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- 22/06/2013 02:00
Escuela Aérea, S.A.
A ntes de 1970, en Panamá no teníamos pilotos comerciales disponibles, debido a que al joven interesado no le aseguraban un puesto disponible, porque la aviación no se desarrollaba como en otros países.
Existía la Compañía Panameña de Aviación, Turismo Aéreo, Rutas Aéreas Panameñas y alguna compañía carguera en proyecto. Con esta licencia de piloto comercial se podía laborar como copiloto en cualquier avión, hasta que después la Dirección de Aeronáutica Civil emitió el reglamento de licencias al personal aeronáutico, donde se incluyeron las habilitaciones de Multimotores e Instrumentos.
Cuando no había escuelas, en el Aeropuerto Marcos. A. Gelabert (Paitilla) el interesado tenía que hablar con Oscar Taitt, administrador de lo que quedaba de la Aviación General S.A., quien todavía tenía un Piper J-3, un Piper Supercruise, un Piper Clipper y dos Piper Tripacer. Otra alternativa era Miguelito Pastor Ponce, que poseía un Aeronca Champion de enseñanza. El piloto al que más le interesaba enseñar era Aulio Hernández, gran amigo de Taitt.
En COPA se nombró interinamente a un joven colombiano como copiloto (Hinestroza), porque era el único, en ese momento, que tenía una licencia comercial panameña y se fue a trabajar a la ciudad de David, donde volaba el Douglas DC-3 entre David, Changuinola, Bocas del Toro y Puerto Armuelles. Lógico que tuvimos que enseñarle todo lo concerniente a la operación del el avión y aprendió bien.
Años después regresé a la capital para entrenarme en el HS Avro 748, primer avión comprado de fábrica por Copa y cuando visité el Aeropuerto de Paitilla me di cuenta que seguía la misma situación... no había pilotos, porque no existían Escuelas.
Aviones de Panamá incursionó en el negocio y graduó buenos pilotos, pero por alguna razón canceló sus operaciones. Junto al capitán Santos Ríos y Carlos Chevalier levantamos un capital y le compramos un Cessna 150 con matrícula HP-373 a John Bennett e iniciamos una enseñanza primaria sin compromisos.
Queríamos que la juventud se entusiasmara en la aviación. Los precios que establecimos fueron los mínimos y, aun así, mantuvimos lo que se convirtió en la Escuela Aérea por muchos años y donde graduamos cientos de pilotos privados, comerciales con las habilitaciones de Multimotores e Instrumentos, que ocuparon buenos puestos en todas las empresas aéreas de Panamá.
Un día apareció un señor salvadoreño con las intenciones de matricular a su hijo, Mauricio, en los cursos aéreos donde se graduó luego de compartir con los estudiantes que casi lo convierten en panameño. Mauricio Rodas llegó a ocupar el puesto de director de Aeronáutica Civil en San Salvador, Centro América.
La familia Glickenhaus fueron dedicados alumnos, que al final se compraron un Cessna 310, que los llevó en múltiples ocasiones a EE. UU. y Centro América. El Dr. Alexis Vilá entusiasmó a su esposa para que también aprendiera y así tener dos pilotos en su avión cuando paseaban con sus hijas. Varios ‘pacientes’ de nervios aprendieron a pilotear, porque les recomendaron que era la única manera de curarse y vaya si fueron buenos pilotos privados.
Pilotos del interior de la República se especializaron y así los contrataron para volar como pilotos de fumigación. Varios formaron sus propias compañías. Otros probaron suerte en los helicópteros y algunos fueron los primeros que trabajaron en los barcos atuneros y para empresas españolas, ganándose la titularidad sobre los extranjeros y en compañías privadas, que se dieron cuenta de la importancia de tener un helicóptero para vuelos locales.
Otro buen número de los graduados trabajó todo el tiempo con la Compañía Panameña de Aviación con éxito y donde ya se han jubilado varios compañeros. Es digno de mencionar que varios de los hijos de estos pilotos trabajan actualmente en dicha empresa. Igualmente, otros egresados también trabajaron en la aerolínea de carga INAIR en Tocumen. El gobierno contrató a varios pilotos graduados de la Escuela, así como también Aeroperlas y Aviones de Panamá para sus vuelos a Contadora y Colón.
Otros recién salidos de la Escuela Aérea operaron los aviones privados que volaban diariamente a Colón y en los primeros jets ejecutivos que maniobraban en el Aeropuerto Marcos A. Gelabert.
Al final, creo que se hizo un buen trabajo al darle la oportunidad de aprender a aquellos cuyos sueños se convirtieron en una realidad. Después de todo: llegar a ser un buen piloto no es fácil. Una de las profesiones más hermosas y sensitivas.
PILOTO Y ESCRITOR.