Puente Binacional del río Sixaola: para la integración y desarrollo regional

La implementación de un proyecto de infraestructura pública es una oportunidad para acercar territorios y poblaciones, entre otras cosas, a bienes, servicios, mercados, instituciones, información, etc., que contribuyan a la realización, desarrollo y a reducir la brecha de desigualdad en los países.

La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son la apuesta más ambiciosa acordada globalmente, por lo que cualquier tipo de infraestructura debe concebirse -desde su fase inicial-, con el objetivo de “no dejar a nadie atrás”. El desafío en este sentido es lograr el cumplimiento sostenible que favorezca la resiliencia ante fenómenos que puedan comprometer la funcionalidad y seguridad de la infraestructura provista y de los servicios que se deriven de esta.

La puesta en funcionamiento del Puente Binacional sobre el río Sixaola, responde a una aspiración regional. El primer puente data de principios del siglo XX y fue instalado para dar servicio a las plantaciones bananeras y luego al paso de vehículos y peatones, dando origen al desarrollo de Sixaola y Guabito en Costa Rica y Panamá, respectivamente. El paso de los años, los fenómenos naturales y la falta de mantenimiento, agotaron la vida útil del antiguo puente.

Las dificultades y complejidades del diseño y construcción de un puente sobre un río fronterizo, en donde intervienen dos países, eran enormes. Los retos estaban asociados a marcos legales diferenciados, en los cuales las normas de diseño, construcción, licitación y contratación -aun cuando respondían a principios de gestión estandarizados- eran gestionados bajo lógicas institucionales dispares. Era casi imposible homologarlas, dado que el proceso llevaría años de diálogo binacional hasta lograr un marco de ejecución que facilitara la obra. Adicionalmente, las características hidrológicas del río Sixaola, la diversidad de intereses de los sectores sociales y económicos de la región, las expectativas de proveedores de servicios y la crisis sanitaria de la COVID-19, en última instancia, se sumaron a los grandes desafíos que tendría un proyecto de esta envergadura.

En este contexto, la cooperación internacional de la mano del Gobierno de México y de la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (Unops), potencian el interés de los Gobiernos de Panamá y Costa Rica, y configuran una agenda, de manera inclusiva y participativa, de desarrollo de la región y de las comunidades bajo lógicas diferenciadas, pero comunes, que se complementan y hacen posible la concreción de una infraestructura que articula e integra poblaciones y territorios de manera sostenible.

El pasado 4 de marzo, los Gobiernos de Costa Rica, Panamá y México entregaron una imponente y compleja estructura vial -que consta de dos carriles con una extensión de 260 metros, con vías para el uso peatonal y ciclovías- que amplía la red logística centroamericana y conectará a un total de 15 000 habitantes de los pueblos vecinos de las localidades de Guabito y Sixaola en la zona fronteriza.

Dicho puente es una joya de la ingeniería que facilita el tránsito y el intercambio comercial en una de las zonas donde se registra una alta presencia de pueblos originarios, personas afrodescendientes y pobladores migrantes relacionados con la actividad bananera, todos ellos, con indicadores de desarrollo económico y social muy por debajo de los promedios nacionales.

Este es el rol de la Cooperación Internacional: ayudar a los Gobiernos, comunidades y demás actores del desarrollo a “Construir el Futuro” para “no dejar a nadie atrás”, favoreciendo el crecimiento económico, la integración regional y el intercambio cultural, a través de la implementación de proyectos complejos que impulsarán el cumplimiento de la Agenda 2030 con transparencia, en armonía con la naturaleza, desarrollando capacidades y con una Gestión Pública Justa y Equitativa para la utilización adecuada de los recursos de los países.