• 12/09/2023 07:07

El pueblo es el único responsable de los gobernantes que eligieron

El pueblo es el único responsable de los gobernantes que eligieron

Uno de los derechos y obligaciones que tiene un pueblo en un sistema democrático de gobierno, es el de elegir a sus gobernantes, que tienen como finalidad, entre otros, la de buscar el bien común de sus connacionales, la aplicación de la justicia, el respeto por la dignidad humana, la coexistencia pacífica, la promoción de las virtudes y de los valores, el robustecimiento de los hogares y el bienestar para sus gobernados en la salud, alimentación, empleo, educación, seguridad y otros, así como rodearse de hombres íntegros y competentes y no de hombres ineptos.

Las elecciones donde interviene el pueblo son el medio donde se eligen a los gobernantes. Los partidos o grupos políticos debidamente constituidos simbolizan las distintas formas de comprender la sociedad y de encarar las dificultades que se deben resolver. Cuando se celebran las elecciones democráticas cada partido político confecciona un plan que presenta sus proposiciones de gobierno y selecciona un candidato deseoso de ser el gestor de la ejecución de estas propuestas desde el gobierno durante el período que administre la gestión gubernamental.

Los gobernantes elegidos por su pueblo son representantes de éste y están supervisados por el pueblo ya que observan su desempeño en el ejercicio de su mandato presidencial y si los mandatarios no cumplen con el programa y las promesas para las que los eligieron, difícilmente él o la organización política a la que pertenece volverán a dar su voto. De allí la trascendencia de elegir a buenos gobernantes y la necesidad de tener conciencia electoral, pensando previamente con detenimiento para que los ciudadanos, a la hora de ejercer su derecho al sufragio en los comicios electorales, no elijan a malos candidatos con pésima preparación, ineptos, así como la debilidad moral, ética y espiritual de éstos, que constituyan un gran mal para cualquier nación, como también los que han estado relacionados a situaciones de corrupción que tanto han afectado a la educación, la salud, la juventud y al desarrollo en general del país.

Votar en unas elecciones representa una gran responsabilidad y más aún, escoger al mejor candidato, aquel que se caracterice por ser el más honrado y no corrupto demostrado con hechos durante el ejercicio de su función política, que tenga estudios académicos, que ofrezcan años de experiencia, con conocimiento práctico del quehacer oficial y sus particularidades para asumir tan importante posición, ya que un candidato que cuenta con dichas características contribuiría con una correcta toma de decisiones que favorezcan al país. Lo opuesto sería un grave error. Por consiguiente, votar por un candidato que NO posea la mejor virtud que debe tener un buen político, que es el no ser corrupto, y que además esté dispuesto a encabezar un gobierno que combata precisamente la corrupción, que tenga la voluntad y la preparación requerida para gobernar exitosamente logrará una excelente administración. El ciudadano, reiteramos, no debe entonces apoyar a través del sufragio a un candidato que no tenga la inteligencia ni la experiencia debida, porque un aspirante a gobernar sin estas características, lo más seguro es que será un verdadero desastre y un fracaso para todo el país.

Igualmente resultaría nefasto para los intereses del país apoyar a algún principiante o aprendiz de gobernante que no se ha probado ni enfrentado las tentaciones que originan la corrupción en el ejercicio de un cargo público. Los gobernantes improvisados son cortos de visión y originan inconformidades, decepción y malestar generalizado.

Todo lo anterior exige la realización de una campaña profunda de concientización en todo el país, para que la sociedad y sus electores reflexionen y voten por el mejor candidato y sus programas de gobierno que desea implementar una vez asuma sus funciones como gobernante, conociendo, leyendo, revisando sus planes y propuestas que presenten los candidatos, con el propósito que el elector tenga la garantía de saber que al momento emitir su voto lo hacen por sus proyectos y propuestas, no permitiendo que su voto sea comprado a cambio de dinero, prebendas y necesidades que los votantes tengan, porque así los electores caerían en prácticas clientelistas, ayudando así a elegir a un mal candidato, que de paso seguramente llegaría a hacer cosas ilícitas, condenando así el desarrollo y progreso que tanto necesita el país.

Por ende, los ciudadanos debemos ser personas dignas al momento de depositar y ejercer el derecho democrático al voto haciendo el mejor uso de nuestro inmenso poder político, porque al fin y al cabo lo que estamos decidiendo es nuestro propio futuro y el de las siguientes generaciones a la cual pertenecen. Es imperativo determinar la presencia o ausencia de las cualidades requeridas, talento y destrezas comprobadas del candidato a elegir, para evitar caer en estados de desaliento, aislamiento, subdesarrollo, sufriendo resultados económicos, sociales, culturales y ambientales de una mala administración y de gobernantes incompetentes.

Reflexionar profundamente para no equivocarnos, para elegir al mejor mandatario y no a cualquier candidato, teniendo en cuenta que éste tendrá el poder suficiente para cambiar en positivo o en negativo el rumbo de su país, garantizando, antes de elegirlo, que éste será la persona correcta para el cargo, el mejor entre los que compiten, buscando a políticos que sepan negociar con transparencia por el bienestar de su país y no por beneficio propio.

Vale entonces preguntarse ¿quién es el responsable de los gobernantes elegidos? Si el gobernante que escogimos llegase a ser un mandatario extraordinario, seguramente todos se jactarían de haber votado por él. Si por el contrario éste resultase ser un corrupto, negligente e inepto en el desempeño de su importante cargo gubernamental, seguramente pocos revelarían su voto por él. No pocas veces y desafortunadamente elegimos a los mediocres o los más incapaces como consecuencia de un electorado irresponsable y oportunista, que se vende al mejor postor, traicionando su conciencia a cambio de dádivas, bienes materiales, tráfico de influencias, así como posiciones y favores gubernamentales, participando así en un pésimo gobierno en detrimento de la democracia. Por otro lado, los candidatos mediocres e incapaces podrán lograr sus objetivos en la medida que un electorado irresponsable se incline por el abstencionismo, permitiendo así que los candidatos incompetentes y corruptos triunfen sobre los más capacitados y honestos, mermando así el tan invocado voto consciente.

No debemos olvidar que el incentivo de una mayor participación de electores en los comicios nos hará más solidarios a todos los ciudadanos y más abiertos a reconocer la legitimidad de las instituciones representativas y gobernantes elegidos. Es una responsabilidad de todos sin excepción.

De manera tal que la responsabilidad única de elegir a sus gobernantes recae exclusivamente en el electorado de cada pueblo. Y al ejercer ese derecho a elegir, decidirá por escoger un buen o mal mandatario que velará o no por el futuro del país. De ahí que nos hacemos eco de lo que en su momento dijo aquel famoso estadista británico, ex primer ministro Winston Churchill: “Cada pueblo tiene los gobernantes que se merecen” y la responsabilidad de su elección es totalmente nuestra.

El autor es abogado
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