• 27/12/2023 10:02

Panamá, la ONU y el informe sobre la evasión fiscal mundial 2024

Es una lástima que la mayoría de la población vea la discriminación a nivel internacional que sufrimos, y la forma despectiva en que se refieren a nuestro país, como un problema sólo de los de abogados y de los bancos

Pasados siete años después de la filtración ilegal de los mal llamados Panama Papers amerita revisar si todo el daño que hicieron los participantes del Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores (ICIJ) tuvo un efecto positivo más allá de discriminar contra ciertas naciones. Para este fin, leímos el recién publicado Informe sobre la evasión fiscal mundial 2024 del Observatorio Fiscal de la Unión Europea publicado por consentidos de la izquierda fracasada como el niño prodigio de la Francia Insumisa (movimiento galo de extrema izquierda): Gabriel Zucman. Qué pereza.

Hace muchos años que no escribo sobre los ataques injustos que ha sufrido nuestro país producto de los Panama Papers, del odio infantil de Francia y sus organismos adláteres (GAFI, OCDE) hacia nuestro país, de la diplomacia cobarde e ineficiente de nuestra cancillería y de la falta de dignidad de nuestros gobernantes. Es una lástima que la mayoría de la población vea la discriminación a nivel internacional que sufrimos, y la forma despectiva en que se refieren a nuestro país, como un problema sólo de los de abogados y de los bancos. Cuando personas sin nada que esconder tratan de establecer cuentas en bancos de primer orden en el extranjero con sociedades panameñas y le dicen que, por el mero hecho de ser una compañía panameña, no le abrirán la cuenta yo lo tomo como un insulto, no a mi profesión, si no a mi nacionalidad. Lo increíble es que la OCDE lleva años promoviendo con garrote la transparencia financiera, el intercambio de información automática, las medidas de transferencia de precios (BEPS) y acosando con sus listas discriminatorias a países pequeños que ofrecen servicios financieros y legales, legítimos, pero que aún prefieren llamar, despectivamente, “paraísos fiscales”. Pensaron, desde la OCDE, que su tesis era infalible y que iban a encontrar todo el dinero que sus ciudadanos han eludido o evadido en esas islas cocoteras de tercer mundo. Al final, lo único que busca dicho informe y sus autores es mantener la ficción de que los déficits fiscales en Europa se deben a que todos sus impuestos se encuentran en Panamá y en tres islas del Caribe. A estas alturas ya debieron entender lo insostenible de su teoría.

Es por lo que el Sur Global, como ahora llaman a los países en desarrollo, votó mayoritariamente por una convención fiscal en la ONU y así arrebatarle al club de países ricos de la OCDE el mandato autoimpuesto de establecer las reglas fiscales para todos los países. Desde hace décadas actúan fuera del derecho internacional público aprovechándose de su poder económico y atacando la imagen de naciones soberanas mientras los verdaderos culpables de la fuga masiva de dineros lo hacen bajo sus propias narices en el viejo continente. Sépase que hicieron todo lo posible para descarrilar el voto en la ONU; 120 países votaron a favor y sólo los 38 miembros de la OCDE votaron en contra. Volviendo al informe, este no es más que un panfleto vacío lleno de jerga económica y de propaganda de un modelo económico fracasado y de un continente en ruinas. Busca echar balones afuera eximiendo a los verdaderos culpables: los que imponen políticas socialistas de altos impuestos para sufragar los subsidios a empresas ineficientes y a particulares “desfavorecidos” bajo la excusa de la red de seguridad que merecen estos que han optado por vivir de los que trabajan y exigir cada vez más al Estado.

Este informe es un reflejo de una realidad: la quiebra del sistema de seguridad social en Europa les aterra. Los europeos viven más tiempo y tienen menos hijos. Macron trató de subir la edad de jubilación y terminó escondido bajo las faldas de su esposa. Los socialistas saben que la pirámide de la seguridad social está invertida y no ven solución a la vista. Así que han dedicado décadas a culpar a otros países y a financiar estudios estériles en busca de un tesoro escondido que saben está en la banca gringa, suiza y luxemburguesa, bajo sociedades holandesas, maltesas y chipriotas. Termino citando al prestigioso diario inglés The Guardian que en su editorial de 21 de diciembre de este año, refiriéndose al Convenio de la ONU, acotó: “Durante mucho tiempo ha sido una paradoja que los países ricos, cuyas empresas de servicios profesionales son responsables de la mayor parte del abuso fiscal transfronterizo del mundo, también escriban las reglas fiscales globales. Es posible que, afortunadamente, no sea el caso en el futuro”.

El autor es abogado.

Lo Nuevo