La apariencia juvenil del robot R2-D2 (con una pronunciación en inglés que se asemeja a ‘Arturito’) causó una inmediata simpatía en la audiencia, sobre todo de los menores de edad. Quienes vieron la serie de La guerra de las galaxias desde sus primeros capítulos, se identificaron de inmediato con el metálico personaje y su compañero C-3PO y superaron la fama de otros protagonistas no humanos como Data de StarTrek o Reese de Stargate.

Cualquiera podría decir que contemplar a estos seres mecánicos con movimiento, voz y que toman decisiones, podría ser un hito en la evolución de la tecnología desarrollada por los humanos. Pero no fue así, porque estos entes artificiales han estado presentes tanto por motivos de creencias como por causa del ejercicio de la mente desde tiempos remotos. Los sirvientes metálicos de Hefesto y el gigante de bronce de Talos son ejemplos.

Carel Capek en su obra R.U.R. (Rossum’s Universal Robots) fue el primero en utilizar tal palabra en 1920 para referirse a unidades artificiales que podrían emplearse para ayudar en los procesos industriales y reducir la carga y el esfuerzo de los trabajadores. En esta obra tales androides pensantes logran organizarse, sublevarse y acabar con su creador. Esto generó la creencia de que podrían llegar a suplantar a los individuos en algún momento.

El autor y maestro de la ciencia ficción Isaac Asimov fue quien creó el concepto de la robótica, además de escribir la novela Yo, Robot. También consolidó estos estudios al plantear las tres leyes básicas de esta nueva disciplina, con las que procuró normalizar la relación de los humanos con estas máquinas: su uso no debe ser peligroso; debe realizar su labor de manera eficiente, a menos que esto perjudique al usuario, y debe permanecer intacta, a menos que se le destruya por razones de seguridad.

Por lo general, son los países más desarrollados y donde la industrialización haya creado la necesidad, los que han avanzado en materia de aplicación de la robótica para la construcción de los mecanismos más sofisticados y para aligerar los grandes desafíos, pero también aquellos pequeños trabajos caseros. Hoy día se puede apreciar que desde montar todo tipo de vehículos hasta trapear un piso pueden ser cumplidas por los robots.

Desde hace algunos años se ha promovido la robótica en los colegios locales para que los estudiantes puedan interesarse en esta materia. Esta didáctica se ve alentada con las olimpiadas que frecuentemente se desarrollan en capitales internacionales y donde se reúnen grupos que se han basado en sus conocimientos para crear unidades que resuelven las más amplias tareas, de acuerdo con los parámetros que se les brindan a los jóvenes técnicos.

Algunas presentaciones exitosas entusiasman a los educadores y sus artesanos, quienes no buscan la alquimia, sino un modelo genial que ejecute tareas, según un comando o manual de instrucciones. Este año se darán cita en Panamá, a finales de octubre, representantes de unos 190 países que traerán sus modelos para presentarlos a la consideración de la comunidad de jóvenes inventores, en el First Global Challenge 2025.

En este encuentro internacional se procurará alcanzar desafíos para los asistentes “centrado en el tema Eco Equilibrium”, afirman los organizadores, quienes resaltan que los participantes “demostrarán que la cooperación y el lenguaje compartido... pueden cerrar brechas entre culturas y construir un mundo mejor...”. Este es todo un reto para los estudiantes, en especial porque aplicarán la sapiencia adquirida en el aula.

Entidades como la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación han dado seguimiento a estos programas de robótica y estimulan planes en el sector educativo. Ojalá pronto tengamos jóvenes profesionales que se involucren en proyectos que posibiliten a la ciencia dar saltos cualitativos al armar y estructurar mecanismos requeridos en la solución de programas simples y complejos.

Sería un orgullo para el país saber que tendremos nuestros modelos nacionales de robots para exportar esa sofisticada y futurista tecnología al mundo.

*El autor en periodista
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