• 29/06/2021 00:00

Nuevos protagonismos basados en un patriotismo real

“[…] debo referirme a los pronunciamientos altamente patrióticos de monseñor Ulloa, quien […] ha denunciado con vehemencia el carácter profundamente antinacional, […] del proceso de enajenación que entrega a una trasnacional minera el control de […] un espacio transprovincial […]”

Siempre me definí como ateo, pero una reflexión posterior me hizo comprender que el ateísmo era una expresión política del liberalismo decimonónico que denunciaba la vinculación de los dirigentes del clero con el gamonalismo. Vistas así las cosas, comprendí que más bien era agnóstico, es decir que no creía en nada, porque nada era comprobable.

Dichas así las cosas, debo aclarar que esta posición no afecta el respeto que me merecen las posiciones de algunos dirigentes de fe que, en determinadas circunstancias, hacen coincidir sus convicciones religiosas con demandas más amplias de la población a la cual se deben.

Esto parecerá redundante, si lo manifestamos en el contexto presente, en el cual una iglesia católica renovada por la dirigencia vaticana actual denuncia y propone los cambios pertinentes de paz, igualdad y solidaridad; no obstante, debo referirme a un pasado no tan remoto como lo fue el caso del arzobispo Makarios en Chipre, quien, superando convicciones íntimas, pero comprendiendo la realidad de su pueblo y el contexto internacional que lo determinaba, supo conducir un proceso de unidad nacional que permitió la independencia de la isla.

En la actualidad, debo referirme a los pronunciamientos altamente patrióticos de monseñor Ulloa, quien en intervención del 6 de junio ha denunciado con vehemencia el carácter profundamente antinacional, expoliador, antiecológico y retardatario del proceso de enajenación que entrega a una trasnacional minera el control de una zona estratégica que comprende un espacio transprovincial, que tal vez supera las dimensiones de aquella Zona del Canal de tan ingratos recuerdos. El símil es adecuado por cuanto que a la transnacional se le confieren poderes que recuerdan a los de aquella zona.

Ese modelo de entrega es grave, por cuanto ha de ser aplicado a otras regiones del país para enajenar patrimonios y riquezas del suelo, bosques y subsuelos. De tal forma, el Estado panameño se ha de asemejar a una colcha de retazos sin soberanía real.

La situación actual es grave, ya que los partidos políticos entran en crisis de representatividad, por cuanto que unos seudoconductores proceden desde el Club Unión y otros, de presunta raigambre popular, responden, por su financiamiento, a vinculaciones oscuras que se hunden en operaciones ilegales. Existe, por tanto, una crisis de representación, la cual no es subsanable con las prácticas político-electoreras actuales. Urge una reformulación del accionar político con vistas a una refundación del país, basada en una nueva moral patriótica y solidaria. Sé que en el otrora partido de Omar subsisten voces de crítica y espanto, pero ellas están condenadas a ser testigos mudos, cual comendadores de piedra, sin posibilidad de instrumentar cambios; por lo anterior, urge lo nuevo.

El señalamiento de puntos de unidad implica la ubicación de trincheras enemigas, más o menos, factibles de tomar, pero necesarias de ubicar, por eso es importante la fijación de objetivos nacionales, como es la supresión de la Nueva Zona del Canal, significada por la espantosa concesión minera; de ahí la trascendencia de la apelación a la unidad nacional sobre ese tema que surge de los pronunciamientos de monseñor Ulloa.

Por lo anterior, es necesario que los grupos populares y la izquierda deban desprenderse del caciquismo y la administración egoísta de grupúsculos de opinión para vincularnos todos en torno a la destrucción del nuevo engendro y el posterior enjuiciamiento de los cómplices políticos de este esperpento. Hay perdón para el error, pero no para la contumacia y la falacia.

Por lo anterior y con profundo respeto, señalamos la pertinencia del llamado de atención de monseñor Ulloa.

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