• 03/03/2020 04:00

¿Por qué sí se pudo en el Perú y no podemos en Panamá?

La mano corruptora de Odebrecht ensució no solo en Brasil, sino también en Colombia, el Perú, el Ecuador, Venezuela y Panamá. En el país de Bolívar, con el agravante de que las millonarias obras no se concluyeron, pero jamás se exigirá que se rindan cuentas, porque los que recibieron las coimas son los mismos gobernantes chavistas.

La mano corruptora de Odebrecht ensució no solo en Brasil, sino también en Colombia, el Perú, el Ecuador, Venezuela y Panamá. En el país de Bolívar, con el agravante de que las millonarias obras no se concluyeron, pero jamás se exigirá que se rindan cuentas, porque los que recibieron las coimas son los mismos gobernantes chavistas.

En Panamá, se construyeron millonarias obras de la mano de los brasileños durante los Gobiernos de Martín Torrijos, Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela, este último hasta compadre del poderoso e influyente representante de Odebrecht en Panamá, André Ravello, supuesto firmante de un acuerdo de pena con la procuradora Kenia Porcell y quien, según se dijo, a través de Varela, influyó para que la justicia panameña no cooperara con la brasileña en lo de Odebrecht.

En reciente viaje al Perú, veo lo diferente que ha sido el tratamiento judicial del escándalo allá. Un presidente que se suicidó el día que lo llevarían a la cárcel: Allan García. Otro detenido, junto a su esposa, por recibir millonarias donaciones de la constructora a su campaña: Ollanta Humala. Otro, Alejandro Toledo, solicitado en extradición a los Estados Unidos, por coimas recibidas. El último afectado, Pedro Pablo Kuczynski, quien renunció a la Presidencia al descubrirse que también recibió de Odebrecht. El exalcalde de Lima, Luis Castañeda Lossio, y líderes políticos, como Keiko Fujimori, presidenta de Fuerza Popular y la socialcristiana Lourdes Flores, también están detenidos o investigados. Directivos del Colegio de Abogados, varios exministros, presidentes del Parlamento y sobre todo, los contratistas más grandes del Perú, también han sido requeridos judicialmente a responder.

¿Cuántos se han mencionado en Panamá como involucrados en todas estas tramas de corrupción y de ayudas ilegales a campañas políticas? La respuesta: muchísimos. Pero, ¿cuántos han sido verdaderamente investigados y castigados por los delitos cometidos? La triste respuesta es que, casi nadie.

Se ha comprobado, de acuerdo a los cuentos que nos echaba la procuradora Porcell, que en lo de Odebrecht solo se habían encontrado anomalías en los Gobiernos de Torrijos y de Martinelli. Pero, nunca se llamó a declarar a Torrijos. A Martinelli solo lo investigaron por el fallido caso de los pinchazos, aunque algunos de sus ministros si fueron detenidos por el caso Odebrecht. Se dijo que se pidió la extradición a sus hijos, pero, por extrañas razones, esto nunca prosperó.

Porcell hasta llegó a exonerar a Varela, al decir que a Jaime Lasso no se le podía investigar, porque ya la anterior procuradora, Ana Belfon, lo había hecho; lo que no era cierto. Al tesorero del panameñismo, Carlos Duboy, tampoco, porque, según dijeron, además de su confesión, no había ninguna otra prueba. La misma fiscal, Zuleyka Moore, quizás porque fue operada de cataratas por el doctor Rolando Chanis y encontró nuevos lentes en la Óptica Chevalier, ahora sí encontró méritos para indagar a Jaime Lasso, quien ha involucrado con los detalles que ha dado de lo recibido de Odebrecht hasta el mismo expresidente Varela y a varios de sus familiares, inclusive su fallecido padre. La misma fiscal Moore, sin los problemas de visión del pasado reciente, decidió investigar al exdiputado José Alberto Rosas, decretándole prisión preventiva cuando decidió guardar silencio.

Pero, aparte de estas últimas acciones del nuevo procurador de investigar tan emblemático caso, hay una montaña de pendientes que causan que sigamos internacionalmente calificados como un país corrupto, sin transparencia, donde no es seguro invertir y donde, aunque a muchos no les guste, produce como consecuencia que nos coloquen en esas desagradables listas grises, negras y rosadas, junto a lo peor del mundo financiero.

¿Por qué a ningún ejecutivo de banco, de esos que sirvieron de colador de las tantas coimas de Odebrecht, se le ha detenido como ha ocurrido en otros lugares? ¿Por qué se ha sido tan indulgente con las distintas constructoras locales, como por ejemplo CUSA, que eran los socios de Odebrecht aquí? ¿Y Blue Apple? ¿Y los 18 millones recibidos por Mimito para su campaña en 2014? ¿O lo que recibió de Odebrecht el entonces secretario general de Cambio Democrático, Rómulo Roux, en esa campaña? ¿O los dos millones ilícitos (a través de offshores) que donó Stanley Motta a Mimito? Aquí muchos recibieron de Odebrecht o del PAN o de Blue Apple. Pareciera que al único que no le dio Odebrecht nada fue al alcalde Blandón por la construcción de las millonarias aceras de la vía España.

Al paso que vamos, nunca llegaremos a ser un país libre de pillos y corruptos. Adonde al poderoso se le aplique la misma ley que al hijo de la cocinera. Quisiera equivocarme. ¿Por qué sí se ha podido en el Perú y no en Panamá?

Abogado
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