Según el economista en jefe de la FAO, Máximo Torrero, la región ha reducido la prevalencia del hambre, con casos destacados como Brasil, República Dominicana...
- 04/02/2013 01:00
Querido clientelismo, odiado clientelismo
Mucho se habla en círculos periodísticos y políticos que la política electoral panameña ha tenido un sensible y lamentable giro hacia prácticas ‘Clientelistas’, que en nada abonan al fortalecimiento de la democracia.
Buena parte de estas quejas se dirigen contra las prácticas cooptadoras de votantes y políticos(as), que desde las elecciones del 2009 han sido características del gobierno actual, como si antes no se hubiesen dado estos vicios.
Al respecto, comparto al menos tres ideas: En primer lugar, que el clientelismo es parte de una cultura política basada en el intercambio mercantil. Este, se da entre un actor (individual o grupal) y un cliente (individual o grupal) al que se le promete acceso a determinado tipo de recursos en especie o dinero. El cliente, ofrece su lealtad o apoyo político al inversionista a través de su voto o acciones que le favorezcan. En este último caso, el cliente puede ser a la vez y usualmente lo es, un(a) político(a) que deberá toda su lealtad y favor al inversor(a) (o grupo de estos) que le entregó recursos para salir victorioso(a) en la contienda electoral. En tal caso, se convierte en su patrón.
¿Cuántos candidatos(as) están dispuestos a rechazar ‘apoyos’ de inversores(as) privados(as) en sus campañas electorales? Aquí, muchos dicen odiar las prácticas clientelistas, pero sucumben a ella para lograr sus sueños de poder; donde no es tan fácil como se piensa, escabullirse de los compromisos con el inversor(a).
Por las acciones de política económica del gobierno actual, al observarse a cuál grupo económico beneficia en mayor medida, se puede deducir que ni siquiera éste con sus recursos pudo prescindir de esos apoyos y por tanto de los compromisos consecuentes a ello.
En este sentido, el resultado es obvio, los(as) políticos(as) que llegan a ser elegidos no harán nada que a su ‘patrón’ o ‘Inversor(a)’ le afecte, sino todo lo contrario.
En segundo término, en honor a la verdad histórica, no es cierto que se trate de prácticas entronizadas con el gobierno de turno. Ni siquiera con los gobiernos postinvasión de Endara y Pérez Balladares. Ciertamente, estos abonaron a su reinstauración más no a su introducción a la vida política nacional. El clientelismo, se introduce como práctica generalizada de la política criolla a partir de la contienda en la que Rodolfo Chiari vence a Belisario Porras.
Las interacciones electorales tienden desde allí a ser las de los intercambios mercantiles, con el agravante de que son de carácter asimétricas, o sea, quienes tienen mayor poder y recursos se imponen a los votantes comunes y no organizados, quienes no pueden garantizar lealtades de los(as) candidatos(as) hacia políticas de beneficio popular.
Así, antes de 1924, lo predominante en nuestro país era la cultura del caudillismo/caciquismo, más no el clientelismo; de allí el éxito de Porras.
En último término, esta cultura del caudillismo/caciquismo, no fue destruida totalmente por la nueva cultura entronizada por Chiari y las élites políticas de origen empresarial. Aún hay reductos de esta en áreas rurales del país. Pero fue interesante constatar cómo esta contribuyó a neutralizar las prácticas clientelistas en los años 70’s cuando el general Torrijos mandó al invernadero electoral (no a su accionar político) a los partidos políticos y constituyó la Asamblea de Representantes de Corregimiento. La danza de millones no tenía sentido para un torneo donde se escogían a muchos con limitada cobertura poblacional; los(as) señores(as) del gran poder no veían rentable apoyar a tantos candidatos(as) con un poder restringido, visto individualmente. Las reglas del clientelismo antes de 1968 y después de 1982, han requerido la reducción del número de candidatos(as) que tengan una mayor cobertura poblacional y mayor concentración de poder; reproduciendo así una lógica empresarial.
En tal sentido, si el clientelismo conspiraba contra la democracia, Torrijos le hizo un favor a esta; ya que científicamente hablando, importa lo real y no lo formal o normativo (jurídico) y a fin de cuentas, para la mayoría del pueblo de esa época, este ensayo le pareció en lo concreto más democrático.
Lo irónico es que, mientras la mayoría de los candidatos(as) ‘torrijistas’ denuncian los perjuicios del clientelismo, en la práctica se abrazan a este.
SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.