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- 21/11/2022 00:00
Un proceso cuestionado
Con mucha cautela hemos observado el proceso de las inscripciones para las candidaturas “independientes”. El mismo se ha teñido de dudas que, a mi parecer, son insalvables. No vislumbro la forma de que el tema de las fallas digitales que se detectaron, aunque sean corregidas a cabalidad, la comunidad podrá confiar en los resultados al final del proceso. Eso agrega mucha más dudas a todo; y deja una mancha difícil de limpiar a uno de los organismos más respetados del Estado: el Tribunal Electoral.
Observen bien el escenario actual, deteriorado considerablemente desde todas las perspectivas. Retomo un tema que traté hace algunos meses: La Sociedad Fracturada (“A Broken Society”), que, según el Collins Dictionary, fue una frase acuñada por el político británico conservador David Cameron y que se define como: “una disminución general percibida o aparente de los valores morales” (“a perceived or apparent general decline in moral values”). El diccionario Longman lo define como: “una sociedad que tiene muchos problemas sociales y financieros”.
Esta sociedad panameña está lamentablemente fracturada. Todos lo sabemos. Siempre tengo presente que hay mucho más ocurriendo de lo que el común de los ciudadanos sabemos; pero, por el momento, a razón de la pandemia, o no, el Estado se ha endeudado considerablemente y el futuro de nuestros hijos y nietos está tristemente comprometido. Cientos de millones de dólares gastados en rubros cuestionables sin justificaciones convincentes sin que se pueda comprobar o medir las contribuciones para la sociedad. Robos y asaltos a la orden del día y las autoridades, aparentemente, están dos pasos atrás de los hechos. Odebrecht, New Business, Blue Apple... Lean bien: El AGUA NO LLEGA a las comunidades.
El modelo actual de representación política nacional ha permitido que nos gobiernen individuos que, juntos, se han conjugado para llevarnos por un camino que evidentemente ha deteriorado nuestra salud social, política y cultural. Y pretenden no perder esos espacios e influencias.
¿En realidad alguien cree que esto terminará bien? Esa pregunta la formulé hace ya algunos años. Y si la respuesta es afirmativa: bien ¿para quiénes? Los que tiene la posibilidad de influir los procesos de decisión a nivel nacional obran con mezquindad calculadora en el afán de protegerse para no ser blanco de persecuciones o de rendir cuentas dentro de unos meses cuando probablemente –y si– la situación política cambie. ¿Entenderán ellos que lo que sale a la luz pública sobre el uso de los dineros de los contribuyentes (yo sostengo que es dinero del Canal de Panamá) es vergonzoso? Un crimen histórico.
Lo que desconcierta, en gran medida, son las elucubraciones de expertos y actores sociales y políticos (incluyendo académicos) que opinan en los medios de comunicación y en los foros nacionales sobre las posibilidades a futuro; pero, lo hacen en el marco del escenario actual. O sea, entre esta pestilencia decadente de injusticia moral, social, política y cultural que debe avergonzarnos a todos.
Que salga alguien que se atreva a apostar sus últimos reales y asegurarnos que esta sociedad será una en donde haya respeto por la cosa pública. Que el juegavivo en todas las esferas disminuirá a su mínima expresión. Los politiqueros y empresarios no se conjugarán para beneficiarse de los dineros del Estado. La educación y el sistema de salud serán modelo para la región... sino para el mundo entero. Y los que delinquen pagarán sus culpas como debe ser.
No sé qué tanto vale la pena teorizar sobre la futura contienda electorera, si ya está teñida. Si no hemos resuelto el problema de los ladrones y juegavivo que nos han burlado. Así de sencillo. “Los buenos somos más” y hay quienes se reconfortan con decir eso. Hay grupos haciendo cultura, escribiendo, proponiendo nuevas visiones sobre la educación, la salud, haciendo investigación científica, preocupándose por los menos afortunados. Pero los maleantes y sin valores son los que nos están gobernando.
Para restaurar esta fracturada sociedad y para que todos nos respetemos, los que lideran en el campo político, empresarial, etc., con los que hacen cultura y desarrollo social, es necesario que vayamos pensando en un “borrón y cuenta nueva”… “patear la mesa”, como dice el poeta. Si las cosas siguen así, si tratan de buscar métodos de acomodo, esto no terminará bien y no estoy seguro de que se pueda restaurar la confianza en el proceso antes del 2024.