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- 16/12/2008 01:00
Moralidad en la política panameña
La juventud aprende de los mayores. Los jóvenes ven en los adultos figuras que luego imitan o admiran.
Yo recuerdo de mi juventud a políticos como Carlos Iván Zuñiga, Virgilio Schüber, Jorge Illueca y tantos otros oradores fogosos y nacionalistas que guiaron nuestra generación.
Eran figuras intachables, verticales en sus creencias y principios.
Fue en 1968 cuando empecé a ver a los políticos con otros ojos. La división del Partido Liberal por la postulación de David Samudio Ávila llevó a grupos de la oligarquía tradicional, adversarios por décadas de Arnulfo Arias Madrid, a unirse al Doctor.
Empecé a ver que al político le interesa llegar al poder, pero la lealtad al partido o a su propio grupo es muy frágil.
Hoy, en la nueva democracia que vive el país, los políticos estamos dando a las futuras generaciones un pésimo ejemplo. Por un lado, la Constitución crea casi una partidocracia en el manejo de Estado, tanto en el control de la Asamblea Nacional de Diputados donde la curul pertenece al partido, como en un régimen presidencial autoritario.
Pero, los partidos políticos en sí no responden a esta realidad. Los miembros de los partidos, más que por ideología o principios, parecen más ir sumándose por conveniencia y oportunismo. Las inscripciones responden a precandidatos que necesitan respaldo en las primarias, o bien después de elecciones de interesados en lograr un nombramiento. Y, peor aún, las candidaturas parecieran seguir el mismo curso de acción.
Se requiere que la Ley Electoral defina un mínimo de pertenecer a un partido para poder optar por una candidatura, y solamente así obligamos a los interesados a escoger cuidadosamente en cuál partido inscribirse.
No puede ser, por ejemplo, que un Oscar Ávila, con más de 20 años en el Partido Revolucionario Democrático (PRD), participa en una primaria del PRD y ocupa el quinto lugar reservado para un aliado y salta de partido y ahora pretenda ser candidato de otro partido.
Me pregunto, y, ¿si hubiese llegado en los cuatro primeros lugares, se habría ido a CD? No, estaría en campaña del PRD. Lo mismo cuando los jóvenes ven el caso de Guillermo Ferrufino, primero con vallas publicitarias del PRD, luego en vallas como independiente y, en menos de dos meses de diferencia, ahora en escenas con Ricardo Martinelli como candidato de Cambio Democrático (CD).
Para nuestra juventud, en esa época cuando se es romántico e idealista en política, lo que está presenciando solo la llevará a rechazar su participación en partidos, dudo que lleguen a respetar y admirar políticos de ese nuevo cuño que pregonan el oportunismo y la obtención del poder por el poder.
Tocará a los que ganen los escaños en la Asamblea Nacional de Diputados, al próximo presidente o presidenta de la República, con sus acciones y discursos, rescatar los principios y la moral de una clase política que en campaña se hace daño y autodestruye.
Si pretendemos que las futuras generaciones produzcan líderes ejemplares, la actual generación tiene que corregir su rumbo y mostrar una mejor cara.
Es triste que la política a nivel mundial esté contaminada hoy por corrupción, ambiciones desenfrenadas, obsesiones de poder y oportunismo. Lejos quedaron los estadista de ayer, los discursos profundos y la oratoria de excelencia.
-El autor es ingeniero y analista político.mrognoni@sinfo.net