación, en el cual se invirtió la suma de 10 billones de dólares. Producto de esta realidad, hoy día se benefician de empleo bien remunerado 7,000 colaboradores directos del proyecto, se estiman en 33,000 empleos adicionales los que generan suplidores y contratistas del proyecto, para un total de 40,000 empleos generados directa o indirectamente; el proyecto paga 300 millones de dólares en salarios directos, un billón de dólares anuales a proveedores, y 200 millones anuales a contratistas; se calcula que la actividad económica generada por el proyecto representa un 4.8% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, con tendencia a la alza; e incrementa sustancialmente la exportación nacional, corrigiendo un acentuado desbalance histórico entre importaciones y exportaciones. La capacidad del proyecto en generar desarrollo es evidente para cualquiera que se tome el tiempo de visitar el área de Penonomé y zonas adyacentes de Coclé.

Para renegociar el contrato, el Gobierno Nacional se asesoró con reconocidas firmas internacionales y una vez firmado el mismo, responsablemente lo sometió a consideración de la Asamblea Nacional de Diputados para su aprobación en Ley de la República o rechazo. Seamos comprometidos con nuestro pleno desarrollo y bienestar, no volvamos a repetir errores tales como un Canal de Panamá ampliado, pero dejando sin resolver dentro del mismo proceso el delicado tema de la cuenca hídrica; un Aeropuerto de Tocumen que es modelo de interconexión internacional, pero evidentemente requiere de una tercera pista, cuyo desarrollo debió completarse para esta fecha y aún no inicia; y el imperdonable atraso en el diseño y construcción de la Cuarta Línea de transmisión eléctrica. Este último y dilatado proyecto es el que merece la plena atención de nuestros pseudo ambientalistas, ya que su entrada en operación es fundamental para apuntalar la transformación del parque energético nacional a energía renovable hídrica, eólica y solar.

En síntesis, la encrucijada que afrontamos como nación es el pleno desarrollo de frontera a frontera, o continuar con la desigualdad que caracteriza el desarrollo nacional, el Gold Roll del área canalera y el poco o nada para el resto del país. En adoptar esta decisión es importante ponderar que prácticamente todos los países del gran continente americano desarrollan industrialmente la minería desde hace décadas, de Canadá en el norte hasta Argentina y Chile en el sur. Además, la minería es parte de nuestra historia y debe ser motivo de orgullo nacional, iniciando con el nombre de Castilla de Oro dado el Istmo en 1508, hasta la fiebre del oro que impulsó la construcción del ferrocarril transístmico, y la etapa del hoy caracterizada por la transformación mundial de la producción a la tecnología y generación renovable requerida para salvar el planeta.

Exministro de Relaciones Exteriores
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