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- 10/08/2023 00:00
Riesgos democráticos
Las propuestas y Gobiernos autoritarios se están generalizando, al mismo tiempo que los regímenes democráticos están en declive.
Una mirada, por más desprevenida que la demos, despertará suficientes alarmas para preocuparnos sobre el estado de la mayoría de los países que, al menos durante las últimas décadas, se regían por sistemas democráticos.
Recientemente y a propósito de la reunión anual del Pilar de la sociedad civil y la asamblea de la Red Latinoamericana del Caribe para la Democracia, que coordina Enrique de Obarrio, se encontraron en Panamá representantes de todo el mundo para debatir sobre el estado de la democracia.
El debate no es de menor importancia, aunque tal vez no tenga la mayor atención. Buena parte del problema está allí. Sociedades que en las décadas de los 70, 80 y hasta 90 del siglo pasado estimaban la democracia como valor principal para la salvaguarda de sus libertades, hoy no encuentran que esa democracia por la que lucharon resuelve sus problemas básicos.
En el foro que mencioné me invitaron a compartir algunas ideas sobre los retos democráticos desde una visión panameña. Lo que me obligó a repensar mis preocupaciones sobre la democracia desde la experiencia de haber conversados con miles de panameños y panameñas durante el proceso de busca de apoyos para una candidatura presidencial por la libre postulación.
Algunos politólogos se centran en el descontento de los ciudadanos con Gobiernos democráticamente electos que reiteradamente faltan en las soluciones de los graves problemas sociales y se plagan de escándalos de corrupción. “Mejor uno que mande y solucione, aunque limite las libertades”.
Desde la realidad panameña, apunto tres retos que serán el caldo de cultivo de regímenes autoritarios, si no avanzamos en su identificación y capacidad de abordarlos con inteligencia.
En primer lugar, el tema migratorio, no podemos seguir pensando que no tiene un impacto directo y relevante en nuestro devenir como sociedad. La migración forzada de ciudadanos de países cercanos y no tan cercanos ha ido en aumento y no hay indicaciones de que disminuirá.
Según cifras oficiales, entre enero y junio de 2023 la cantidad de migrantes que entraron irregularmente a Panamá por la provincia de Darién fue de 200 mil personas. Como referencia, mismo periodo del 2022, la cifra fue 49 mil. Por otro lado, según el Instituto Nacional de Estadística y Censo, conviven en Panamá 243 mil extranjeros.
Esta realidad requiere evidenciarse, reconocerse, estudiarse y atenderse. Y en lo que a nuestro sistema democrático se refiere, formación e inclusión cívica y política.
Segundo, durante las últimas tres administraciones ministros de Seguridad y presidentes han apuntado a la presencia del crimen organizado en las campañas y en los partidos políticos. Este es otro asunto transnacional donde Panamá se ve afectado por realidades foráneas sobre las que tiene poco margen de acción. Localmente, todo indica un crecimiento significativo y con influencia en funcionarios electos y no electos.
Diferente al tema migratorio, se cuenta con poca o nula data y la forma de contrarrestarlo requiere de altos estándares de seguridad e inteligencia, pero, también de determinación y acuerdos políticos.
Un tercer aspecto es la disminución en la participación política de los ciudadanos. Vivimos en una sociedad que favorece la representación vs. la participación. Aun cuando, desde la tecnología, contamos con más herramientas para promover la participación ciudadana, la realidad demuestra que, por razones diversas, algunas hasta “justificables”, cada vez hay menos involucramiento en la vida política del país.
Los últimos cuatro procesos electorales reflejan una leve tendencia a la baja en la participación electoral en la franja de los votantes entre 18 y 35 años. Leve, pero, tendencia, a prestarle atención. Aunque el punto que estoy presentado no hace referencia a participación electoral, sino a participación política, pero, se interrelacionan.
Lo anterior cohabita en el contexto de instituciones de control deficientes y la generalización de la ausencia de rendición de cuentas en el ejercicio de la función pública.
Estos retos presentados, no son una lista exclusiva porque nuestras democracias están impactadas por muchos otros riesgos, pero, sí son de relevancia tal que sería irresponsable no enfrentarlos eficazmente.
Panamá tiene todas las oportunidades de enfrentarlos y convertirnos en un laboratorio de repensamiento de la democracia para ponerla al servicio del pueblo y que se convierta en ejemplo de prosperidad, equidad social y mejores condiciones de gobernabilidad.