Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...
- 19/09/2022 00:00
Estado oligárquico y tareas históricas pendientes
Por el año 1968, previo al golpe de timón gubernamental de octubre, sectores del ámbito agroindustrial planteaban a través de diversos voceros que había que acabar con el monopolio del arroz, que además coincidía con el predominio de este monocultivo en el mercado interno. La salida a este monopolio-donde encontrábamos a honorables familias vinculadas al clan oligárquico que dominaba el país en la época-se centraba en cinco medidas que jalonarían un cambio progresivo en nuestro campo y el país en general, a saber: 1. Diversificando los rubros agrícolas para acabar con el control del monocultivo, impulsando el de la caña de azúcar, 2. Construcción de un ingenio para el procesamiento de los subproductos de la caña, 3. Acabar con el monopolio del arroz (por cuanto ejercía el control de sus precios en contra de los pequeños agricultores y los consumidores), 4. Propulsar el desarrollo de los campesinos (lo que implicaba no solo condiciones de producción y comercialización, sino educación) y algo sumamente importante, 5. El fomento de la asociatividad de los campesinos a través de Cooperativas. (La Estrella de Panamá, 24 de abril de 1968).
Más de una lección se puede derivar de esta propuesta, que no era la exclusividad de un vocero periodístico o la elucubración del editor de este medio de prensa que lo difundía. Una enseñanza nos alude al hecho de que quienes avalan romper con el monopolio del arroz (Constituido por el latifundismo de la oligarquía que dominaba el Estado) no son sindicalistas de “izquierda”, ni agentes del comunismo internacional, sino la fracción, digamos más refrescante, más lúcida del empresariado capitalista de la época. Es con esta fracción con la que el proceso liderado por el general Torrijos se embarca poco más de un año después. De allí la creación de ingenios estatales que la oligarquía no le interesaba precisamente para mantener el monopolio y el monocultivo del arroz-en lo que respecta a la actividad agrícola-y las fracciones agroindustriales no tenían los recursos suficientes para invertir en estos… El proceso Torrijista les hizo el favor, pero en el entendido de que junto a las demás medidas planteadas contribuirían a ampliar los horizontes de la población y la sociedad rural de esos momentos. De aquí se deduce que es la oligarquía en su frente agrario la que resiente estas medidas y, por tanto, se alza en oposición visceral contra la conducción del proceso cívico-militar, para unos “dictadura”, para el amigo Olimpo Sáez, “dictablanda”. Dos décadas después, esa misma oligarquía, junto a nuevos integrantes que se abrieron paso a ese control del mercado de cultivos agrícolas, muerto Torrijos, por supuesto, se repartieron cual piñata esos mismos ingenios que inicialmente adversaban. Se adueñaron de ellos por una bicoca en los procesos de privatización de los gobiernos de Endara y el “Toro” Pérez Balladares… ¿Así quien no se hace rico o multi rico y luego nos venden la idea que ha sido por el esfuerzo y talento que los pobres no tenemos?
Una segunda lección, tiene que ver con el desarrollo de las cooperativas. Los sectores más avanzados del capitalismo, tenían bien claro que los campesinos no se convertirían en proveedores eficientes de sus materias primas, si no alcanzaban las economías de escala, esto es, los niveles de producción suficientes y necesarios para comercializar volúmenes que les permitiera generar sus propias ganancias y a la postre, estar en capacidad de ser excelentes “sujetos de créditos” para su acumulación como grupo y crecimiento del mercado. Aquí estaba el otro destacamento de interesados en el desarrollo cooperativo. No se trataba ni de Héctor Gallegos, ni de izquierdosos, soliviantaban el ánimo de los campesinos los que estaban de acuerdo en avivar esta forma de asociatividad en el campo; había un interés importante de los sectores capitalistas de más lucidez de lo que era desarrollar el capitalismo nacional. Es lo que vuelve a primar en el Estado, en un proceso que se comenzó a manifestar desde 1982, después de muerto el General Torrijos; diáfana expresión del asalto al poder de la vieja y nueva oligarquía que había sido puesta en segundo lugar en el dominio del país. Hoy, a falta de esos sectores agroindustriales y campesinos que fueron abatidos, son organizaciones de origen popular “izquierdistas” o no, los que proponen cumplir con esas tareas históricas pendientes.