• 18/04/2014 02:00

González Palomino: pintor y escultor

Reflexiones a un año de su fallecimiento

‘ La Plástica panameña está de luto’, destacaron los medios de comunicación social en su momento en abril de 2013, la muerte de Carlos Alberto González Palomino, pintor, escultor y muralista, cumplió un año de su fallecimiento el pasado 8 de abril de 2014. Estudió en Panamá, su tierra natal, en España, Francia y otros países europeos. Igual en Perú, Uruguay, Argentina, Chile y México, este último país, donde vivió 10 años con Deyanira Guadalupe, su esposa, igual fallecida el año pasado, 2013, de esa unión nacieron sus dos hijos Cuauhtémoc y Libertad. Retorna con su familia a Panamá, donde fue recibido con los brazos abiertos por parte de familiares, amigos y colegas de las artes plásticas, así como escritores, poetas y periodistas del país.

Los medios de comunicación en su momento, recogieron parte de la vida artística del fallecido pintor, muralista y escultor, nacido y crecido en el barrio de El Chorrillo, donde, bajo la sombra de la pobreza, aprendió a amar a sus semejantes.

Pero aparte de la vida artística que lo llevó a la fama a nivel nacional e internacional, como esposo y padre fue un hombre ejemplar, ya que siempre estaba pendientes de sus hijos, lo que lo obligó a dejar su casa en Altos de Vista Alegre de Arraiján para instalarse en un apartamento de una edificio en la vía Argentina, ciudad de Panamá, donde vivió sus últimos años, donde reinstaló su estudio-taller, saturado de cuadros, bocetos, pinceles y pinturas de diversos temas, pero el más especial ‘El Vía Crucis’, la Vida, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, pinturas que distribuyó entre sus amigos y familiares, que ahora en Semana Santa y siempre, es el mejor legado del pintor panameño.

Pero Palomino, como lo llamaban cariñosamente, era algo más que un pintor o escultor, era una excelente persona, siempre pendiente de los problemas de los demás, era la mano de los más pobres de los barrios, siempre tenía una sonrisa amiga, acompañado de alguna ayuda, quien se la pidiera.

Su amistad con mi persona, se dio a través de su carnal, como él lo llamaba, el poeta Ramón Oviero, (Iván Romero), colega periodista, escritor y crítico de arte, quienes fuimos fundadores del diario La Prensa, en 1980, ambos perseguidos y mi persona encarcelado por los militares que usurpaban el poder desde 1968, esta empresa periodística jamás lo ha reconocido, porque no éramos del clan empresarial.

González Palomino, uno de los maestros de la plástica latinoamericana, a una vez de su regreso de Monterrey, México, donde residía con su esposa e hijos, se establece en Altos de Vista Alegre, Arraiján, en 1987, se inicia una amistad casi de hermano.

Cogió a pecho mi candidatura a representante de corregimiento y el maestro de las artes plásticas, me hizo varias telas con mi rostro, claro, destacaba los bigotes, este arte me favoreció en la contienda electoral de mayo de 1989, su familia muy amiga de la nuestra, entrelazamos una solidaridad familiar y desde entonces la misma se fortaleció, porque mis hijos José Luis, Mark y Jerry, se sumaron a la nueva amistad, lo que me obliga ahora a un año de su defunción, a escribirle algo a su memoria, del amigo, hermano y vecino, Carlos Alberto González Palomino, ahora su esposa Deyanira Guadalupe, que descansen en paz, la patria agradecida.

Carlos Alberto González Palomino, tu legado está plasmados en el rostro alegre de los niños de El Chorrillo, en los murales de la Universidad de Panamá, en el Hospital Oncológico y en las diversas escuelas del país y en las pinturas del Cristo crucificado, que seguro te acogió en el Cielo, donde continuas tu labor de maestro de la plástica, muralista y escultor de las buenas obras de Dios.

PERIODISTA

Lo Nuevo