• 26/09/2015 02:00

Universidad: entre la espada y la pared

En los últimos meses nuestra pluma ha estado en receso. 

En los últimos meses nuestra pluma ha estado en receso. Un descanso obligado. Escribir es un ejercicio que satisface, que fortalece, pero que exige. Transmitimos ideas y exponemos, críticamente, lo que pensamos. También los deseos del espíritu salen a flote; no menos, son las consideraciones en cuanto a lo que se siente respecto a algo o a alguien.

Si ya nos acercamos a los ochenta años de existencia de esa institución llamada Universidad de Panamá (y motivos hay de sobra para festejar), debemos entonces retomar entusiasmo y testimoniar lo que los universitarios valoramos respecto al contexto en que se dan estas ocho décadas de vida institucional.

Arribamos a este aniversario octogenario en medio de muchas expectativas, aunque también rodeados de un escenario conflictivo para la institución. ¿Cuál es el futuro de la Casa de Méndez Pereira? La respuesta a esta interrogante, dirigida a cavilar sobre los años próximos, está llena de desafíos, de necesidades, de transformaciones que nos vienen de un gigantesco mercado del conocimiento.

Y, por otra parte, en la misma coyuntura, en el contexto cotidiano de hoy, es cada vez más cercano el debate sobre la administración venidera, la que ha de iniciar un nuevo trayecto que nos va a requerir de la máxima creatividad para producir los cambios que reclama un mundo académico saturado de novedades y de cambios que incidirán cada vez más en lo que hacemos en la Universidad.

Sea como se perciba, nos encontramos en un momento importante, definitorio, para la casa de la educación superior de los panameños. No se trata, en lo mínimo, de un juego de posiciones para ocupar los cargos de dirección, aunque los intereses que esto genera se colocan en un sitial de primer orden.

Más allá de la competencia electoral y de todo lo que ello genera, está la ‘universidad profunda'. Esa que ha facilitado a cientos de miles de panameños, de los estratos medios y de la gente desvalida económicamente, alcanzar y desarrollar sus metas, de posesionarse en el mercado profesional y desde allí ser parte del desarrollo de la nación.

La universidad profunda tiene ahora emergentes desafíos que la colocan entre la espada y la pared. Pero son suficientes las virtudes que facilitan los caminos de salida para superar los obstáculos y así fortalecer ese valor agregado que ella representa para el país.

No se trata tan solo de una responsabilidad de los actores directos, sean autoridades, docentes, estudiantes y administrativos, aunque a éstos les cabe un protagonismo de primera fila. Hay otros, como el Estado y, en este, los Gobiernos; también los sectores económicos y la sociedad civil. Reunir esfuerzos para potenciar lo que hacemos desde la universidad, nos sitúa en la dirección correcta para materializar la tan repetida consigna de que ‘la salvación de un país está en la EDUCACIÓN'.

En lo que sigue, de los próximos nueve meses, se escuchará mucho sobre la Universidad de Panamá. Y no necesariamente por los ochenta años. Lo electoral ocupará el papel protagónico. Bonita ocasión para que los candidatos nos ocupemos de esa universidad que merece el Panamá de todos.

Que los intereses sectarios no sean los que impidan que la LUZ siga dando claridad a los caminos del progreso de nuestra gente. La Universidad profunda tiene que ser aquella que dé contenido al Panamá profundo.

PROFESOR DEL CRU DE COLÓN.

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‘¿Cuál es el futuro de la Casa de Méndez Pereira? La respuesta a esta interrogante, dirigida a cavilar sobre los años próximos, está llena de desafíos...'

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