• 26/02/2022 00:00

El oficio del historiador profesional

“[...] es necesario hacer comprender a las nuevas generaciones lo sustantivo, lo propio y lo específico de nuestro modo de ser, con todos sus elementos duraderos, buenos o malos, que forman el meollo de nuestro pensamiento histórico”

Con motivo de la aprobación en tercer debate del proyecto de Ley sobre el Oficio del Historiador, por parte de la Asamblea Nacional, surge el cuestionamiento sobre la importancia o no del ejercicio de cargos de la profesión del historiador que el proyecto de Ley aspira a contemplar en el Manual Único de Clasificación de Puestos del Estado. De allí la necesidad de hacer docencia sobre este tema.

La Historia, como otras profesiones, es un oficio que tiene entre sus principales funciones la producción de conocimientos con fines sociales y se realiza a partir de la identificación e interpretación de diversas fuentes. Es un proceso complejo que implica lecturas, formulación de preguntas, planteamientos de problemas, conocimientos de métodos, corrientes historiográficas, categorías, dominios de tecnologías que son, sin duda, los cimientos sobre los que se edifica la escritura de la historia.

En Panamá, a diferencia de otros países, el ejercicio de la profesión del historiador, generalmente, ha estado circunscrito a la enseñanza en instituciones educativas. No obstante, los adelantos tecnológicos, entre estos “el encuentro entre el historiador y la red ha traído suficientes cambios en el mismo oficio del historiador”, lo cual le ha permitido el uso de herramientas como las humanidades digitales en la generación de conocimientos.

El uso de las herramientas tecnológicas les ha facilitado a los historiadores el trabajo interdisciplinario con profesionales de la informática, archivólogos, bibliotecólogos y museólogos, al incursionar en actividades como la creación de “repositorios digitales” de documentación que permite, a un número mayor de la población, el acceso a la información y, por otra parte, evidencia el compromiso y relevancia que tiene el historiador profesional en la construcción, preservación y difusión de la memoria histórica.

Marco Tulio Cicerón, orador, político y filósofo de la antigüedad, decía que la historia es la maestra de la vida, puesto que ofrece las herramientas cognitivas para interrogar el presente volviendo al pasado. Ofrece estrategias cognitivas para buscar, procesar, generar y crear conocimientos, según necesidades de las épocas. Al contar con estas habilidades, el campo laboral del historiador profesional extiende su radio de acción más allá del papel tradicional que ha venido ejerciendo; la docencia en instituciones educativas. En este sentido, en un conversatorio titulado “¿Qué hace un historiador en un museo?”, organizado por la Universidad de Cartagena, Facultad de Ciencias Humanas, los ponentes anotaron que “dentro de los museos está a su cargo la elaboración de investigaciones para dar soporte a los guiones museográficos y contenidos de la estrategias educativas”, tareas de investigación y gestión cultural conectadas con la memoria histórica de un país que no se debe concebir sin las herramientas, métodos y teorías que maneja un historiador profesional, como señala José Omar Tinajero Morales. Es decir, las instituciones de Gestión Cultural, del Patrimonio y de la Memoria Histórica, en términos generales, representan espacios para el desempeño de historiadores profesionales, a través de las cuales pueden desarrollar programas que permitan a la ciudadanía apropiarse de la historia desde los museos y centros culturales. Sin embargo, en Panamá, aún, los tomadores de decisiones no logran comprender la importancia de asignar profesionales con las competencias requeridas según visión y misión de las diferentes instituciones, lo cual continúa afectando la productividad de país.

Siguiendo el pensamiento del doctor Carlos Manuel Gasteazoro (historiador) hoy, más que nunca, ante la trágica confusión en que vivimos, es necesario hacer comprender a las nuevas generaciones lo sustantivo, lo propio y lo específico de nuestro modo de ser, con todos sus elementos duraderos, buenos o malos, que forman el meollo de nuestro pensamiento histórico. No se pretende con ello ir en busca de un nacionalismo cerrado, unilateral y pasado de moda, sino hacer un acto de conciencia de lo que somos para mejor entender, explotar y valorar lo que podemos ser.

Profesora de la Universidad de Panamá.
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