• 26/02/2024 00:00

Para iniciar los cambios

Creo que las protestas contra el contrato minero y la minería que se llevaron a cabo durante los meses de octubre y noviembre pasado, han afectado de manera notoria la campaña politiquera para los comicios del 5 de mayo venidero. A unas tres semanas de haber iniciado oficialmente el período electoral, es poco notorio el trabajo de proselitismo.

Ante el escenario de rechazo planteado en las protestas mencionadas, lo que se ve en términos de campaña puede que sea una de esas “estrategias” recomendadas por los gurús y genios que manejan la campaña de los candidatos. Es decir, en las redes sociales se percibe más promoción, pero no es abrumadora como la propaganda politiquera de otros tiempos. También puede ser que han retornado a ese viejo principio esbozado por el estadounidense Tip O’Neill de “All politics is local” (toda la política es local), y los esfuerzos de convencimiento se hacen más adentrado en los barrios y las comunidades; menos visibles a nivel nacional.

Faltan un poco más de dos meses para las elecciones. No pareciera que se intensificaran los actos proselitistas masivos ni públicos. Eso está por verse. Habrá debates entre los candidatos presidenciales, pero como sabemos, repetirán lo que hay en sus planes de gobierno y sus mensajes “estratégicos” de comunicación, según lo preparado por sus equipos. Hay un candidato que sus seguidores dicen que “robó, pero hizo”. Ellos no tienen problema con esa afirmación y es la más clara señal de que los resultados de estas elecciones no tendrá mayores incidencias en el cambio de los modelos mentales de gran parte de la sociedad.

Anteriormente, señalé que los que salgan electos creerán que han ganado y celebrarán. Se afincarán para tomar las riendas del poder y explotar lo antes posible el momento que la contienda electorera les ha brindado. Bien para ellos. Pero en realidad no habrán ganado nada.

El asunto de mayor importancia que queda y que ninguna campaña politiquera o candidato electo a cualquier puesto podrá resolver, es el estado de nuestra condición de entes sociales y nuestra incapacidad de hacernos de las mejores conductas humanas para impulsar nuestro desarrollo por encima de lo que tuvimos en el pasado y muy por encima de lo que tenemos hoy.

Las premisas que históricamente nos han guiado como nación y como sociedad, han variado profunda y sustancialmente. No existe un criterio unificado de hacia dónde queremos llevar este país. El contexto social en la cual operamos también ha cambiado significativamente hacia lo negativa y, pondría, afirma que peligroso, dando como resultado la falta de esa visión compartida; falta que nos ha permitido observar y vivir la más maliciosa, sistemática y perversas de nuestra conducta social. Como ejemplo: Una escuela que no reúne las condiciones de seguridad para recibir a los estudiantes, con todos los millones que este país genera y gasta en superfluos, es malicioso.

Las evidentes muestras de deterioro social (estructural y sicológico) han incursionado en la psique del panameño a todos los niveles, permitiendo la pérdida de su capacidad de razonamiento crítico sobre las amenazas a su certidumbre social. La claridad cognitiva que demostraba décadas atrás en las luchas por la recuperación de la soberanía nacional, ha sido canjeado por una representación irreal de hombre y mujer “moderno” y ese acondicionamiento psíquico ha sido producto de la influencia de los medios, en particular las redes sociales y de su visión artificial sobre las circunstancias de él o ella como individuos. Peter Senge lo define como “poca conciencia” sobre la realidad actual.

No habrán ganado. Las posibilidades de revertir la presente conducta social que ha infectado como un cáncer agresivo, el tejido social de la nación es monumental. Y lo más peligroso es que hay muestras evidentes de que la generación que crece bajo nuestra tutela, ha sido infectada de igual manera.

Senge propone “una revisión profunda y una transformación radical, principalmente de los modelos mentales”. No tengo claro si los candidatos y sus asesores entienden el enorme daño que los “modelos” actuales han hecho en términos de comportamiento social, político y cultural.

Corregir los problemas estructurales será imposible. Por el momento, todos los esfuerzos deben ir hacia los programas de educación, cívica, ética y cultura. El reto está en iniciar un verdadero y permanente cambio en la conducta y pensamiento social.

El autor es comunicador social
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