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- 19/10/2020 09:43
La República del Alto Karabaj
Lo más probable es que la mayoría de los panameños, por primera vez tienen noticia de la existencia de la también denominada República del Alto Karabaj, sencillamente, porque en la generalidad de los análisis del conflicto por el territorio de Nagorno/Karabaj de hoy, entre las Repúblicas de Azerbaiyán y Armenia, solo se le menciona tangencialmente. El Estado/Nación también conocido como Artsaj, milenaria provincia del Reino de Armenia, se encuentra ubicado en la transcaucasia -“Cáucaso meridional o Cáucaso sur, región política del Cáucaso que comprende las actuales repúblicas de Armenia, Georgia y Azerbaiyán, las repúblicas parcialmente reconocidas de Abjasia y Osetia del Sur, la República Autónoma de Najicheván (parte de Azerbaiyán) y partes menores de Turquía e Irán”-.
La disputa data desde el siglo pasado cuando ambos Estados –Azerbaiyán y Armenia- alcanzaron su independencia (1918). Pero existe un símil histórico, en sus reivindicaciones independentistas y de libre determinación de los pueblos, entre ésta República, también conocida como del “Bosque de Aran” y la República de Panamá, y así como ayer nosotros “frenteamos” al colonialismo yanqui, hoy la República del Alto Karabaj enfrenta al colonialismo y neocolonialismo de las potencias a su alrededor, el autoritarismo del régimen de Azerbaiyán y dolorosamente, la falta de solidaridad de otros pueblos como el de Panamá, que han cargado en algún tramo de su historia -solos- con la cruz de sus luchas de liberación nacional contra el colonialismo. Ya sea por insensibilidad o por ignorancia de la naturaleza real del conflicto.
De manera que es simple reduccionismo señalar que un “alto al fuego” resuelve un problema centenario, como tampoco con el derrocamiento o tránsito democrático del régimen autoritario y tiránico de Azerbaiyán significa que están dadas las condiciones para la paz en una región por siglos objeto de las codicias imperiales. Las causas profundas del conflicto actual son las disputas geopolíticas de Rusia y Turquía y el criminal negocio de las armas y no las ancestrales diferencias etnos/religiosas donde los pueblos ponen los muertos y los mercaderes de la guerra se llevan el dinero. En consecuencia, la invisibilidad de la existencia de la voluntad política y “terquedad histórica” de un pueblo, como ocurrió con el nuestro, que en algún momento de su tradición alcanzó su autonomía y luego proclamó su independencia nacional no es, en modo alguno, una solución razonable del conflicto.
Tal como sobrevino entre nosotros, el reconocimiento internacional de la independencia de jure de la República del Alto Karabaj y la globalización de la lucha del pueblo de Artsaj, es un paso importante y determinante en el camino de la paz y democracia permanente de la región caucásica. En este sentido, es crucial la intervención del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas. Pienso además que el gobierno y pueblo panameño debiera expresar de modo firme y contundente su solidaridad con el pueblo y gobierno de la República del Alto Karabaj, que desde 1991 lidia y combate contra el imperialismo y el colonialismo, contra el autoritarismo y la indiferencia internacional, para lograr su independencia nacional definitiva, su reconocimiento en el concierto de las naciones libres y democráticas del mundo y la paz permanente en la convulsionada región del “Cáucaso Sur” ¡Así de sencilla es la cosa!