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- 03/07/2023 00:00
Precio de la carne hoy; consecuencia del control de ayer
Muchos nos opusimos a la aberración del control de precios a 22 productos de la canasta básica de alimentos promovido por el Gobierno nacional (2014-2019), en su inicio “para cumplir una promesa de campaña”. Se firmó el decreto con vigencia de seis (6) meses, pero se fue extendiendo la medida cada semestre con algunos cambios, pero aún sigue vigente.
Entre ellos incluyeron seis (6) cortes de carne bovina, que representaban el 30 % del valor de la res en canal. Según la Anagan, les ocasionó una pérdida de $120 MM, que nadie se los compensó; como ocurre con el arroz, que la compensación del quintal de arroz cosechado con humedad del 24 % e impurezas y hasta 5 % han llegado a recibir $16.00/quintal el ciclo de producción pasado; según comentan, el presente ciclo será de $13.00/quintal sin exigir que el arroz de primera, que está bajo control de precios, esté disponible para los consumidores en los minisúper y cadenas de supermercados.
Ese subsidio está costando al erario cerca de $100 MM anuales y el consumidor “de a pie”, que representa el 65 %, tiene que comprar arroz especial (95 % de granos enteros y 5 % de quebrados) a 65 centavos la libra, porque no hay disponible el arroz de primera (70 % de granos enteros y 30 % de granos quebrados), que es el que está bajo control de precios.
Hay un principio en la ganadería de carne basado en la zootecnia, que cualquier cambio que se introduzca en el hato ganadero sus efectos positivos o negativos se ven a partir del tercer año (3).
Cuando se inició el Control de Precios, en julio de 2014, el novillo de 950 a 1000 libras en pie se pagaba en aproximadamente $1.00 (un dólar) la libra en pie. Antes de los dos (2) años, bajo el control de precios, ese precio del novillo en pie bajó a $0.80 centavos la libra en pie; representando una disminución del 20 % del ingreso al criador o cebador, sin que nadie lo compensará, como a los productores de arroz. Así se explican las pérdidas que, según la Anagan (Asociación Nacional de Ganaderos), de $120 MM, cantidad que ha afectado significativamente al Banco Nacional en la recuperación de sus créditos, ocasionando que gran número de pequeños y medianos ganaderos esté perdiendo sus garantías bancarias, porque el ganado lo tuvieron que vender.
La “fuerza del mercado” del ganado internacionalmente, también tiene repercusión en el nuestro. En EUA, el gran mercado, hay una fuerte tendencia por consumir carne de pastoreo, ecológica o verde, en vez de la que se produce en los exagerados “feetlots”, que mantienen en confinamiento miles de novillos alimentados con solo granos. Por tal razón, los países de Centroamérica que exportan a ese mercado están aprovechando para enviar la mayor cantidad de carne de ese tipo por su elevado precio. Y no puedo dejar de pensar en que muchos terneros nacidos en nuestro país estén cruzando la extensa frontera con nuestro vecino del norte. Algo imposible de controlar. Esas prácticas son consecuencia de la “fuerza del mercado”.
Hoy, el novillo de 950 a 1000 libras, que es la referencia para las restantes categorías del hato, se está pagando en pie a $2.30 por kilo o $1.05 la libra, un diferencial de $0.25/libra de cuando llegó a $0.80/libra por efectos del Control de Precios, tres (3) años después de establecido.
Otra categoría de referencia es el ternero recién destetado de 160 kilos o 350 libras en pie, que está en las subastas del país en $2.70/kilo o $1.23/libra en pie.
Otro factor que se debe tomar en cuenta al analizar el mercado nacional de la carne bovina es el fenómeno que existe con nuestro hato ganadero nacional de 47 000 explotaciones ganaderas, siendo el 50 % menores de 50 hectáreas a razón de una carga ganadera de 1.1 animal/hectárea, siendo una ganadería extensiva tradicional. Según el Indec, tiene 20 años de estar estático en aproximadamente 1 650 000 reses desde el 2001 al 2019, con un descarte anual del 20 % del hato, cuyo porcentaje de parición es de solo 54 %, cuando lo ideal fuera el 80 %.
Según el Indec, el 40 % de las tierras en actividades agropecuarias, 800 000 hectáreas, aproximadamente, en todo el país, están sin legalizar su tenencia de los derechos posesorios, que por décadas poseen para que sus propietarios tengan acceso al crédito bancario. El actual director de Anati, públicamente ha dicho que hay 100 000 solicitudes y anualmente solo entregan 5000 títulos o el 5 %. Las restantes continúan como “capital muerto”, según el economista peruano, Dr. Hernando de Soto, especialista promoviendo la legalización de la tenencia de las tierras agropecuarias en Latinoamérica.