• 31/10/2023 00:00

Opinión sostenida

Exijamos a las autoridades que hagan cumplir las máximas medidas de seguridad en estos proyectos; que se cumplan las medidas de mitigación y, sobre todo, que velen por los intereses y la salud de los ciudadanos

El 30 de agosto de 2010, hace 13 años, durante el gobierno de Martinelli, se publicó en otro diario, “A cielo abierto”, mi opinión sobre esta práctica minera y así titulé aquel escrito hoy tan vigente ante la megamina a cielo abierto de Minera Panamá. Dije entonces: “Al leer que la tina de lixiviación en Molejón, distrito de Donoso, provincia de Colón, está a punto de desbordarse, dediqué varias horas a informarme sobre la minería a cielo abierto (MCA). Por razones de espacio me limito a lo básico y empiezo por citar del diccionario que la 'ecología es la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos entre sí y con su entorno'; y ambientalista, 'el que se preocupa por la calidad y la protección del medio ambiente'. La roña de los que se afectan por la vigilancia y denuncias de los ambientalistas, los lleva a calificarlos de “terroristas sociales”; de retrógrados soñadores opuestos al “progreso”, insensibles a las necesidades sociales, más interesados en cuidar animalitos y árboles que en la economía.

En el pueblo de Antón, donde viví varios años cuando niña, era común comer 'carne de monte'; no nos mortificaba el consumo de huevos de iguana o de tortuga; para los muchachos matar pájaros con biombo era diversión. Años más tarde empezó a hablarse de especies en peligro de extinción; del daño que ocasionan al suelo las quemas; de agujeros en la capa de ozono, rayos ultravioleta y cáncer de piel; de la toxicidad de los pesticidas y otros perjuicios que causábamos, a veces por desconocimiento, a veces por codicia y afán de enriquecimiento a cualquier costo. Ante el preocupante estado de salud del planeta Tierra, vale preguntarse cómo estaría de peor de no ser por la ecología, los ambientalistas, y el valioso apoyo de profesionales de la medicina. Gracias a la presión contra fabricantes de productos tóxicos se buscaron alternativas y nuevas tecnologías; se eliminó el plomo en los combustibles y muchos países dejaron de usar gases refrigerantes nocivos para la capa de ozono. Es falacia que los ambientalistas se oponen al desarrollo económico que beneficia al trabajador; nunca pidieron que dejaran de fabricarse automóviles, combustible, y acondicionadores de aire. El propósito de la lucha resultó en beneficio para todos.

La historia de la minería para extraer oro, cobre, diamantes, esmeraldas y otras riquezas, es de devastación, miseria, corrupción, guerras. Conmueve ver imágenes de la República Democrática del Congo o de Sierra Leona, en África, donde el rostro descarnado de la miseria y la devastación más absoluta revela que las riquezas se la llevan poderosos consorcios extranjeros que además fomentan, para sus propósitos, la corrupción de los gobiernos. Tras largos años de estudios, el consenso de los expertos es que “ninguna actividad industrial es tan agresiva ambiental, social y culturalmente como la MCA”. El tóxico cianuro es vital en la lixiviación, que consiste en tratar una sustancia compleja (un mineral) con un disolvente adecuado para separar sus partes solubles de las insolubles. Son accidentes de graves consecuencias las filtraciones en los forros de las tinas, o el desbordamiento; el contenido, absorbido por la tierra contaminará las aguas superficiales y las subterráneas. El proceso de la MCA empieza con despojar de vegetación grandes extensiones de terreno; esto ocasiona desertificación, erosión y empobrecimiento del suelo; la fauna pierde su hábitat y algunas especies desaparecen. Allí está, como testimonio, la abandonada mina Santa Rosa, en Cañazas, área que parece paisaje lunar; es lo que queda cuando, agotada la riqueza, los explotadores recogen sus bártulos y se marchan dejando los despojos de efímeras bonanzas y como herencia, miseria, resentimientos, y daños permanentes a la salud y la naturaleza.

Petaquilla Gold no ofrece a los lugareños espejitos y abalorios inútiles, como hicieron los conquistadores españoles; ofrece reforestación, capacitación técnica y construcción de escuelas y centros de salud. Incluso si cumplieran, no se compensará el daño irreversible que dejarán tras de sí gracias a la complicidad de gobiernos cuyo interés primordial es 'la economía'. Petaquilla Gold, desde sus inicios, viene manchada con graves faltas. Aun así, la Autoridad Nacional del Ambiente ha sido poco exigente, tal vez para no contrariar los intereses del Estado expresados por Roberto Henríquez, ministro de Comercio e Industrias, quien dijo: 'Habiendo logrado mayores beneficios para el Estado, yo procedí a dar el permiso de producción comercial a Petaquilla Gold'. Esta actividad, señores del Estado, es 'pan para hoy, hambre para mañana'; los minerales no son recursos renovables. Nuestra vecina, Costa Rica, le cerró el paso a la MCA. Aquí le abrimos las puertas. Nuestra ignorancia sobre los efectos de la MCA conviene a los interesados. No aceptemos el 'desarrollo' que perjudica. Exijamos a las autoridades que hagan cumplir las máximas medidas de seguridad en estos proyectos; que se cumplan las medidas de mitigación y, sobre todo, que velen por los intereses y la salud de los ciudadanos. Los ambientalistas juegan un papel clave en estas luchas. ¿Terroristas? Sí: contra la destrucción y la miseria”.

Vale aclarar que aún mantengo la misma opinión sobre esta actividad.

Comunicadora Social
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