Un informe del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Ministerio de Salud expone que “Aunque Panamá ha demostrado su liderazgo en el control del tabaco, este sigue siendo una carga para su economía y la salud de su población”. Esto implica dos aspectos: Uno, que en los últimos años el país ha bajado en el consumo de productos derivados de tabaco; y dos, que los gastos por la atención de enfermos aún son altos.

Las cifras no dejan de alarmar, pues el informe ofrece algunos datos preocupantes. Cada año mueren en Panamá 1.400 personas por el consumo del tabaco y el 38 % de ellas corresponde a defunciones prematuras. Esto quiere decir que de cada 10 personas que fuman, casi cuatro fallecerán como efecto del hábito o afición a este producto. En 2019 la atención de enfermedades relacionadas con el tabaco fue de $316 millones con impacto al PIB.

Las autoridades del Ministerio de Salud acaban de hacer públicos los resultados de otro informe que se centran en el consumo del tabaco y sus productos por parte de la juventud panameña. El aspecto relevante es que el 8,5 % de los estudiantes consumen el tabaco o se vinculan con él. También se pudo establecer que el uso de cigarrillos electrónicos ha aumentado en un 2 %.

Esta información se refiere a la V Encuesta Mundial de Tabaco en Jóvenes 2023, cuyos sujetos fueron menores entre 13 y 15 años de edad; es decir, 5.761 estudiantes de unos 50 colegios. Se trata de una investigación que se realizó desde 2021 cuando la Convención Marco para el Control del Tabaco y el Ministerio de Salud acordaron hacer la inversión para el proyecto.

El ministro de Salud resaltó el esfuerzo de “...Valorar el comportamiento de la epidemia de tabaquismo en la población adolescente...”. Los resultados de esta encuesta permitirán a las autoridades sanitarias y al propio Estado tomar importantes decisiones que contribuyan a reducir estos indicadores actuales que tienden a acrecentar la población juvenil fumadora. Se pudo detectar que un 3,1 % de los estudiantes fuman cigarrillos en la actualidad.

Los resultados de esta encuesta llaman la atención hacia la circunstancia que el aumento aún mínimo de la población adolescente que fuma va en contradicción con la propia disminución de la afición hacia los cigarrillos de los últimos años en que el país ha liderado tal tendencia. Quizás el acercamiento de menores hacia los productos derivados del tabaco se debe a la entrada al mercado de variantes electrónicas y ‘vapeadores’.

Estos últimos son nuevos sistemas con dispositivos que contienen baterías para calentar y vaporizar una solución que el ‘fumador’ inhala sin producir aparentemente ese humo tradicional. Estas opciones parecieran más inocuas porque todo es más “limpio”; sin embargo, no se percibe que en esa mezcla que se convierte en vapor, está presente la nicotina.

Los productores de estos nuevos modelos han estudiado las costumbres y diversificaron los gustos del tabaco con sabores específicos. Esta particularidad ha llamado la atención de una nueva gama de consumidores. Lo que no advierten estos fumadores novatos, porque poco se ha informado, es el riesgo de adicción y todos los perjuicios que causa tal consumo. Este estudio plantea un panorama desolador a futuro con más de 2.300 muertes por causas directas o indirectas.

Las consecuencias de que una nueva generación se haga adicta a los productos del tabaco serían desastrosas para la salud, la economía, el trabajo y en especial para el progreso de un país donde se requieren las capacidades de cada individuo. Tan solo habría que calcular la atención médica de los nuevos pacientes por complicaciones en los pulmones y otros organismos derivados, así como a la situación de ausencias en la esfera laboral.

El país no podría superar una oleada de jóvenes adictos y con tales percances, por lo que resulta imperioso tomar las medidas necesarias para alejar este vicio de ese sector de la población.

*El autor es periodista
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