• 22/11/2010 01:00

Por un periodismo comprometido

Cuando mencioné la semana pasada a los 38 periodistas que han muerto alrededor del mundo en lo que va de este año y a los 72 del año pas...

Cuando mencioné la semana pasada a los 38 periodistas que han muerto alrededor del mundo en lo que va de este año y a los 72 del año pasado, no fue sin la reflexión de que todos dieron sus vidas en el intento de exponer hechos que violentan el bienestar de la colectividad social. Guerras, tráfico de drogas, corrupción, entre otros peligros que acechan. Casi todos se encontraban en franco ejercicio investigativo y de cuestionamiento de los estamentos de poder para comprobar u obtener la información puntual. Ninguno murió por presentar dimes y diretes pueriles entre partidos y figuras políticas.

Ya en el 2007 el Instituto Internacional para la Seguridad de la Prensa, presentó en Bruselas, Bélgica, un trabajo investigativo que se llevó a cabo por espacio de dos años titulado Killing the Messenger (Matando al mensajero). Puntualizaba que: ‘un millar de periodistas y personal asociado murieron en todo el mundo en el intento de informar...’. Lo más importante del estudio es que solo una de cada cuatro muertes se dio en situaciones de guerra: ‘al menos 657 hombres y mujeres fueron asesinados, eliminados al intentar esclarecer los sombríos recovecos de sus sociedades’.

Tengo mucho más que decir sobre el ejercicio del trabajo de los medios de comunicación. Sobre el del periodismo y el momento actual. El social e histórico. El periodismo para el desarrollo de un país que busca aprovechar al máximo la recién recuperada soberanía y el control de su territorio. Un periodismo para la construcción de la sociedad del futuro, la sociedad de mis hijos y la de los tuyos.

En este momento muchos solo ven el tema en el marco de las recientes amenazas a la libertad de expresión por indagar e informar sobre los asuntos del gobierno. Asuntos de todos en un país democrático. Pero mis preocupaciones son más a fondo. Si el gobierno y las estructuras del poder tienden puentes de entendimiento con los trabajadores del periodismo por medio de una serie de agasajos y reconocimientos en el marco de la celebración del Día del Periodista, no significa que el trabajo se hará más fácil. Y tampoco los trabajadores de los medios deben creer que la relación inestable con las estructuras gobernantes es su mayor reto.

Las amenazas al futuro de la sociedad no tienen que ver con el control que personeros de un gobierno en particular tratan de ejercer sobre el trabajo periodístico. La vigilancia de la ejecución de los gobiernos forma parte de un laberinto más complejo. Las verdaderas amenazas se centran en la conducta generalizada frente a los retos que como sociedad enfrentamos para adelantar el desarrollo cultural y social de la población.

El ejercicio periodístico actual se inclina mayormente a concentrar su esfuerzo en tratar de difundir temas relacionados a la actividad política, de gobierno y de oposición. Se presenta muchas veces como investigador y expositor de actos de corrupción, ante todo ligados a la política y a la gestión gubernamental, más no, en términos generales, de las que probablemente ocurren en el sector privado. El ejercicio periodístico en nuestro entorno no goza de independencia, tiene necesariamente que limitarse ante los intereses de los anunciantes y dueños de los medios de trasmisión.

Alguien me comentó la semana pasada que ‘al tener el poder para ejercer control sobre la opinión de la población, el comunicador es un actor de dos caras posibles, ... una independiente y la otra modelada por la censura de los grandes monopolios económicos. Por lo tanto, tan vilipendiada profesión, debería ser ejercida por hombres y mujeres con un sentido de responsabilidad muy alto’.

Las preguntas fundamentales para una profesión como esta son: ¿qué hacemos realmente de valor en un tiempo como éste, en donde son visibles los cambios significativos en la estructura social?; cambios que amenazan el futuro de convivencia pacífica. ¿Qué hacemos cuando la dinámica de convivencia familiar es cambiante, muy distinta a lo que era hace tan solo 25 años? ¿Qué hacemos en este tiempo que vivimos, en donde las interacciones entre individuos se ven amenazadas por conductas de ‘lo más para mí y lo menos para ti’ y la subsiguiente reacción violenta por no ‘dejarse joder’ que dificultan la construcción de relaciones de confianza entre las diversas estructuras de la sociedad y entre los individuos? ¿Qué periodismo hacemos entonces?

Cada periodista debe procurar la libertad debida para ejercer la profesión desde su conciencia, con independencia y bajo su propia responsabilidad, sin temor a ser perseguido y sin la atadura de leyes restrictivas. Por cada persona que ha dado su vida alrededor del mundo por esta profesión, debemos comprometernos a ejercerla con un sentido más ligado a la necesidad de pavimentar el camino hacia un futuro más alentador para todos.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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