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- 08/04/2022 00:00
El salario general debe ser superior a la sobrevivencia
Las últimas negociaciones de convención colectiva han dejado lecciones aprendidas y despertaron en las redes dos temas: necesidad de sindicalización y el contraste entre el trabajo manual-trabajo intelectual.
En el marco de las lecciones aprendidas destacan la unidad y firmeza entre los obreros, organizaciones sindicales defensoras de los derechos de los obreros, claridad de los objetivos a alcanzar, capacidad de propuesta y sustento técnico de la misma, solidaridad entre las organizaciones sindicales, adoptar todas las formas de luchas (mesa de negociación, consulta permanente de las bases, movilizaciones, la huelga como última instancia). En este sentido, rescatamos lo planteado por Suntracs: “el objetivo es la nueva convención, no la huelga”, sin dejar duda de la capacidad de poder llevarla adelante (demostrado con la huelga de advertencia), nunca perdieron su objetivo, donde demostraron su capacidad de negociación, lo que les permitió alcanzar y firmar el acuerdo.
En el marco de los temas que afloraron en las redes, sobre la necesidad de estar organizados (sindicalizado, agremiado), apreciación mayoritaria que, si no luchas organizadamente, nuestros derechos son conculcados.
¿Por qué el salario mínimo promedio es de B/. 600 mensuales y el de los profesionales entre 700-800 balboas mensuales? Lo primero, la mayoría de estos trabajadores no está organizada y los empresarios no están dispuestos a entregar salarios justos. Lo segundo, muchas organizaciones gremiales no tienen en su agenda las condiciones laborales y salariales de sus agremiados. Tercero, por la división que impone la patronal, donde impone el discurso de que los profesionales no son trabajadores, sino “colaboradores”, mismos a los que les niega ascensos y salarios por sus conocimientos, a los que les coartan el derecho a organizarse.
En cuanto al contraste entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, recordemos que esta diferenciación nació con la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción, con el desarrollo de la división social del trabajo y con la división de la sociedad en clases.
Puestos a valorar esta distinción, el protagonista del trabajo manual no es una máquina, sino un ser humano, que, al igual que cualquier otro ser humano, debe cubrir necesidades fundamentales de vida para él y su familia. En la Comisión de Salario Mínimo siempre he expresado que al acudir a los supermercados no nos preguntan “si trabajamos en el sector público o el privado”, por lo cual el salario mínimo también debe incluir a los funcionarios, lo mismo vale para obreros y profesionales, “no nos preguntan si somos obreros o profesionales”, ambos pagamos cada vez más por menos.
Ello debe conducir a la pregunta ¿cuánto cuesta cubrir esa canasta de necesidades básicas en Panamá? Hemos demostrado que el costo de la canasta ampliada (alimentos y otros gastos necesarios) supera los B/. 1500 mensuales; la Constitución establece que el salario debe cubrir las necesidades materiales del trabajador y su familia, por ende, en el país el salario mínimo debe alcanzar este nivel. El salario general debe ser superior a la sobrevivencia, tal como establecen los clásicos de la economía.
¿Quebrarían las empresas con ello? No, las estadísticas oficiales demuestran que la parte del PIB (riqueza nacional producida por los obreros) que va a ganancias se ha incrementado, mientras que la que va a salario viene disminuyendo, a pesar del crecimiento económico. De lo que estamos hablando es de la urgente necesidad de atender el problema de la distribución de la riqueza, hoy Panamá ocupa el quinto lugar a nivel mundial con peor distribución.
Los empresarios han alegado que los salarios deben aumentarse en función de la productividad, sin embargo, la productividad ha aumentado, pero los ajustes salariales han estado considerablemente por debajo de la productividad, aumentando la inequidad social, permitiendo a los empresarios mayores ganancias y acumulación. En el caso de las micro y pequeñas empresas, un ajuste o un aumento de salario permite una mayor actividad económica, y, por ende, más realización de sus actividades, en la medida en que el incremento del poder de compra de los salarios permite mayor capacidad de consumo, fundamentalmente en el mercado nacional. Ello reactiva la economía.
Nuevamente aumenta el precio del combustible y con ello todos los otros precios, los bancos aumentan la tasa de interés de los préstamos, los precios de los insumos de la producción aumentan. ¿Por qué los empresarios no hacen referencia a ello? Por dos razones: trasladan los aumentos a los consumidores, pero, además, los grandes empresarios, tienen acciones en bancos, empresas de materiales, distribuidoras de combustibles, etc., es decir, también ganan.
Mundialmente se reconoce que “Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado”. La idea de un salario justo se refiere a que si alguien aporta su trabajo a una empresa, tiene derecho a que las retribuciones del mismo le permitan vivir con determinado nivel económico y no solo eso, todos deberíamos tener un mínimo suficiente para vivir con dignidad, tanto el propio trabajador como sus familiares.